CAPÍTULO VII
DE LAS CIRCUNSTANCIAS DEL PUERTO DE LA HABANA CONOCIDO ANTES POR EL DE CARENAS, Y FAVORABLES RESULTAS DE SU POBLACIÓN
El puerto de la Habana, celebrado de propias y de extrañas
plumas con varios epítetos y sublimes encomios, que le gradúan
de singular en todo lo descubierto, y por eso famoso en ambos
mundos: está en la costa del norte, opuesto a los cayos y tierra
firme de la Florida con intervalo de veinticinco leguas, por la cual
sigue al norte el canal de Bahama que llaman nuevo; su boca mira
al mismo septentrión, y es tan estrecha que desde el castillo del
Morro a la fortaleza de la Punta se comunican por la voz. La
profundidad de su canal es suficiente para sufrir los navíos de
mayor porte. Corre su ensenada de norte a sur y de este hace un
recodo al oeste que vuelve hacia el mismo norte, dejando como un
istmo de media legua entre la margen del sur y costa septentrional,
por donde se continúa la población con su continente.
El Padre Florencia hace su extensión de tres leguas de box,1
resguardada de todos los vientos, pues aunque está abierta al
norte, en poniéndose los bajeles al socaire del Morro y serranía de
la Cabaña, que la ciñe por la parte oriental, aunque sea recio el aire
parece calma. El autor del Atlas abreviado lo considera capaz de
mil vasos,2 y de esta noticia no dudo ser abonador porque puede
verificarse muy bien, según la diversidad de tamaños. En la entrada
es la bahía muy estrecha, como se ha dicho, pero abre mucho
más en lo interior, porque desde los muelles de la Habana hasta
los embarcaderos de la otra banda media como una legua.
Los dos lados de la bahía tienen unos aspectos muy agradables,
de que goza la gente de los navíos con libertad, porque en el
de Poniente miran la bella perspectiva de la ciudad y sus muros y
fortalezas, templos, torres, edificios y miradores, y aun parte de
las plazas y calles, y en el de Oriente, en pasando la empinada
sierra de la Cabaña, se descubre en algunos terrenos llanos y
otros doblados muy vistosas y alegres campiñas, hermoseadas no
sólo de palmas reales y otros distintos y bien copudos árboles,
que produce la fertilidad del terreno, sino también de varias sementeras
que fomenta el cultivo, sirviendo al recreo y admiración
porque nunca les falta verdor ni lozanía a estos campos, verificándose en ellos lo mismo que del país de Canaán ponderaba Moisés a los hebreos, no faltándoles la lluvia del cielo a los tiempos que la
tierra la necesita, y así gozan de una amenidad perpetua y de una
copiosa fertilidad.
Regístranse en ellos asimismo diversas caserías, unas en las
distancias y otras a la propia lengua del agua, más cómodas para
la diversión del paseo, especialmente el devoto y deleitable santuario
de Nuestra Señora de Regla, erigido en una breve punta
que de la parte del sur se introduce en la bahía inclinada al norte;
cuyo templo y casas de hospedería, ceñidas de un recinto de piedra
y coronado de almenas, si excita la devoción para religiosas
romerías, también convida al gusto para recreaciones honestas.
Haré de él más extensa relación entre las iglesias de esta ciudad,
con noticia de su fundación, aseo de su culto, multitud de votos y
solemne juramento con que fue aclamada patrona de esta bahía.
Tiene ésta en la ribera opuesta a la ciudad cuatro embarcaderos,
el de Cojímar, Mari-Malena, Regla y Guanabacoa, por donde
en canoas y botes se conducen y comunican las gentes y frutos
que de aquella banda quieren transportarse a ésta; siendo mucho
este tráfico porque todo lo más ocurre a esta ciudad de los ingenios
y estancias de aquella comarca y de la inmediata villa de la
Asunción de Guanabacoa, y vienen a desembarcar a los dos muelles
que hay de esta parte en la Real Contaduría y el que llaman de
la Luz, siendo frecuentes y casi innumerables las embarcaciones
pequeñas que diariamente cruzan a vela y remo la bahía, particularmente
en tiempos que hay en ella escuadras; de modo que sin
embargo de la moderación del estipendio establecido para el flete
de cargazones y pasaje de las personas, rinde hoy cerca de dos mil
pesos de renta a los propios de la ciudad en cada año, sin hacer
cuenta de los aprovechamientos y utilidades que le quedan al
asentista que lo arrienda por un bienio, como comúnmente se hace
con los demás arbitrios concejiles que goza como éste con real
aprobación.
Por el paraje que llaman Guasabacoa, que está como ya dije a
la otra banda de la bahía en la parte del sur, penetra un estero
como un cuarto de legua la tierra dentro, por el que desembocan
en ella las aguas del río Luyanó, que es perenne aunque no caudaloso.
En el tiempo de la seca y a la parte del este del dicho estero,
en el sitio nombrado el Jagüey, está situado el Almacén o casa de
pólvora, que labró allí el Teniente General Don Juan Francisco de
Güemes, gobernando esta plaza, a quien avisó el incendio del navío
del Rey titulado el Invencible los peligros a que estaba expuesta
la ciudad en tener dentro de su recinto, como lo estaba, este material, por lo que eligió aquel lugar por ser el más remoto y retirado de la población y del tráfico, y donde sólo habita la tropa que lo
guarda.
En el recodo que desde la banda del sur hace la bahía hacia el
occidente, y a la parte que cae al norte y confina con la ciudad, se
ha formado el Real Astillero o Arsenal para la fábrica de los bajeles
de Su Majestad y de los particulares, quedando bajo de la artillería
de los baluartes que guarnecen la plaza por la parte de tierra,
de que hablaré después como corresponde.
Es casi toda la orilla o ribera de este puerto tan hondable que
pueden dar fondo cerca de tierra navíos de primera línea o alto
bordo, lo que hace menos costosas sus descargas y facilita sus
armas, y se experimenta uno y otro así por las escuadras del Rey
como por los bajeles sueltos y mercantiles que andan en la carrera
de Indias y demoran en este puerto, como tránsito casi indispensable
de sus viajes a Europa y a otras partes, logrando, como
especifica un grave autor, a más de los citados beneficios, refrescar
las aguadas y bastimentos, curar y convalecer sus tripulaciones
y pasajeros con mayor facilidad y felicidad que en otras partes
de estos dominios; de suerte que si acaso faltase, como añade el
mismo, este asilo, se haría muy difícil y trabajosa, cuando no imposible
la navegación.
Las expuestas comodidades, y las que en ocasiones les resulta
de completar sus cargazones con la corambre y azúcar de que
abunda el país, les hace apetecible y útil esta escala a los comerciantes,
no siendo menos favorables los efectos que produce hacia
el vecindario, pues logra la saca de sus frutos y otras conveniencias
por este medio, que es recíprocamente ventajoso a los unos y
a los otros.
1. Tres leguas de box: expresión marítima antigua que expresa perímetro. M. F.
2. Vasos: embarcaciones. M. F.
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