CAPÍTULO XLIII
DE LA ERECCIÓN Y NÚMERO DE LOS CURATOS DEL MONTE Y SANTUARIOS EXTRAMUROS
Habiendo concluido la serie y relación de todos los templos
que comprende esta ciudad dentro de sus murallas, parece que
corresponde individuar los que tiene en sus cercanías, sin extenderme
a los más remotos que numera en los partidos o curatos de
la jurisdicción, que son muchos y algunos por sus particulares
circunstancias dieran bastante asunto para extenderme más; pero
omitiendo la prolijidad que piden las noticias de cada uno, daré
sólo la que conduce a que no se ignore el origen de todos.
El Señor Don Diego Evelino, vigilantísimo pastor de este rebaño,
alcanzando no sólo con su consideración prudentísima, sino
tocando con práctica experiencia el desamparo en que vivía y moría
sin los auxilios eclesiásticos tanta porción de gente como había
en los campos de este distrito, ocupados en el manejo de haciendas
propias y ajenas, careciendo muchos años del beneficio de la
misa y uso de los sacramentos aun en el peligro y trance de la
muerte, que cogiendo a muchos en tales desiertos era preciso
darles sepultura en las montañas, y que para que tuviesen después
la eclesiástica se conducían anualmente los huesos al cementerio
de la Parroquial mayor de esta ciudad, la Dominica in
passione, propuso a Su Majestad la necesidad y conveniencia de
crear dieciséis curatos en algunos parajes distantes de esta población,
para que ordenados a título de ellos sujetos idóneos con
proporcionada renta, residiese cada uno en su partido para ocurrir
al remedio de las urgencias espirituales de sus feligreses;
consulta a que manifestó el Rey su real agrado concediendo el
permiso. En su virtud, el año de 1688 dio el citado Señor Obispo
principio a la erección de dichos beneficios con universal aplauso y
satisfacción de esta república, como tan interesada en esta
piadosísima obra y santísima providencia, la que se consumó y aun
amplió algo en el pontificado de su inmediato sucesor, porque facile
est inventis addere. Nominaré los expresados curatos con distinción
de los que están a la parte de barlovento y los que se comprenden
en los de sotavento y costa del sur, señalando las distancias
que hay de esta ciudad a cada uno de ellos, por satisfacer el
deseo de algunos curiosos.
LOS DE BARLOVENTO
San Miguel del Padrón .....................................
San Matías de Río Blanco .................................
San Cipriano de Guamacaro .............................
Santa Catalina de Gonzalo o Macuriges ..............
San Hilario de Guamutas ..................................
Nuestra Señora de Altagracia de la Hanábana .....
San Narciso de Álvarez1....................................
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2 10 28 36 48 55 60
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LOS DE SOTAVENTO
Santiago de las Vegas ......................................
San Hilarión de Guanajay .................................
Santa Cruz .....................................................
San Basilio el Magno ........................................
Nuestra Señora de Consolación .........................
San Rosendo de Pinar del Río ............................
San Idelfonso de Guane ...................................
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5 12 28 35 40 46 64
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LOS DEL SUR
San Julián de los Güines .................................... 14
San Pedro del Batabanó ................................
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14 14
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Bastando para el intento lo expresado arriba, continuaré el propósito
de relacionar las iglesias o santuarios circunvecinos a esta
ciudad, que dejé pendiente; dando el primer lugar al Templo de Nuestra
Señora de Guadalupe, antes constituido auxiliar, y ya hoy
parroquial, a que se ha destinado el más moderno de los tres curas
que había en las de esta ciudad. Dista esta iglesia poco más de quinientos
pasos castellanos de la Puerta de Tierra, hacia el poniente.
Fue en sus principios ermita de paja, dedicada por Francisco Cañete
a la misma santísima imagen, creo que por los años de 1716, la cual el
de 1718 se pretendió fabricar de cantería y teja, a lo que se opuso el
ingeniero de esta plaza por la inmediación que tenía a la muralla,
representando los inconvenientes que se ofrecían en el permiso o
disimulo de semejante obra, objeción que motivó se hiciese formal
reconocimiento del paraje, nombrando el Gobernador y Cabildo por
comisarios al Alguacil mayor Don Nicolás Gatica y Depositario general
Don Gaspar Mateo de Acosta, del orden de Santiago, para que con
asistencia del prevenido ingeniero se midiese la distancia y expusiesen
las razones adversas y favorables que resultaran de la inspección
o vista de ojos, para no dar o conceder la licencia. Aunque practicado
el examen persistió el enunciado ingeniero en su dificultad,
vigorizándola el parecer del prevenido Alguacil mayor, superaron las
razones expuestas por el compañero, dándoles la devoción el mayor
peso y eficacia. Quizá tuvo presente el Gobernador y Cabildo aquella
religiosísima máxima o católica confianza del Emperador Rodolfo I,
cuando instándole otro profesor de la matemática mandase demoler
un templo de la Santísima Virgen que estaba pegado a los muros de
cierta plaza importante, respondió con cristiano denuedo: ea, dejad,
que no podemos tener mejor antemural que una iglesia consagrada a
Nuestra Señora, haciendo eco a esto mismo lo que el Rey Don Fernando
de Nápoles dijo al salir de dicha ciudad estrechado de las
armas de Carlos VIII: nisi Dominus custodierit civitatem, frustra
vigilat qui custodit cam.
Labrose la ermita, y puesta en ejecución poco tiempo después
la obra de la calzada, que hizo tan fácil y cómodo el tránsito de esta
ciudad hasta aquel sitio, se fueron llenando de habitadores aquellas
cercanías, de suerte que se formó en breve tiempo un barrio
numeroso, para el cual se consideró ya preciso mayor templo y
proveerlo de ministros, que a más del sacrificio de la misa administrasen
los sacramentos al cuerpo de vecindario tan crecido.
Proposición a que accedió gustoso el Señor Don Fray Juan Lazo
de la Vega, aprontando gruesas expensas para esta obra, que salió
con la perfección y ventajas que hoy se admiran, dando a este
arrabal un templo tan lucido y suntuoso que puede ilustrar otra
población más distinguida. Dedicolo e hizo su consagración el año
de 1742, día de San Francisco Javier, especial protector de este
Ilustrísimo Obispo y nombrado con la Santísima Virgen de
Guadalupe patrono de él.
La forma de esta iglesia es un cañón principal dilatado y anchuroso
con dos órdenes de capillas a los lados, de buen alto y capacidad;
su techo es de artesón primorosamente labrado. La capilla
mayor está adornada de un altar o retablo dorado magnífico, y en
las demás tiene repartidos otros muy aseados. Su frontispicio, que
cae al norte, tiene tres puertas correspondientes a la nave principal,
y dos menores con sus columnas y cornisas airosas y bien
cortadas sobre las cuales vuela un balcón al piso del coro alto. La
sacristía y vivienda del teniente de cura y mozo de iglesia son muy
conformes en los tamaños y curiosidad a la grandeza del edificio y
ministerios de cada uno. Están constituidas en este templo una
cofradía y dos hermandades: aquella del Santísimo Sacramento, y
éstas del Santo Cristo de Burgos y Nuestra Señora de la bendición
de Dios. Esta última saca todas las noches el rosario públicamente
por aquellos contornos con mucha devoción y decencia, a imitación
de lo que se practica en esta ciudad tan loable ejercicio, pues apenas
hay alguna de las del año que no se encuentren en sus plazas y
calles varias congregaciones y hermandades de la Señora, cantando
con acompañamiento de instrumentos músicos la salutación angélica,
desterrando con las luces la oscuridad, y deleitando con las
voces los corazones de los fieles, obsequioso culto con que corresponde
esta ciudad los grandes beneficios que experimenta de su
protección y amparo, que no paga pero reconoce.
Algo apartado del templo antedicho, hacia el noroeste, está
situado el santuario del Santísimo Cristo de la Salud, cuya venerable
imagen se colocó a primero de mayo de 1742, a desvelos y
solicitudes de un devoto pardo nombrado Miguel de Rodas, quien
recogiendo algunas limosnas para la fábrica de esta pequeña iglesia,
la edificó y adornó con el posible esmero, creciendo tanto la
devoción y dádivas para su culto, que hizo principio a labrar mayor
templo, y según su planta y medidas será muy semejante al de
Guadalupe.
Tuvo sagrario y capellán que administraba los sacramentos de
la eucaristía y extrema-unción a aquel vecindario; pero se ha suspendido
esta disposición por la del actual Ilustrísimo Prelado y
solamente permanece la del sacrificio de la misa y la de excitar
con rezos y novenarios a todos los comarcanos a la frecuencia del
templo y oración, y especialmente a concurrir al rosario que sale
de noche por todo aquel paraje.
El año de 1751 se erigió, no muy lejos del precedente santuario,
una ermita dedicada a San Luis Gonzaga, cuya colocación se
hizo con plausible y religiosa pompa, llevando el sagrado bulto
desde la iglesia de Guadalupe en una lucida y numerosa procesión,
y en el año siguiente de 1753 se ha construido y abierto la de Jesús,
María y José, inmediata al Arsenal, a solicitud del Padre Don
Manuel Rincón, propósito del Oratorio de esta ciudad, a quien
está anexa y dependiente.
1. Antiguo partido de Álvarez, que corresponde en parte con el actual término municipal de Santo Domingo (Provincia de Santa Clara).
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