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CAPÍTULO XLII

DEL ORATORIO DE SAN FELIPE NERI,
HOSPICIO DE SAN ISIDRO, ERMITA DE
MONSERRATE Y CASA DE NIÑOS
EXPÓSITOS

 

No ilustra menos que ejemplifica a esta ciudad el Oratorio y Congregación de San Felipe Neri, que habiéndose establecido primeramente el año de 1666 en la Parroquial de la Iglesia Mayor, por nuestro Ilustrísimo Obispo Santo Matías, que la fundó bajo de las reglas y constituciones de la de San Pedro de México, después se trasladó a la del Santo Cristo del Buen Viaje, que aún no era auxiliar, por los años de 1672 o más adelante, en virtud de la merced que el Gobernador y Cabildo de esta ciudad hicieron a dicha Congregación del expresado templo, cuya gracia o donación confirmó por real cédula la Serenísima Señora Reina Gobernadora, de que solamente permanece la noticia en un libro antiguo del mencionado Oratorio, en donde se tomó la razón y han perecido los títulos originales de esta donación.

En 13 de noviembre de 1693 pasó dicha Congregación al nuevo templo y oratorio que le fabricó el Licenciado Don Francisco de Sotolongo, cura beneficiado de las parroquiales de esta ciudad, en casas que fueron de sus padres y quiso consagrar a Dios, para lo que obtuvo licencia de Don Severino de Manzaneda, Gobernador de esta plaza, que se designó aprobar la Católica Majestad de nuestro monarca Don Carlos II, expendiendo el referido Don Francisco en esta obra, a más de las limosnas de los congregantes, así eclesiásticos como seglares, parte considerable de su caudal y renta, formalizando con su fervorosa aplicación y autorizado ejemplo, en cuanto fue posible y adaptable, la observancia de los citados estatutos y otros ejercicios de conocida edificación y utilidad, los cuales, no obstante su muerte, se fueron continuando sin interrupción ni decaecimiento hasta nuestra edad. Contribuyó mucho la asistencia que siempre tuvieron en dicho Oratorio algunos ancianos y ejemplares sacerdotes, especialmente el Padre Don Francisco de Rivera, varón venerable, devoto y místico, y dotado de un gran espíritu para dirigir almas a la mayor perfección, cuyos buenos deseos quiso el Señor mortificar, no permitiendo tuviese el logro que el año de 1751 consiguió el Padre Don Manuel Rincón, su Prepósito actual, recibiendo las constituciones que practica la Congregación del Oratorio de Santa María de Vallicela, de la santa ciudad de Roma, erigiendo su beatitud la de esta ciudad por Congregación del gran Patriarca San Felipe, cesando en virtud de esta concesión el uso de las reglas y constituciones primitivas.

Fuera de este formal y apreciable requisito, ha debido este Oratorio al enunciado Padre Primiserio el aumento material de su fábrica, añadiendo mucha obra a continuación de la antigua, para lo que había competente territorio, y haberse últimamente retirado a vivir en comunidad y poner en práctica los estatutos referidos.

Está situado este Oratorio casi en el medio de esta ciudad, sus viviendas altas y bajas forman un claustro cuadrado con el pasadizo o ambulatorio correspondiente; son capaces para la habitación de mayor número de comunidad que la que ahora tiene; y a más de éstas goza otras piezas cómodas en el segundo patio para el recreo y entretenimiento no sólo permitido, pero muy necesario y conforme a la virtud de la eutrapelia en las casas más austeras y recoletas.

El templo es un crucero mediano, que en los adornos y alhajas exquisitas y preciosas tiene cuanto puede servir a la ostentación de los mayores y más opulentos de este país, con una capilla y oratorio privado contiguo a la sacristía. Está instituida en la iglesia principal la devota congregación de la escuela de Cristo, que florece con buenos ejemplos de humanidad y obediencia.

La Iglesia y Hospicio de San Isidro Labrador, que en los tiempos pasados fue huerta y casa de diversión, o más propiamente hablando el honesto retiro del Señor Don Diego Evelino, y que después la habitó muchos años su inmediato sucesor el Reverendísimo Maestro Don Fray Jerónimo de Valdés, quien hizo solemne donación de las fábricas y sitio anexo a los religiosos de Nuestro Padre San Francisco, que ahora lo poseen, habiendo acrecentado las viviendas y demolido la ermita antigua, que estaba casi en el centro del citado paraje, construyó una iglesia mediana, destinándolo todo primeramente para casa de recolección de esta Provincia de frailes menores; aunque muy desde luego separándose de este dictamen, la aplicó para Colegio del orden de Predicadores, que con efecto plantó estudios en dicha casa y admitió colegiales que estudiaron en ella; pero no subsistió mucho tiempo esta disposición, porque desazonado con no sé qué motivos (en que creo no influyó alguno grave) obligó a que la dejase la religión, pasando a vivir a ella las niñas del Colegio de San Francisco de Sales, que la habitaron hasta su muerte, después de la cual dedujeron en juicio su derecho los Padres de la Observancia, y no obstante el representado por el referido Colegio de niñas, que pretendían su posesión y propiedad, se declaró aquella a favor de los religiosos en el Real y Supremo Consejo de las Indias el año de 1730 ó 31, ocupándolo desde entonces frailes de la Orden, que llegarán hoy al número de 12, los cuales ejercitan en él los ministerios de predicar y confesar, con utilidad y consuelo de los pobres moradores de aquella parte, que es la más retirada y donde termina hasta el sur la población intramuros.

El sitio es muy extendido, goza de alegre vista y muy buenos aires, y su huerta, con el riego y beneficio del agua que coge por la cercanía de la zanja o conducto que va al Matadero y derrama al mar, produce todas las hortalizas y frutos regionales. Las viviendas forman un claustro alto y bajo, cuyos modelos son muy conformes a los que tienen y usan las más casas de recolección, para lo que fue destinada, como ya dije, y se solicita establecer por la religión como tan necesaria a la formalidad de esta Provincia. La iglesia no difiere en sus tamaños y proporciones de lo que pide y es regular para semejante fin; su puerta principal cae al norte, y la que mira al oeste tiene plazuela.

La casa de niños expósitos, llamada vulgarmente la Cuna, es dedicada al glorioso San José. Estuvo en la antigüedad fundada en el sitio que hoy tiene el monasterio de carmelitas, como ya apunté en otro lugar. Habiendo cesado por algunos años el beneficio que resultaba del establecimiento de tan importante obra, digna por cierto de preferirse en cualquiera república, no sólo cristiana sino política, entre las más recomendables y caritativas, para abrigo de la inocencia abandonada de la impiedad de los padres, que faltando no sólo a las leyes de la naturaleza y amor debido al fruto de sus entrañas, desatienden también los latidos de sus conciencias, exponiendo a tantos riesgos las vidas y almas de sus hijos párvulos, incapaces de hacer por sí lo que los demás necesitados pueden ejecutar por sí o por otros, gozando el perfecto uso de la razón que para todo abre camino; pues los infantes teniendo manos no pueden comer, teniendo boca no pueden pedir y teniendo pies no saben andar, impedimentos que en la mayor edad los suple la industria y habilidad del mudo, manco y tullido. Estas consideraciones debió tener muy presentes el gran Cardenal de España, para haber, entre otras insignes obras pías, fundado en Toledo con particular atención, casa para recoger y criar a los desvalidos huérfanos, y que sin duda me persuado inclinarían la real clemencia para haber encargado al Reverendo Obispo de esta diócesis y al Cabildo de esta ciudad confiriesen los medios más oportunos para que se estableciese en ella una obra tan importante.

Ejecutose así el año de 1711, habiendo comprado el Ilustrísimo Valdés unas casas en que fabricó capilla y viviendas correspondientes para habitación del capellán y de las amas que habían de criar a los expósitos, que todo le tuvo de costo 16,000 pesos, según el informe que hizo a Su Majestad de quien consiguió se librasen por una vez, sobre el ramo de las vacantes de los obispados de Nueva España, la cantidad de 12,000 pesos destinados al fomento y subsistencia de esta Casa, cuyas constituciones dispuso el Rey se formasen por el nominado Obispo, Gobernador y Cabildo de esta ciudad, a quien por cédula de 16 de abril de 1713 se ordenó concurriese con el primero a arbitrar de qué medios se podría valer para la conservación de obra tan pía, y con efecto se aprobó por Su Majestad la proposición de asignarle 1,000 pesos todos los años del producto del derecho de sisa, como se preceptuó por un despacho de 7 de junio de 1721, sirviendo esta renta y la de 12,000 pesos de principal, con que la dotó su Ilustrísimo Fundador, para la manutenciòn del capellán, crianderas y niños, a que se agregó el estipendio de algunas accesorias alquilables que tiene la casa. Pero no sufragando todo esto para sus precisos y crecidos gastos, se le han mandado aplicar anualmente otros 1,000 pesos del mismo ramo y aun se esperan de la real piedad otras providencias muy favorables para el mayor beneficio de estos niños en su crianza y educación1.

El sitio en que está construida es cerca de la Marina y algo inmediato al convento de San Francisco; su capilla es muy reducida, pero igualmente aseada; en el altar está pintado el Patriarca San José dormido, y despertándole un ángel con las palabras del Evangelio accipe puerum; el capellán es del nombramiento del Rey.

Hay otra ermita o capilla dentro de los muros y muy contigua al recinto que guarnece esta ciudad por la parte de tierra y rumbo occidental, consagrada a Nuestra Señora del Monserrate, a quien la dedicó el año de 1675 la devoción de Gaspar de Arteaga y Doña Magdalena de Corvera, vecinos de ella, la cual sirvió algún tiempo de ayuda de parroquia, como se entiende de una real cédula del año de 1692; pero hoy no está colocado en ella el Santísimo Sacramento, y solamente subsiste el culto de la sagrada imagen a quien celebra el patrón de la ermita y otros moradores en el día y octava de la Natividad, con solemnes fiestas. Tiene la antedicha delante de su puerta una plazuela que cae al oriente en que se suple con la invención de una ramada la falta de sitio para la concurrencia a los divinos oficios en el prevenido tiempo.

1. Véase la luminosa historia de la Real Casa de Maternidad, por el señor don Evaristo Zenea, Secretario que fue de dicha casa, Habana, 1,838, Pág. 20. La casa de la calle de la Cuna la compro el Obispo Valdés en 16,000 pesos. En 1,823 se traslado la casa a la calle de la Reina numero 109, y en 1,833 convertida en casa de Maternidad estuvo en la calle del Prado esquina a la del Trocadero, desde donde se traslado a la calle de Dragones y últimamente al local de la casa de Beneficencia.

La historia de la Casa de Beneficencia por Evaristo Zenea será publicada en estas páginas de Historia


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