CAPÍTULO XVII
DE LA BONDAD Y EXCELENCIA DE LOS CAMPOS DE ESTA CIUDAD Y SALIDAS DE QUE GOZA PARA LA DIVERSIÓN Y PASEO
Siendo tan conducente a la celebridad de una ciudad insigne la
hermosura, fertilidad y población de sus campos, que entre las
circunstancias más famosas se les da lugar en sus descripciones,
sirviendo para ejemplo de esta verdad en los Reinos de España las
de Valencia, Granada y Murcia, a quienes hacen tan aplaudidas
sus amenas huertas y deleitosa vega, bien debo creer no se me
culpe que sobre lo que en común tengo dicho de la belleza y fecundidad
de los de esta Isla, refiera y pondere en particular entre las
no vulgares excelencias de esta país una que es tan singularmente
alabada de cuantas personas de buen juicio y gusto transitan por
él, y más cuando algunos autores graves y desinteresados describen
y celebran como del especial ornato y grandeza suya lo vistoso
de las arboledas, la amenidad de los sitios, la feracidad de los
frutos y otras buenas calidades de los territorios que la rodean,
pudiendo deducirse de la autoridad de tales plumas que si en aquellos
tiempos, en que era muy poco oficio el cultivo o mucho menos
curiosa la aplicación a las labranzas y plantíos, gozaban tan agradable
aspecto sus campiñas, hoy lo tendrán incomparablemente
mejorado, por el mayor esmero y disposición con que se han dedicado
los labradores y hacendados a su cultura.
Persuádome que en esta materia pasarán por ficciones poéticas
algunas de las noticias más verídicas, porque hay genios tan
incrédulos, que negando el asenso a todo lo que no ven, solamente
dan crédito a sus ojos; pero aunque arriesgue con ellos el de mi
verdad, no puedo excusarme, ni aun a tal costo, de expresar algo
de la belleza y fecundidad de nuestros campos.
Regístranse éstos, por lo general, repartidos o variados en
unas llanuras alegres y unos collados hermosos, no muy eminentes
pera de amenidad tan perpetua y verdor tan constante, que en
ellos no se diferencia el verano del estío ni el otoño del invierno,
porque los bochornos del uno no los marchita, ni las heladas del
otro los esteriliza; antes por el contrario el invierno en vez de
escarcha los cuaja de nevadas flores, y el estío los enriquece de
mieses y frutas; siendo tanta la abundancia de éstas aun en los
árboles silvestres y montañas más incultas, que como escribió sin
encarecimiento el Padre Florencia, los perdidos o errantes en sus
bosques no pueden perecer por falta de sustento; y pudo añadir
con la misma verdad que ni por carencia de bebida, pues hay en
ellos copia de aquellas parras que refiere Herrera, las cuales no
sólo dan agua para templar, sino aun para saciar la sed.
Raras veces padecen o experimentan ésta nuestros territorios,
porque aunque a excepción del río de la Chorrera, como ya
dije, no tienen otro alguno caudaloso en las inmediaciones que los
riegue y fertilice, suple la falta de ellos la abundancia y frecuencia
de las lluvias con que el cielo los beneficia, comunicándoles la
frescura y fecundidad de que gozan; conservándose regularmente,
aun en tiempo de seca, en los arroyos y cañadas que se forman
en las quiebras de los terrenos, muchas aguadas que le ministran
jugo y humedad.
Sobre la natural gala, hermosura y pompa de que se visten, los
adorna y agracia mucho tantas casas de campo, así de fábrica
rústica como de arquitectura civil, que a proporcionadas distancias
se descubren situadas, ya en los llanos, y ya en los ribazos,
con una apariencia tan agradable, que hace a los pasajeros muy
delicioso y divertido el camino.
Todos los del contorno, así de la banda del este como de la
parte del oeste y sur, son hoy tan traficables que hasta en volantes
y calesas se transita por ellos cómoda y fácilmente, para ir a las
haciendas de la comarca, no encontrándose en cinco o seis leguas,
por cada rumbo, casi una ceja de monte o bosque espeso,
numerándose en los partidos más vecinos más de dos mil estancias
de labor, y cerca de ochenta ingenios de azúcar, que rendirán
anualmente más de 50,000 quintales de este género, de mucho
mejor calidad que el que labran y purifican los extranjeros a costa
de varios refinos. Hay otros muchos destinados a mieles, de que
es considerable el gasto en esta ciudad, y no faltan algunos artificios
de moler tabacos, tejares, caleras y hornos de carbón. En lo
de más montuoso de la jurisdicción, hay distintas tenerías para
curtir corambre, de que se beneficia gran porción. Hay 216 hatos
de ganado mayor, que crían algunos más de 2,000 cabezas; y 245
corrales del menor, que hacen abundante de carne esta población,
por ser muy fecunda de crías, y a no haber quebrantado estas
últimas posesiones la epidemia de la lombriz que ha sido tan general
y nociva, fuera incomparable el aumento de semejantes fundos;
pero aunque ha hecho padecer alguna escasez, no ha llegado, gracias
a la bondad de Dios, a ser penuria.
En los tiempos inmediatos a la fundación de la villa padecieron
los campos de su jurisdicción la dañosa plaga de las hormigas, que
talaban los árboles y destruían las labranzas, aniquilando de suerte
los frutos y mieses, que ocasionaba a sus habitadores grande inopia
de mantenimientos; pero habiéndose valido su Cabildo de algunos
cristianos y religiosos medios a fin de que cesase tan molesta
como perjudicial plaga, no tuvieron favorable efecto hasta que
el año de 1586 eligió con uniforme acuerdo, en Cabildo de 31 de
enero, por especial patrono y protector, al glorioso Obispo San
Marcial, haciendo voto de celebrar todos los años su fiesta y guardar
su día, cuya providencia autorizó tiempo después el Ilustrísimo
Don Fray Juan de las Cabezas, perseverando hasta hoy sin
novedad la fiesta y la experiencia del beneficio debido a la intercesión
del Santo, lográndose por su patrocinio lo propio que en la isla
Española mediante el de San Saturnino, en ocasión de padecer el
mismo lastimoso accidente, porque en ambas partes se buscó un
sagrado asilo contra la multitud y ferocidad de estos animalitos,
que bastaron a exterminar en la Etiopía una provincia entera, y
acá insultaron tantas poblaciones.
Lo que comprueba más cuanto he dicho acerca de la feracidad
de nuestros campos y cultivo que hoy tienen, es el crecido
producto que rinden a la renta decimal los frutos de esquilmos
de las haciendas de este distrito, el que según los remates hechos
por los arrendatarios el antecedente cuatrienio, suma anualmente
63,698 ps. 2 rs. cuya gruesa cantidad se distribuye y aplica
por partes o porciones señaladas a diversos destinos, de que
daré noticia, porque no será desagradable a los que desean tenerla
de todo.
A Su Majestad le tocan libres 7,077 ps. 4 6/9 rs.; al Obispo 15,924
ps. 4½ rs.; a la Mesa Capitular otra tanta cantidad; a la Fábrica de
la Iglesia 5,308 ps. 1½ rs.; al Hospital de San Juan de Dios lo mismo
que a la Fábrica; a los curas 14,155 ps. 1 rl. y 3/9, que compone el
referido total de 63,698 ps. 2 rs., omitiendo expresar lo que produce
cada partido por no ser más prolijo en la materia.
Para dar fin a la de este capítulo, referiré ceñidamente las
salidas que tiene esta ciudad proporcionadas para el recreo, y que
sirven a sus moradores para espaciar el ánimo y divertir los cuidados,
porque aunque no goza los célebres paseos de otras regiones
y ciudades más opulentas y dedicadas al ornato y fomento de
estos lugares públicos, en que se forman calles de árboles frondosos,
hermoseados con fuentes y otros primores de arte, es cierto
que en aquellos hace la concurrencia del gentío y circunstancias
expresadas todo el motivo para la diversión; pero acá la misma
amenidad de los sitios ministra la parte más principal para el
recreo, siendo innegable que aun sin incluir el paseo de la bahía,
que no está en uso, y fuera de extremado placer si se practicase,
porque en la ribera opuesta a la población brinda la apacibilidad de
algunos parajes bastante incentivo para un honesto pasatiempo,
como ya dejo referido en otro lugar; tenemos, sin numerar éste,
otros por la parte de tierra que son los acostumbrados ya, tomando
por la puerta de la Punta el camino de la Caleta, que es una
alameda natural en que se disfruta, con el fresco sombrío de los
uveros y limpia llanura de la senda más deleitable, la vista del mar
por una banda, y por la otra la de las huertas que están asentadas
por aquel paraje; ya saliendo por la Puerta de Tierra a la calzada,
en que hoy se van plantando árboles copudos que le den sombrío,
por donde encaminar el paseo a los Cocales, y a los dos barrios
inmediatos de nuestra Señora de Guadalupe y Santísimo Cristo
de la Salud, o ya últimamente eligiendo para el recreo el Arsenal,
en donde sus máquinas y tráfago pueden divertir y ocupar el tiempo
y la atención con gusto mucho rato no sólo los inclinados a la
náutica, pero los que no lo son.
Creyéndome que así para la curiosidad de los unos como para
la de los otros no sea molesta ni despreciable dar alguna noticia
del principio u origen que tuvieron en este puerto las fábricas de
navíos para Su Majestad, y mucho menos las conducentes al establecimiento
y situación de este astillero, y del número y porte de
los bajeles que se han construido en él, lo ejecutaré en capítulo
separado, pero sucesivo a éste, como corresponde.
rs - Reales
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