ANTONIO HURTADO DEL VALLE El hijo del Damují
AL COMBATE DE ATOLLAOSA
El romance de Antonio Hurtado del Valle, AL COMBATE DE TOLLAOSA, describe
cómo en realidad fue aquél muy reñido encuentro.
Atollaosa, finca y monte en la jurisdicción de Sancti Spíritus,
está cerca del pueblo de San Antonio del Jíbaro que lleva
ese nombre. El coronel José Payán era el jefe de nuestra
fuerza, que se componía de 300 hombres, contra igual número
de españoles pertenecientes al afamado batallón de Tarragona.
Fueron derrotados completamente los españoles, y dejaron unos 50
muertos con sus armas, así como todas sus acémilas cargadas
y sus caballos de monta; nuestras fuerzas tuvieron ocho muertos y como
veinte heridos. Este combate sangriento tuvo lugar en el año de
1870, y prueba la organización de las fuerzas e Sancti Spíritus
ya en aquella época, bajo el mando directo de Payán y de
Diego Dorado, primero y segundo jefes de aquella fuerza cubana. El poeta
se hallaba en ese combate, sirviendo en el Estado Mayor de la División
de Sancti Spíritus, junto con el que escribe estas líneas.
Era capitán entonces.
Serafín Sánchez.
AL COMBATE DE ATOLLAOSA
Cual rápido torbellino,
o como arrasante tromba,
andaba allá por el Jíbaro
una columna española,
que operando impunemente
asolaba aquella costa
y a las familias tenía
en una eterna zozobra:
compónenla los trescientos
soldados de Tarragona
que pelearon como fieras
en las trinitarias lomas,
y les precede la fama
de una bravura asombrosa,
y una astucia consumada
para asaltar nuestras postas;
ya los bosques no respeta,
ni los ríos, ni las rocas,
que por doquiera se extiende,
que nada su marcha estorba.
Bajó hacia el sur casualmente
nuestra Brigada gloriosa
y penetramos en una
vereda oscura y angosta.
––"¡El enemigo!"anunciaron
–– "¿A qué distancia?"
––"Muy corta"
y Payán sobre la izquierda
a la infantería. embosca,
mientras que Dorado activo
su bravo escuadrón desmonta,
y encargado del flanqueo
en posición se coloca.
Éramos también trescientos
mal armados –dura cosa–
delante de un enemigo
que rifle Remington porta; .
mas si nos falta armamento, .
fe y entusiasmo nos sobran
para batir a unos vándalos
que a las familias acosan:
silencio, pleno silencio
sigue a nuestra maniobra,
que se acercan los contrarios
y sorprenderlos importa.
Entran por fin en aquella
vereda oscura y angosta
y se da la voz de "¡fuego'! ":
descargas atronadoras
se suceden: las cornetas
a la par degüello tocan,
y sólo se oyen clamores,
sólo se respira pólvora;
espesa nube de humo
envuelve la línea toda,
que se hace un fuego nutrido
y el combate se prolonga:
parapetados pelean
los bravos de Tarragona,
que en árboles corpulentos
hallan trincheras famosas:
¡no así los nuestros, que van
sobre la tropa española
con el pecho descubierto
en busca de la victoria!
Ya sale de nuestra fila
la voz "el parque se agota":
"¡ pues al machete!" gritamos
todos con voz estentórea,
y cual se lanza a la playa
una resonante ola
que impelida por el viento
salta las ásperas rocas,
así la cubana gente,
avanza, avanza furiosa
sobre la línea de fuego
de aquella aguerrida tropa.
Toca "fuego en retirada"
ya la corneta española,
cobardes que tanto temen
al filo de nuestras hojas:
armas, acémilas, parque,
en confusión abandonan,
y como nuestros muchachos
les van quemando la ropa
"a escape", tocan de nuevo,
y hacia una trinchera próxima
huyen por medio del bosque
los bravos de Tarragona.
Las insurrectas cubanas
con la nueva se alborozan
y cantan de esta manera
en sus recónditas chozas:
"Tejamos todas, amigas,
a los cubanos coronas
que acaban de hacerse dignos
del amor de las criollas.
¡Que viva la Patria! Aquella
fuerte columna española
que en continuas correrías
era el coco de nosotras,
aquellos hombres audaces,
que iban profanando chozas
por llevarse a las mujeres
presas a pobladas zonas,
se batieron con los nuestros
en montes de Atollaosa,
y huyeron como lebreles
los bravos de Tarragona!"
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