SOFÍA ESTÉVEZ

A   CUBA


De antes de la guerra venía su fama a Sofía Estévez, cuya poesía fluida e ingenua ha encendido mucho corazón, le ha ganado mucha amistad fiel, y ha esbozado, con sus peligros naturales y el remedio del amor entre los hombres, la situación política de Cuba. Antes de la guerra fue una de las que, con Domitila García y Úrsula Céspedes, publicó El Céfiro. En plena lucha, cuando la escasez y la abnegación, escribió las décimas que en este libro se publican, y fueran por aquellos años muy populares en nuestros campamentos.
P.

A   CUBA

I

Cuba, Cuba, a quien adoro,
por quien de amor late el pecho,
Cuba, que tienes por techo
cielo azul y rayos de oro ...!
si tú admitieras mi lloro,
si mis penas comprendieras,
si mis tormentos supieras
al pensar triste y sombría
que no eres ya, Cuba mía,
ni sombra de lo que eras…

II

Espesas y blancas brumas
a otro mundo te ocultaban:
cariñosas te arrullaban
del mar las níveas espumas,
al ver que brillantes plumas
alegraban tus riberas,
y a tus fértiles praderas
les servían de guirnaldas
los penachos de esmeraldas
de tus esbeltas palmeras.

III

Gobierno cruel y tirano
jamás se pudo en ti alzar,
que intentase levantar
sobre nosotros su mano:
jamás sangre de africano
manchó de tu honor el velo;
ni fue testigo tu suelo
del llanto amargo, infelice,
con que el esclavo maldice
la vida, el mundo y el cielo.

IV

Fue Colón quien en tu orilla
plantara alegre y triunfante
esa bandera infamante:
la bandera de Castilla.
Él, del mundo maravilla,
te concibió en sus antojos;
él, quien con ávidos ojos
buscó en el cielo tus huellas,
y por aureola de estrellas
te dio corona de abrojos.

V

Él a las plantas de España
la puso cual un tesoro,
y ella en vez de lauro de oro
grillos le dio por su hazaña:
aunque ingratitud tamaña
en la historia no se escribe,
fácilmente se concibe
que de España es propiedad
pagar con dolo y maldad
los favores que recibe.

VI

Sobre Cuba los iberos
vinieron llenos de enojos,
trocando en negros despojos
sus encantos hechiceros.
¡Pérfidos y traicioneros
sus encantos le robaron ...
y- a sus hijos inmolaron
sin pensar, necios, que un día,
venganza a Dios clamaría
la sangre que derramaron…!

VII

La sangre, sí, que a torrentes
corrió por el indio suelo ...
sangre que aun le pide al cielo
justicia para esas gentes:
cuando exhalaron dolientes,
ya perdida la esperanza,
ayes que allá en lontananza
desgarradores se oían...
¡parece, oh Dios, que decían
¡venganza, Cuba, venganza!

VIII

¡Venganza! repitió el río
en su curso gemebundo;
venganza, el mar iracundo
clamó furioso y sombrío;
¡venganza del bosque umbrío
dicen los cedros crujiendo;
¡venganza! fue repitiendo
el eco por la montaña;
y ¡maldición sobre España!
dijo la tierra gimiendo...!

IX

¡Tres siglos son ya pasados,
y tres siglos de tormentos,
de agudos padecimientos
y sucesos desdichados...!
¡Tres siglos, sí, que humillados
nos vemos por la impiedad
de esa inaudita crueldad
del más fiero despotismo
que en un insondable abismo
hundió nuestra libertad!

X

Mas, ya es tiempo que el cubano
se alce contra su verdugo,
y arroje intrépido el yugo
que les impuso su mano:
¡Abajo! ¡Abajo el tirano...!
¡Maldición a su inclemencia!
Queremos nueva existencia...
a Dios nuestro ruego suba:
¡Ya vuelve a ser libre Cuba,
y viva su independencia!

            Camagüey, 1869.

 







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