

EL CASIQUE HABAGUNAES.
VASALLOS fíeles de la patria mia,
Ya los caribes su poder estienden,
Tomad el arco i que silbando crinen
Rápidas flechas,
El Sibonei en la ardorosa lucha
Frente a las tribus del feroz Caribe,
Con las macanas de macizo ocuje
Ávido corra.
Ved, de alimento nuestra misma sangre
Sirve al guerrero de la mar vecina,
Muerte despiden sus certeras hondas,
Mártires indios.
¡Ai! Estos valles i floridos montes
Que nos circundan; las brillantes aves,
I nuestras dulces, cristalinas, puras,
Límpidas aguas;
Las anchas hojas del tabaco verde
Que nos embriaga con su aroma puro,
I las ananas que en doradas cunas
Fértiles nacen;
Estos palmares cuyas verdes pencas
Flotan al viento con flexible gracia,
Estos cocuyos que en el alto cedro
Fúljidos brillan:
Estas hamacas de algodón, tejidas
Por nuestros bellos i adorados hijos,
Que entre las sombras de frondosas seibas
Májicas flotan;
Estos careyes que despacio salen
Por ver el Sol, a la mojada arena,
I estos solibios, que batiendo el ala,
Músicos silban;
I del casabe la dorada torta
Que en sus burenes elabora el indio,
I el rojo cangre que la yuca blanca
Húmeda esconde;
Estos caneyes de pajizo guano
Donde rendimos fervoroso culto
A los de cedro i oloroso pino
ídolos bellos;
Del guatiní las brilladoras plumas,
I del sinsonte el melodioso canto,
I estas que lloran en el dulce nido
Tórtolas tristes;
Del Mayabeque las hermosas indias,
De blancos dientes i moreno rostro,
De vivos ojos i pestañas negras,
Vírjenes castas;
En cuyas.frescas i rosadas bocas
Vierte el caimito su amoroso néctar,
I esprime dulce i delicado zumo
Indica anana;
Nuestras esposas que sensibles llaman
Entre sonrisas al querido esposo,
I nuestros hijos que al dejar la cuna
Cándidos ríen;
Todo el Caribe lo arrebata fiero...
Sediento bebe nuestra propia sangre,
I en nuestros hijos sus agudas flechas
Bárbaro clava.
Brindo al Caribe la sabrosa iguana,
El mango dulce i el anón silvestre,
I en mis hamacas su indolencia arrullan
Tímidas aves.
Me mira alegre i amistad me jura,
Adiós, le digo, i al pasar mis lindes,
Mis propias flechas a mi mismo pecho
Pérfido atroja.
Venid, vasallos i el infame espire
Ante mis pisadas en su sangre tinto
I al Sibonei con moribundos ojos
Pálido ruege.
Mas me desoyen los vasallos mios,
Ninguno apresta los lijeros arcos,
Sois del Caribe en mis floridos bosque
Víctimas tristes.
Del Mayabeque las esbeltas palmas
Las verdes selvas i preciosas aves,
Triste abandono: en sus orillas vierto
Lágrimas puras.
Lejos me voi de las cubanas tierras;
Ya entono triste en la callada noche,
I al son del agua i al jemir del aire
Lúgubre canto.
¡Mas no! no dejo a mi querida patria,
La aguda flecha del feroz Caribe
Dentro mi pecho én horroroso estrago,
Húndase toda!...
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