I

Cuando se oyó el Grito de Yara,
abandonando su hogar,
su esposo se fue a pelear,
el odio escrito en la cara
Ella, joven como era
llena de entusiasmo santo,
bordó una rica bandera
en la que envuelto volviera
¡muerto! aquel que amara tanto

II

EI hijo heredó la fiera
ansia por la redención;
con fervorosa pasión
ella bordó otra bandera.
¡Bandera que fue sudario
de aquel expedicionario
que, desplegándola al aire,
murió, mártir voluntario,
en un manigual de Baire!

III

En el antes dulce hogar,
la viuda infunde respeto
¡cómo cuida de su nieto,
que ha de saberse vengar!
Crece el niño y ella espera
que atienda Dios su plegaria
verlo triunfar o que muera
mientras borda otra bandera
con la estrella solitaria.

 


 

 

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