Soplaban los días sobre el horizonte,
 vertiendo a sus pasos el ardor de mi ira;
 soplaban los sueños, soplaba la vida
 cuando proa al cielo navegan sinsontes.
 
 Siluetas desnudas que van sobre hombros,
 de la mar eterna curtiendo el abrigo
 y al sur de sus frentes se quedan sus trinos,
 que anidan silentes entre los escombros.
 
 Son madera y brazo, ojo en la rutina;
 mezcla de silencio con voz de la brisa.
 Son nubes de bruma, telón que  respira
 y techo que llueve sobre la llovizna.
 
 Se alzaron los ojos, voló el pensamiento;
 y de entre los párpados vino el torbellino,
 quebrándose el mástil: flor de los sentidos;
 cayeron al aire, se marcho el aliento.
 
 Marea, marea; péndulo oscilante,
 peculiar relieve escupiendo nombres.
 Marea sonriente, marea inconforme;
 has cavado tumbas bajo el sol flamante.
 
 Otras veces cuerdo me inspiras reposo.
 Me postro en tus brazos de aparente vidrio.
 Temo que hoy no puedas inspirar lo mismo.
 Marea de locura, pasaje tortuoso.
 
 Soplaban los días sobre el horizonte.
 La muerte, siluetas, devoro con prisa.
 Cadena de sueños llevo tu ventisca.
 Saliose de un templo marino, Caronte.
 
 Una tabla insigne que arribo a la orilla,
 con forma de hombre de marea y cielo;
 hiriendo la muerte se alzo pronto al vuelo
 y ante el equilibrio hincó su rodilla.
 
 Rodó su cabeza, cual espora esfimera.
 Fecundo el espacio azul, infinito.
 La sangrada playa hincó su apetito,
 segando las sombras con hoz de las víboras.
 
 Marea, marea; verdugo adorable,
 vertiente de cantos, paz de las gaviotas.
 ¿Por que con murmullos a la roca azotas;
 haciéndola polvo de hilo inbordable?
 
 Marea de llantos, vendaval sediento;
 vestidura endeble, faz de horror tangible:
 los días soplaban sobre lo imposible;
 mientras que a la tierra le abortaste cuerpos.
 
 Cuerpos de esperanza, labios como heridas.
 torrente de vientos que nunca se apagan;
 susurro silente, clamor de batallas;
 como la marea, cantos sin salida.
 
 Tal vez aparezcan tus manos vacías.
 Tal vez ya no tenga razón la justicia;
 Pero mientras tanto seguiré esperando
 que la mar ya pronto devuelva sus vidas.

Amaury Penton

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