Mensajera peregrina
que al pie de mi bartolina
revolando alegre estás,
¿de do vienes, golondrina?
Golondrina, ¿adónde vas?
Has venido a esta región
en pos de flores y espumas,
y yo clamo en mi prisión
por las nieves y las brumas
del cielo del Septentrión.
Bien quisiera a contemplar
lo que tú dejar quisiste;
quisiera hallarme en el mar,
ver de nuevo el Norte triste,
¡ser golondrina y volar!
Quisiera a mi hogar volver,
y allí, según mi costumbre,
sin desdichas que temer,
verme al amor de la lumbre
con mi niña y mi mujer.
Si el dulce bien que perdí
contigo manda un mensaje,
cuando tornes por aquí,
golondrina, sigue el viaje
y no te acuerdes de mi.
Que si buscas, peregrina,
do su frente el sauce inclina
sobre el polvo del que fué,
golondrina, golondrina,
no lo habrá donde yo esté.
No busques, volando inquieta.
mi tumba obscura y secreta,
golondrina, ¿no lo ves?
¡En la tumba del poeta
no hay un sauce ni un ciprés!
Juan Clemente Zenea 1831-1870
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