Mambí
Por Dios y por Cuba
Ante el paredón de fusilamiento
Nuestros Mártires gritaban
"Viva Cristo Rey"

Circular "Por Dios y por Cuba"

Mons. Enrique Pérez Serantes
Arzobispo de Santiago de Cuba
Mayo de 1960
Deber pastoral. - Fieles a nuestro sagrado deber pastoral de mirar por el cuidado, la alimentación y la defensa de la grey, que se nos ha confiado por el Jefe Supremo de la Cristiandad, el Vicario de Cristo, nos sentimos obligados a dirigirnos hoy a nuestros amados diocesanos para recordarles, o para darles a conocer, si necesario fuere, la línea de conducta que deben seguir en estos momentos, que no dejan de encerrar algo de confusión, y serias preocupaciones para muchos, los cuales están ciertamente esperando una orientación de parte nuestra.

Al hacerlo así, estamos seguros de prestar un buen servicio a la Iglesia y a la patria, nuestros dos grandes amores, objeto constante de nuestros desvelos y de nuestras ansias.

El enemigo está dentro. - Empezarnos diciendo que los campos están ya deslindados entre la Iglesia y sus enemigos. No son ya simples rumores ni aventuradas afirmaciones, más o menos interesadas o amañadas. No puede ya decirse que el enemigo está a las puertas, porque en realidad está dentro, hablando fuerte, como quien está situado en propio predio.

No en vano algunos mis avisados, de percepción más fina, andaban hace ya algún tiempo, alarmados y cautelosos, disponiéndose a luchar con los que tratan de imponer, sin mis ni mis. el pesado yugo de la nueva eselavitud, porque el genuino cristiano, a fuerde tal, no sabe ni quiere vivir sin libertad. No hay que olvidar que a los nuestros de todos los tiempos y de todos los lugares, desde Roma a Budapest, les ha parecido siempre mejor perderlo todo, y hasta derramar su sangre, que renunciar a la librea de la libertad propia de los hijos de Dios.

El Comunismo alerta. - Es por demos sabido que hoy el gran enemigo del Cristianismo lo es el Comunismo, siempre vigilante, siempre alerta, pronto siempre a caer sobre la presa, yendo directamente y por encima de todo a lo suyo, el Comunismo que, erguido o en cuelillas, es fácil descubrirlo en todas partes, y en todas partes está, aunque no falten aun entre los nuestros, algunos incautos, inocentes o extremadamente prudentes que se aferran a negarlo, y aun llevan a mal que no todos piensen como ellos.

Doctrina de la Iglesia. - Esta, que es obligatoria para todos los católicos, es en este punto elara y terminante, y se encierra en pocas palabras, aunque a ella se han dedicado extensos documentos pontificios. "El Comunismo, dice el Papa Pío XI en la Encíelica DIVINI REDEMPTORIS, es intrínsecamente perverso". Aduciremos tan sólo algunas de las razones de esta rotunda y tajante afirmación, consignadas en el mismo documento.

Materialismo dialéctico. - La primera y principal es que el Comunismo se funda sobre el materialismo dialéctico de Marx, aunque oculto bajo apariencias a veces seductoras. Ahora bien, la doctrina del materialismo enseña que no existe más que una sola realidad, la materia con sus fuerzas ciegas; por lo tanto, todo en el mundo es materia que evoluciona, y, la misma sociedad no es más que una apariencia y una forma de la materia.

Comunismo ateo. - La segunda, que es conelusión necesaria de la primera, si la materia lo es todo, no hay lugar para Dios, no existe diferencia entre materia ni espíritu, ni entre cuerpo y alma, ni sobrevive alma a la muerte, ni, por consiguiente, puede haber esperanza alguna de la vida futura. Esto supuesto, se explica que el Comunismo se proelame ateo.

De lo dicho se sigue que el Comunismo, lo mismo que la materia, es la negación de todos los valores humanos, los cuales en este la sistema carecen de la base espiritual que eleva al hombre y lo coloca por encima de lo puramente orgánico.

En el Comunismo, el hombre, reducido a un ser totalmente material, carece de libertad y de freno moral contra el asalto de las pasiones más bajas, que no se aquietan por ninguna consideración simplemente humana.

Creemos baste lo dicho para comprender con cuanta razón ha sido el Comunismo condenado como intrínsecamente perverso, sin necesidad de decir que niega la existencia el vínculo matrimonial y su indisolubilidad, niega el derecho de propiedad y tantas otras cosas hasta trata de subvertir todo el orden social desde sus fundamentos, con la pretensión de formar una nueva humanidad sin Dios y sin su santa ley sumergida en un mar de odios y rencores.

¿Cuál debe ser fa actitud de los católicos? - Nuestra actitud, fidelidad al Papa. Por tanto, fieles a sus enseñanzas siempre:

Con el Comunismo, nada, absolutamente nada, Ante las repetidas condenaciones, procedentes de la autoridad suma del Catolicismo, nos vemos en la imperiosa necesidad de recomendar y aun de conminar a nuestros diocesanos (y si cabe a todos los cubanos) no quieran en manera alguna cooperar con el comunismo, o ir del brazo con el mismo; más aún, deben tratar de alejarse de este implacable y prepotente enemigo del Cristianismo cuanto puedan, y no dejarse impresionar por frases o promesas mis o menos disimuladas o halagüeñas, siempre falaces y taimadas, ni tampoco por la astucia que el Comunismo despliega al tender fa mano, que con tanto garbo sabe brindar a los católicos, ya que todo esto no es en realidad mis que una bien estudiada estratagema para mis fácilmente cazar incautos.

Queremos dejar constancia de que distinguimos entre comunismo y comunistas. Para éstos personalmente no debemos omitir nada de cuanto en su favor podamos hacer, practicando así el mandamiento divino de la caridad.

Todos habrán de tener muy presentes dos cosas: la primera, que no puede de parte nuestra haber concesiones en cuanto a los principios; ]a segunda, que los enemigos de la Iglesia, principalmente el Comunismo, conocen bien lo que se proponen, y persiguen bien sus objetivos sin debilidad ni titubeos.

Doctrina social de fa Iglesia. - Bueno fuera que siquiera los católicos pusiesen empeño en conocer la doctrina social de la Iglesia, la cual da solución satisfactoria a todos los problemas planteados en el campo económico y en el campo social; y se enterarían con cuanta razón comunistas sinceros y naturalmente honrados, al conocer esta doctrina, hubieron de exelamar: "ésta sí es verdadera solución a la cuestión social".

La parte material. - Aunque de ésta no nos ocupamos hoy, siquiera directamente, déjesenos, sin embargo, decir que la Iglesia ha reelamado siempre una más justa distribución de los bienes materiales. Nadie ha elamado a favor del necesitado como ha elamado la Iglesia, a la cual ojalá se le hubiese restado más atención por los poseedores de los bienes y por los detentores de la cosa pública. Muchas veces hemos dicho y repetimos hoy que para que los hombres no fuesen de peor condición que los brutos animales (como en realidad lo son en algo en muchas partes del mundo), alguien debiera saber con qué recursos cuenta cada familia para hacer frente a las necesidades de la vida, no suceda que haya seres humanos que al amanecer de un nuevo día no cuenten con un bocado de pan que llevar a la boca para ellos y para sus hijos, sin saber a quien dirigirse para remediar un estado de miseria que pone a muchos al borde de la desesperación. Esto es sencillamente inhumano y cruel: y espectáculo tan bochornoso debiera avergonzarnos a todo, lo mismo que el repugnante hacinamiento en que aún viven muchísimas familias no lejos muchas veces de suntuosos palacios.

En éste, como en otros puntos, es digno de loa el Gobierno de la Revolución por su solicitud a favor de las elases sociales tan necesitadas y tan abandonadas y lo consigamos muy complacidos.

Y no vaya nadie a pensar que por el hecho de haber expulsado a Dios, le va a entrar con la nueva luz del sol el pan de cada día, ni siquiera que va a tener más facilidad para adquirirlo, pudiendo, al revés sucederle que se quede sin plan y sin Dios.

Renovación de la vida cristiana.

Queremos a Dios: lo necesitamos. - Lo más grave de todo es que el comunismo, lo mismo que el materialismo tienen marcado empeño en que todos naveguemos con los ojos vendados por el mar de la vida, sin brújula y sin piloto, que es lo mismo que condenarnos a vivir sin esperanza, sin fe y sin amor, desconfiando de todo y de todos.

El materialismo y el comunismo arrojan a Dios de todas partes; pero es el caso que, al menos los católicos, no nos avenimos a vivir sin Dios, ni sin su santa Ley, sin la cual cualquier otra, obra de los hombres, carece de sólido fundamento: legislar sin Dios es fabricar sobre arena.

Queremos a Dios en todo: - A Dios queremos en todo, en todas partes y en todo momento. Queremos a Dios en el centro del hogar presidiendo la sociedad doméstica. Queremos a Dios en la escuela, en los tribunales de justicia, en el palacio legislativo, en los centros económicos y comerciales, en la industries, en el campo, en el hospital y en la cárcel. ¡Pobres presos y pobres enfermos sin Dios!

Queremos a Dios en todo, porque se lo merece, porque tiene pleno derecho a estar en todo y en todas partes, porque lo necesitamos todos continuamente. Queremos, por fin, a Dios, porque sin Dios, ¡el caos!

Sin Dios no hay paz. - Es mucho lo que amamos la familia, mucho lo que amamos la justicia y la honestidad de vida, es mucho lo que amamos la patria, para no suspirar porque de todas estas cosas tan caras a nuestro corazón sea Dios el sostén, como es el principio y el fin; y más, sabiendo que los hombres, aun los más grandes y los mejores intencionados, son por si solos incapaces de evitar el espantoso derrumbe social que amenaza al mundo, como igualmente lo son de sacar la sociedad, que se haya atascado, del atolladero en que haya podido meterse.

En realidad, ¿quién a espaldas de Dios podrá propiciar al pensar y al querer de todos la verdadera y necesaria unidad para el bienestar social" Sin la ayuda de Dios, ¿quién podrá armonizar los tantas veces encontrados intereses humanos, sobre todo si se rompen las compuertas de las naturales concupiscencias? ¿Quién si no Dios?

Expulsado Dios de la vida social, ¿dónde encontrar la paz tan hambreada por los individuos y las naciones? ¿Dónde?

Y, no obstante, la paz, la paz verdadera, está al alcance de la mano. Para alcanzarla es necesario y basta dar media vuelta a la derecha... porque nos encontramos al momento con Cristo, que es "nuestra paz". Todo lo demos es perder el tiempo. ¿Quién no lo sabe?

La mejor arma, el Decálogo. - Para obtener esta paz, usemos la fuerza de la razón y no la razón de la fuerza. Que cada hombre lleve dentro de sí mismo un policía empuñando fuertemente el arma del DECALOGO. Y, por lo mismo, que no se encuentre ninguno en ninguna parte, hábil para empuñar en la calle las armas inventadas por los hombres para matar hombres y destruir propiedades. ¡Qué horror!

El retorno a Dios. - Para lograr tan nobles propósitos, se impone movilizar las fuerzas todas de los que quieren vivir con Dios, y como Dios manda, empezando por sacudir el sopor, que invade a muchos, despreocupados de lo que más importa y de lo que está pasando a su alrededor, mientras el enemigo no se da punto de reposo.

Es, pues, absolutamente necesario que la vida toda, individual, social y nacional gire alrededor de Dios, y que todos practiquen su santa Ley, que a todos obliga por igual. Se impone el retorno a Dios, cuyo vacío es muerte y con nada ni con nadie puede llenarse. Es necesario recristianizar la sociedad, impregnando el ambiente del espíritu del Evangelio, único recurso para evitar el derrumbe social.

Ignorancia religiosa. - Para practicar la Ley de Dios y vivir como corresponde a un cristiano, robusteciendo continuamente nuestra fe, se requiere sólida y bien fundada instrucción religiosa, cuya falta resulta un poderoso aliado de los enemigos todos de la Iglesia. Para el Comunismo en acecho y en marcha, las masas de campesinos y ciudadanos desnutridos material y espiritualmente, resultan el mejor campo para sus actividades netamente ateas.

Cada hogar, una catequesis. - Para remediar la alarmante escasez de sacerdotes y de catequistas, es imprescindible convertir cada hogar en una catequesis doméstica, donde a los niños desde la más tierna edad se les enseñe todo lo que necesite saber un buen cristiano, además de practicar al lado de sus padres (lo que debe hacerse siempre aunque haya abundancia de sacerdotes) y junto con ellos los fundamentales deberes religiosos, de alabar, bendecir y dar gracias a Dios, práctica que nunca se olvida y se lleva en el corazón, como se lleva y se ama a esta primera maestra que es la propia madre.

Mas, puesto que en no pocos hogares los jefes de familia no siempre están suficientemente capacitados para dar cumplimiento a este deber primordial, en nombre de Dios hacemos un ferviente llamamiento a aquellas personas, mejor preparadas, a fin de que en sus propias casas, o en otro local adecuado, reúnan a los niños y aun a personas mayores para impartirles la conveniente instrucción religiosa, cuidando de que nadie se quede sin ella. Nos estamos refiriendo principalmente a los múltiples lugares del campo y aun de las ciudades, donde esta labor es de mayor urgencia.

La catequesis, el problema de más actualidad. - Algunos elocuentes testimonies corroborarán esta afirmación. La sociedad, afirma Pío XII, está necesitada de urgentes y enérgicos remedios; pocos, sin embargo, tan urgentes como la difusión del catecismo. "El catecismo, ha dicho Pío XI, es la primera de todas las obras de Acción Católica. La individual, ignorancia religiosa es la mayor mancha de las naciones católicas". León XIII ha escrito: "El campo de batalla en que ha de decidirse si la sociedad ha de ser cristiana o pagana, es el aula del catecismo".

En el siglo pasado decía Thiers, contemplando los desastres de la Comuna de París: "Es necesario que volvamos catecismo"; de Víctor Hugo es esta confesión tan importante: "Merecerían ser encarcelados los padres que mandan a su hijos a escuelas donde se diga abiertamente: aquí no se enseña catecismo". Por fin, para abreviar Montalembert en la alta resulta Asamblea Francesa, dijo: "No hay término medio entre Socialismo y el catecismo. Hoy diríamos, Comunismo.

Labor gratísima a Dios. - Sepan de antemano estos apóstoles de Cristo que la labor catequística es gratísima a Dios Nuestro Señor, ya que "lo más divino de las obras humanas, es enseñar a otros el del cielo". Sepan asimismo que, si pudiendo no lo hacen, quizá tengan que oir un día de labios del mismo Jesucristo las terribles palabras: "apártate de mí... porque tuve hambre y no me diste de comer..... No sólo tendremos que dar cuenta muy estrecha a Dios del mal que hayamos hecho, sino también del bien que, pudiendo hacer, no hicimos. Piensen y mediten despacio estas palabras nuestros amados diocesanos.

Coordinación de trabajo. - Deseamos ardientemente que estos centros catequísticos se pongan en contacto con sus respectivos Párrocos, de los cuales obtendrán el material catequístico necesario, que Nos les daremos si lo necesitan. Podrán igualmente dirigirse directamente al Director de la Obra Catequística, el Pbro. Pedro Meurice, Canciller del Arzobispado. Por fin, ninguno deje de informar al menos trimestralmente de la labor realizada.

Feliz augurio. - Iniciamos sin demora esta campaña evangelizadora, que ha de ser bendecida por Dios y por su Santísima Madre, Ntra. Señora, la Virgen de la Caridad, bajo cuyo patrocinio la ponemos.

Si todos se aprestan a actuar lo mejor que cada cual pueda y sepa, sin que nadie quede ocioso, sólo Dios sabe el cúmulo de bienes de todas elases que vamos a alcanzar de su divina mano, más que generosa, extremadamente pródiga.

Que nadie deje de enrolarse en esta campaña del bien, aun a costa de algún sacrificio, que Dios ha de querer recompensar con el ciento por uno, quizás hasta en bienes terrenos. Así se trabaja plenamente por Dios y por Cuba.

Apremiante llamamiento. - De los sacerdotes, de los religiosos v religiosas esperamos una cooperación decidida, rápida y constante. La esperamos de todos los organismos del elemento seglar católico, que deberán movilizarse con el mayor entusiasmo.

Bendiga la obra y bendiga a todos los colaboradores et Señor y la Virgen de la Caridad.

 

Santiago de Cuba, Mayo de 19ó0

 

 

+ENRIQUE, Arzobispo de Santiago de Cuba