La Iglesia Católica y la Nueva Cuba

 

Mons. Evelio Díaz, Obispo Auxiliar y
Administrador Apostólico de la Habana
31 de Mayo de 1959

En pasados y aciagos días, por ventura ya idos, que tan hondamente afectaron a nuestra Patria, a ruego de los angustiosos campesinos de nuestra Diócesis, de Pinar del Río, brotó de la abundancia de nuestro herido corazón de Pastor cubano aquella sentida oración por la Paz que, como pronto vimos, interpretaba el sentimiento profundamente cristiano de la inmensa mayoría de nuestro pueblo, que sin cesar, cuando nuestra tierra parecía cerrada a toda esperanza de paz y armonía entre los hermanos, elevaba su,, preces al cielo en demanda de auxilio y remedio a tanto dolor y angustia. La oración hecha clamor nacional, en alas de la más viva fe y firme esperanza fue ciertamente oída; y hoy la Patria, lo podemos decir con el más profundo rendimiento de gracias a Dios y a la Patrona de Cuba, N. S. de la Caridad del Cobre, goza de la paz tan vivamente anhelada e incesantemente pedida. No en balde nuestra Patria goza de tan hermoso y augusto Patrocinio. No en balde, quien es símbolo virginal de la maternidad más pura y hermosa, quiso un día, en la aurora de nuestra nacionalidad, llegar a pasos de luz naciente a nuestras playas sobre las azules aguas y sentar sus reales entre las palmas de las verdes laderas orientales.

En esta hora renaciente de la Patria, urgida de tantas y esenciales reparaciones nacionales, nada más necesario y oportuno que hacer un llamamiento a la conciencia y al patriotismo de todos los cubanos para que los fundamentos de esta nueva era de la Patria, se fragüen en los principios sólidos y permanentes de la justicia, de la libertad y sobre todo del amor, principios esencialmente cristianos, formulados por el evangelio en ese doble precepto de "amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos".

Si los cristianos, haciéndose acreedores de tal nombre, se penetraran profundamente de todo lo que importa y obliga ese doble precepto -regla de oro de los más altos quilates de la conducta humana- cederían generosamente, sin resentimientos tacaños y egoístas frente a los intereses que el bien común requiere. Es hora de despertar a luces nuevas y necesarias de la Patria. Los más, que hasta el presente han vivido, o mejor dicho sobrevivido, en las más precarias e inconfesables condiciones, afectados hasta la raíz de su decoro y dignidad de hombres, llaman con la voz fuerte, justa y sincera de la verdad a los menos, que han venido disfrutando de toda comodidad, abundancia y sobreabundantes riquezas, reclamando la función social de las mismas.

Piense el que todo le sobra, si tiene el concepto cristiano, si puede vivir con la conciencia tranquila frente al dolor, la miseria Y el abandono de sus innumerables hermanos, a quienes todo les falta. Es por lo que a la luz de los principios cristianos no podemos menos que alabar y bendecir a todos los que contribuyen a que sea una realidad feliz ese necesario y magnífico propósito, fundamental pilar de bienestar común que, con la confianza puesta en Dios, esperemos sea la nueva Ley Agraria, de cuya realización depende en gran parte el futuro próspero de nuestra Patria.

Que todo cubano sea dueño de su casa y de la tierra que trabaja, que todo cubano y todos los días pueda ganar honradamente su pan, y a todo el que no esté en condiciones de ganárselo, désele el pan de cada día.

Nosotros que nacimos, y después nos tocó regir espiritualmente una provincia eminentemente agrícola, como la de Pinar del Río, palpamos con el más vivo dolor, más de una vez, en nuestras visitas Pastorales miserables y angustiosas condiciones sociales de nuestros campesinos.

Creemos que nuestra actual Reforma Agraria en su noble propósito, entra de lleno dentro del espíritu y sentido de la justicia social cristiana, tan claramente planteada Y definida por el Pontificado romano, sobre todo desde León XIII en su Encíclica "Rerum Novarurn", que bien puede considerarse como el código de la justicia social cristiana ratificada por Pío XI en su Encíclica Cuadragésimo Anno y confirmada, dicha justicia social, en múltiples escritos y rnensajes por Pío XII. Recuérdese en confirmación de lo que venimos exponiendo, la viva actualidad de las palabras de este llorado Pontífice en su discurso del 10 de Junio de 1941.

"La propiedad familiar de la tierra es lo más conforme con la naturaleza".

"Entre todos los bienes que suelen ser objeto de propiedad privada. ninguno es más conforme a la naturaleza, según las enseñanzas de la "Rerum Novarum", que el terreno, la posesión en que habita la familia y de cuyos frutos saca en todo o parte de que vivir. Y espíritu de la "Rerum Novarum" es afirmar que, por regla general, sólo la estabilidad que radica en un terreno propio, hace de la familia la célula vital más perfecta y fecunda de la sociedad, pues reúne admirablemente con su progresiva cohesión las generaciones presentes y futuras".

En el momento actual, ciertas leyes ya aprobadas, demandan por parte de algunos, sacrificios y privaciones; pero para asentarlos en este sacrificio, habla de nuevo Pío XII en "Optatissima Pax", 18 de diciembre de 1947 y dice:

"Pero al mismo tiempo todos deben comprender que la crisis social es tan grande hoy, tan peligrosa para el porvenir, que es necesario que todos y cada uno, y especialmente los que más tienen, antepongan el bien común a los provechos y utilidades privadas. Y antes que nada urge la pacificación de los espíritus trayéndolos al acuerdo fraternal, a la comprensión".

La Reforma Agraria en sus justas intenciones y en su necesaria implantación en nuestra Patria se ajusta fundamentalmente al pensamiento de la Iglesia en cuanto a su principio de Justicia Social.

Su realización compromete la conciencia de todo cristiano, que, como tal, deponiendo todo interés egoísta y personal, debe contribuir al "interés del bien común" generosa y pacíficamente, como buen cubano y mejor cristiano.

31 de Mayo de 1959

 
+EVELIO DIAZ
Obispo Auxiliar de S.E. y Admor. Apostólico de La Habana