Cerrado por la nueva Constitución el período más crítico de nuestra existencia nacional, cúmplenos rendir acciones de gracias al Altísimo, pues si bien es cierto que la perfección, tan difícil de alcanzar en toda obra humana, no se puede proclamar en nuestra Carta Magna, nada es peor que la incertidumbre de una revolución sin fin en un Estado democrático sin su necesaria base. Nobles y animadas discusiones hubo en las que los Constituyentistas en mayoría abrumadora proclamando la existencia de Dios, de quien toda potestad dimana, y en cuyo nombre principia nuestra Constitución, determinaron la libertad de cultos con el debido respeto a la moral cristiana; sustentaron la necesidad de mantener libre la enseñanza religiosa privada; prescribieron la extinción de los gravámenes perpetuos de la propiedad, respetando los derechos del sector de la población afectado por esa medida que realizarán posteriores leyes; y dejaron camino abierto a toda reforma que la experiencia haga necesario en el futuro.Hoy importa ejercer el derecho del sufragio, no quedándose los defensores de nuestros santos ideales rezagados en el uso de un derecho, como lo determinan las leyes, el próximo día 14 de julio.
Al efecto nos ha parecido oportuno advertir, atendidas las circunstancias actuales:
Primero: que la Iglesia Católica en esta Arquidiócesis no tiene conexión con partido político alguno.
Segundo: que todo católico puede y debe votar libremente en cualquiera de nuestros partidos políticos, con la sola excepción del que mantenga un programa antirreligioso y ateo, seleccionando el candidato que por su honestidad y competencia más garantías ofrezca a los mejores ideales y necesidades de la Nación.
Tercero: que se puede votar directamente por un buen candidato, aunque indirectamente se favorezca a uno que no lo sea, porque sería peor la abstención por evitar lo segundo, dejando el campo libre a algún contrario.
Cuarto: que se debe sacrificar la simpatía personal, votando por algún buen candidato de arrastre ajuicio de los entendidos en la materia política electoral.
Quinto: que no se debe votar en columna en blanco por los candidatos que ya figuren en las columnas de las boletas electorales pues eso inutiliza el voto, y
Sexto: en resumen, que no debe dejarse de votar.
Contribuyamos todos a los mejores destinos de la Patria con la fe puesta en Dios y en la santidad de nuestros ideales.
Habana, 20 de junio de 1940.