La Reforma Agraria Cubana
y la
Iglesia Católica

 

Mons. Alberto Martín Villaverde, Obispo de Matanzas
5 de Julio de 1959
Publicado en la revista Bohemia.

Acerca de los problemas puramente técnicos que pueda suscitar la Reforma Agraria no le toca opinar a ningún obispo. Esto queda para los entendidos en economía y en agricultura. Pero en relación con sus aspectos sociales, por estar muy ligada a conceptos fundamentales de la filosofía cristiana de la vida, sí cabe a los pastores de la Iglesia expresar su opinión.

He aquí algunos principios básicos que, unidos a las exhortaciones del Sr. Obispo Auxiliar de La Habana y el Sr. Arzobispo de Santiago de Cuba, pueden servir para orientar a los católicos en asuntos de tanta actualidad.

1) Todo el mundo tiene derecho a ser oído por el Estado cuando cree que van a ser lesionados sus intereses y a que se tengan en cuenta sus objeciones y criterios; y en la exposición privada o pública de los mismos, siempre que se lleve a cabo dentro de los límites que la moral y las leyes exigen, ha de verse un elemento necesario a todo régimen democrático bien ordenado, que es el debate libre que sirve para canalizar pacíficamente la multiplicidad de las opiniones.

2) Las leyes de carácter general que benefician a las grandes mayorías de un pueblo, deben llevarse a cabo tratando de causar el menor daño posible a los intereses de las minorías; pero a la hora de tomar posiciones, y cuidando de no herir ningún derecho legítimo, es lícito dar leyes encaminadas al bien común aunque para ello no haya más remedio que exigir ciertos sacrificios materiales a unos u otros grupos de la sociedad.

3) Los bienes materiales no representan los más altos valores de la vida humana, puesto que por encima de ellos están los bienes espirituales sobrenaturales, pues, como enseña Santo Tomás, hasta la vida moral se dificulta cuando los hombres no tienen debidamente satisfechas las necesidades más elementales.

4) El estado clasista es el que no se ocupa más que de defender a una clase social dada, sea de los trabajadores o la de los propietarios y esta concepción del Estado es anticristiano. Pero no por ello ha de pensarse que el Estado debe colocarse en una posición intermedia, equidistante por igual de unos y de otros. El Estado, según los principios cristianos, debe ocuparse de procurar el bien de todos, pero atendiendo de un modo especial a las clases más necesitadas; y así decía el Sumo Pontífice León XIII en la encíclica "Rerum Novarum": "En el proteger los derechos de los particulares, débese tener en cuenta principalmente los de la clase ínfima, y pobre, porque la clase de los ricos se defiende por ,sus propios medios y necesita menos de la tutela pública, mas el pobre pueblo, falto de riquezas que lo aseguren, está peculiarmente confiado en la defensa del Estado.

5) Esto significa, en el caso concreto de Cuba, que el Estado tiene la obligación de velar con especialísima preferencia por los campesinos, que constituyen la case más desheredada de nuestra sociedad, y ésta debe ser meta suprema de la Reforma Agraria elevar el nivel de vida de nuestro campesinado.

6) Debe tenerse también cuidado, y por análogas razones, de que las disposiciones legales que atañen a la propiedad causen los menos trastornos posibles a los pequeños propietarios, cosa que tenemos entendido que ya está siendo tenida en cuenta por el gobierno.

7) Como ha dicho Su Santidad Pío XII: "La Iglesia defiende el derecho de la propiedad privada, derecho que ella considera fundamentalmente intangible. Pero también insiste en la necesidad de una distribución más justa de la propiedad y denuncia lo que hay de contrario a la naturaleza en una situación social donde, frente a un pequeño grupo de privilegiados y riquísimos, hay una enorme masa popular empobrecida". (Discurso de Marzo 11 de 1951). La distribución de la riqueza actualmente existente en Cuba no vacilamos en considerarla como un grave mal, al que deben ponerse enérgicos remedios, por exigirlo así la justicia social.

8) Los contratos de arrendamiento y de aparcería no son de por sí injustos, a no ser que las cifras de la renta o la participación en las utilidades fueran desproporcionado en relación con el valor de la tierra; pero hay que declarar públicamente que la sociedad ideal desde el punto de vista cristiano es aquella en que la propiedad se haya multiplicado lo más posible. A este propósito ha dicho Su Santidad Pío XII: "Entre todos los bienes que pueden ser objeto de la propiedad privada ninguno es más conforme a la naturaleza según enseña Rerum Novarum, que la tierra, esto es, la finca en que habita toda una familia y de cuyos frutos saca íntegramente, o al menos en parte, lo necesario para vivir. Y en el espíritu de la Rerum Novarum está el afirmar que, regularmente, sólo la estabilidad que radica en un terreno propio, hace de la familia la célula vital y más perfecta y fecunda de la sociedad" (Pío XII: Discurso de lo. de Junio de 1941 ). Esto significa que es profundamente cristiana la idea de hacer propietarios de su tierra al mayor número posible de agricultores, y a ello puede contribuir la presente Reforma Agraria.

9) El ideal comunista de que, tarde o temprano, las tierras lleguen a pertenecer todas al estado, se halla en contradicción con los principios cristianos, porque tiende a hacer del hombre un esclavo de la autoridad pública. En la evolución que siga en el futuro la Reforma Agraria Cubana deberá, pues, evitarse cuidadosamente que el campesino vaya a caer en una excesiva dependencia del Estado, que prácticamente anule el derecho de propiedad que la Ley concede. Esperamos que, por el contrario, el control tutelar estatal sobre la propiedad que aparece actualmente en la Ley, y que a muchos parece necesario en el momento inicial de la Reforma Agraria, se haga en el futuro cada vez menos rígido, teniéndose como meta educar y ayudar al campesino para que en el mañana sepa hacer un buen uso de su propiedad. En este punto hemos recogido con satisfacción ciertas declaraciones recientes del Primer Ministro de la República en que se expresa que las cooperativas no serán en modo alguno un paso hacia la colectivización de la tierra, sino un modo de hacer más eficaz el trabajo de los campesinos sin llevarlos por ello a la pérdida de la libertad.

10) Por todos estos motivos, y aun cuando existen puntos discutibles en la ley recientemente aprobada por el Consejo de Ministros, debemos alegramos como católicos de que haya Reforma Agraria, y hemos de pedirle a Dios que ilumine a quienes han de llevarla a cabo para que cumpla plenamente su finalidad esencial, que es procurar a nuestros campesinos una vida más decorosa, brindándoles ese "pan con libertad" de que ha hablado tantas veces en sus discursos el doctor Fidel Castro.

11) En el modo de llevarse a la práctica la Reforma Agraria, exhortamos de todo corazón a cuantas personas hayan de intervenir en ella para que procedan con la mayor ecuanimidad en todos los momentos, a fin de evitar que, con ocasión de los profundos cambios que habrán de verificarse en nuestro país, surjan, de una parte o de otra, actitudes violentas que puedan crear odios anticristianos entre los miembros de unas ,otras clases sociales. Y al mismo tiempo que esperamos que el gobierno use de una gran prudencia en los pasos que haya de dar para llevar ante la Reforma Agraria, hemos también de recordar las palabras señor Obispo de La Habana cuando, dirigiéndose a los ricos, les que adoptasen una actitud de patriótica generosidad ante la Reforma Agraria, sacrificando incluso algunos de los que ellos pudieran considerar sus legítimos derechos, en aras del bien común de la Patria y derecho de sus hermanos más necesitados a vivir una vida más con su condición de seres humanos.

 
Alberto Martín Villaverde
Obispo de Matanzas.