Poeta

	Como nacen las palmas en la arena
	Y la rosa en la orilla al mar salobre,
	Así de mi dolor mis versos surgen
	Convulsos, encendidos, perfumados.
	Tal en los mares sobre el agua verde,
	La vela hendida, el mástil trunco, abierto
	A las ávidas olas el costado,
	Después de la batalla fragorosa
	Con los vientos, el buque sigue andando.
	
	¡Horror, horror! ¡En tierra y mar no había
	Más que crujidos, furia, niebla y lágrimas!
	Los montes, desgajados sobre el llano
	Rodaban; las llanuras, mares turbios,
	En desbordados ríos convertidas,
	Vaciaban en los mares; un gran pueblo
	Del mar cabido hubiera en cada arruga;
	Estaban en el cielo las estrellas
	Apagadas; los vientos en jirones
	Revueltos en la sombra, huían, se abrían,
	Al chocar entre sí, y se despeñaban;
	En los montes del aire resonaban
	Rodando con estrépito; ¡en las nubes
	Los astros locos se arrojaban llamas!
	
	Río luego el Sol; en tierra y mar lucía
	Una tranquila claridad de boda.
	¡Fecunda y purifica la tormenta!
	Del aire azul colgaban ya, prendidos
	Cual gigantescos tules, los rasgados
	Mantos de los crespudos vientos, rotos
	En el fragor sublime. ¡Siempre quedan
	Por un buen tiempo Iuego de la cura
	Los bordes de la herida sonrosados!
	Y el barco, como un niño, con las olas
	Jugaba, se mecía, traveseaba.
	

Sin título en el original . Lo mismo decimos de la que se ha titulado "Noche de Mayo".
(Nota de Gonzalo de Quesada y Aróstegui.)