Amor de Ciudad Grande


	De gorja son y rapidez los tiempos.
	Corre cual luz la voz; en alta aguja,
	Cual nave despeñada en sirte horrenda,
	Húndese el rayo, y en ligera barca
	El hombre, como alado, el aire hiende.
	¡Así el amor, sin pompa ni misterio
	Muere, apenas nacido, de saciado!
	¡Jaula es la villa de palomas muertas
	Y ávidos cazadores! Si los pechos
	Se rompen de los hombres, y las carnes
	Rotas por tierra ruedan, ¡no han de verse
	Dentro más que frutillas estrujadas!
	
	Se ama de pie, en las calles, entre el polvo
	De los salones y las plazas; muere
	La flor el día en que nace. Aquella virgen
	Trémula que antes a la muerte daba
	La mano pura que a ignorado mozo;
	El goce de temer; aquel salirse
	Del pecho el corazón; el inefable
	Placer de merecer; el grato susto
	De caminar de prisa en derechura
	Del hogar de la amada, y a sus puertas
	Como un niño feliz romper en llanto;
	Y aquel mirar, de nuestro amor al fuego,
	Irse tiñendo de color las rosas,
	¡Ea, que son patrañas! Pues gquién tiene
	Tiempo de ser hidalgo? ¡Bien que sienta,
	Cual áureo vaso o lienzo suntuoso,
	Dama gentil en casa de magnate!
	¡O si se tiene sed, se alarga el brazo
	Y a la copa que pasa se la apura!
	Luego, la copa turbia al polvo rueda,
	¡Y el hábil catador - manchado el pecho
	De una sangre invisible - sigue alegre
	Coronado de mirtos, su camino!
	¡No son los cuerpos ya sino desechos,
	Y fosas, y jirones! ¡Y las almas
	No son como en el árbol fruta rica
	En cuya blanda piel la almíbar dulce
	En su sazón de madurez rebosa,
	Sino fruta de plaza que a brutales
	Golpes el rudo labrador madura!
	
	¡La edad es ésta de los labios senes
	De vinillos humanos, esos vasos
	Donde el jugo de lirio a grandes sorbos
	Sin compasión y sin temor se bebe!
	¡Tomad! ¡ Yo soy honrado, y tengo miedo!
	

Nueva York, abril de 1882