De pie, cada mañana, Junto a mi áspero lecho está el verdugo. Brilla el sol, nace el mundo, el aire ahuyenta Del cráneo la malicia, Y mi águila infeliz, mi águila blanca, Que cada noche en mi alma se renueva, Al alba universal las alas tiende Y, camino del sol, emprende el vuelo. ........................... ........................... Y en vez del claro vuelo al sol altivo Por entre pies ensangrentada y rota, De un grano en busca el águila rastrea. Oh noche, sol del triste, amable seno Donde su fuerza el corazón revive, Perdura, apaga el sol, toma la forma De mujer libre y pura, a que yo pueda Ungir tus pies, y con mis besos locos Ceñir tu frente y calentar tus manos. Librame, eterna noche, del verdugo, O dale a que me dé con la primera Alba una limpia y redentora espada. ¿Que con qué la has de hacer? ¡Con luz de estrellas!
Se ha optado por poner puntos suspensivos donde el poeta había dejado claros,
ya de versos, ya de algunas palabras, con la intención evidente de llenarlos después.
(Nota de Gonzalo de Quesado y Aróstegul.)