Media Noche


	¡Oh, qué vergüenza! El Sol ha iluminado
	La Tierra; el amplio mar en sus entrañas
	Nuevas columnas a sus naves rojas
	Ha levantado; el monte, granos nuevos
	Juntó en el curso del solemne día
	A sus jaspes y breñas; en el vientre
	De las aves y bestias nuevos hijos
	Vida, que es forma, cobran; en las ramas
	Las frutas de los árboles maduran;
	¡ Y yo, mozo de gleba, he puesto sólo.
	Mientras que el mundo gigantesco crece,
	Mi jornal en las ollas de la casa!
	
	¡Por Dios, que soy un vil! ¡No en vano el sueño
	A mis pálidos ojos es negado!
	¡No en vano por las calles titubeo
	Ebrio de un vino amargo, cual quien busca
	Fosa ignorada donde hundirse, y nadie
	Su crimen grande y su ignominia sepa!
	¡No en vano el corazón me tiembla ansioso
	Como el pecho sin calma de un malvado!
	
	¡El cielo, el cielo, con sus ojos de oro
	Me mira, y ve mi cobardía, y lanza
	Mi cuerpo fugitivo por la sombra
	Como quien loco y desolado huye
	De un vigilante que en sí mismo lleva!
	¡La Tierra es soledad! ¡La luz se enfría!
	¿Adónde iré que este volcán se apague?
	gAdónde iré que el vigilante duerma?
	
	¡Oh, sed de amor! Oh, corazón prendado
	De cuanto vivo el Universo habita:
	Del gusanillo verde en que se trueca
	La hoja del árbol; del rizado jaspe
	En que las ondas de la mar se cuajan;
	De los árboles presos, que a los ojos
	Me sacan siempre lágrimas; del lindo
	Bribón gentil que con los pies desnudos
	En fango y nieve, diario o flor pregona.
	
	¡Oh, corazón, que en el carnal vestido
	No hierros de hacer oro, ni belfudos
	Labios glotones y sensuosos mira,
	Sino corazas de batalla; y hornos
	Donde la vida universal fermenta!
	¡ Y yo, pobre de mi!, ¡preso en mi jaula,
	La gran batalla de los hombres miro!