¡Magníficos espejos Que vieron mozos los que copian viejos! - ¡Espléndidos tapices Hechos de antaño a proteger deslices! - ¡Doradas cornucopias - Del salón secular al tapar propias! ¡Severos sitiales Sustento y marco ayer de épocas reales! - Solos los dos: - El viene - Escucha - ¡Luego! - ¡Quema tu beso! - ¡Vuélveme mi fuego! - ¡Y se lo vuelve! - Y el espejo sabio No del marido reflejó el agravio Que de otra dama aspira ser cortejo En cercano salón: ¡ley del espejo! - En tanto, cual de espumas Hijo de Venus, el Amor alado Surgiera en concha de azuladas brumas Por invisible geniecillo alzado, Y moviendo los pálidos corales Clamara por los senos maternales,- Un niño se despierta En la alcoba magnífica desierta. ¡Niño que sufre, me parece mío! ¡Labio sin leche, rosa sin rocío! - Como espuma agitada Revuelve el lecho aquella rosa alada; En la cortina azul, en urna añeja Su última luz la lámpara refleja: - Allí vieron los ojos Lúgubres sombras entre tonos rojos,- Y el niño, al fin, desesperado llora, Y allá, junto al espejo, se oye: "¡Ahora!" 28 de noviembre |