2.- Adelante, hacia Jaragüeta. En los ingenios. Por la cana vasta y abandonada de Sabanilla : va Rafael Portuondo a le casa, a traer las 5 reses: vienen en mancuerna: !pobre gente, a la lluvia! Llegamos a "Leonor", y ya, desechando la tardía comida, con queso y pan nos habíamos ido a la hamaca, cuando llega con caballería de Zefi el corresponsal del "Herald", George Eugene Bryson. Con él trabajo hasta las 3 de la mañana.
3.- A las 5, con el Coronel Ferié, que vino anoche a su cafetal de Jaragüeta, en una altura, y un salón como escenario, y al pie un vasto cuadro, el molino ocioso, del cacao y café. De lo alto, a un lado y otro, cae, bajando, el vasto paisaje, y dos aguas cercanas, de techos de piedras en lo hondo, y las palmas sueltas y foado de monte, muy lejano. Trabajo el día entero, en el manifiesto al "Herald", y más para Bryson. A la 1, al buscar mi hamaca, veo a muchos por el suelo, y creo que se han olvidado de colgarla. Del sombrero hago almohada : me tiendo en un banco: el frío me echa a la cocina encendida. me dan la hamaca vacía : un soldado me echa encima un mantón viejo : a las 4, diana.
4.- Se va Bryson. Poco después, el consejo de guerra de Masabó. Violó y robó. Rafael preside, y Mariano acusa. Masabó sombrío, niega : rostro brutal. Su defensor invoca nuestra llegada, y pide merced. A muerte. Cuando leían la sentencia, al fondo del gentío, un hombre pela una caña. Gómez arenga. "Este hombre no es nuestro compañero: es un vil gusano". Masabó, que no se ha sentado, alza con odio los ojos hacia él. Las fuerzas, en gran silencio, oyen y aplauden. "¡Que viva!" Y mientras ordenan la marcha, en pie queda Masabó, sin que se le caigan los ojos, ni en la caja del cuerpo se vea miedo: los pantalones, anchos y ligeros, le vuelan sin cesar, como a un viento rápido. Al fin van, la caballería, el reo, la fuerza entera, a un bajo cercano; al sol. Grave momento el de la fuerza callada, apiñada. Suenan los tiros y otros más, y otro de remate. Masabó ha muerto valiente. ¿Cómo me pongo Coronel? ¿De frente o de espalda ? "De frente". En la pelea era bravo.
5.- Maceo nos había citado para Bocucy, a donde no podemos llegar a las 12, a la hora que nos cita. Fue anoche el propio, a que espere en su campamento. Vamos con la fuerza toda. De pronto, unos jinetes. Maceo, con un caballo dorado, en traje de holanda gris : ya tiene plata la silla, airosa y con estrellas. Salió a buscarnos, porque tiene a su gente de marcha al ingenio cercano ; a Mejorana, va Maspon a que adelanten almuerzo para cien. El ingenio nos ve como de fiesta: a criados y trabajadores se les ve el gozo y la admiración-. el amo, anciano, colorado y de patillas, de jipijapa y pie pequeño, trae Vermouth, tabaco, ron, malvasía. "Maten tres, cinco, diez, catorce gallinas". De seno abierto y chancleta viene una mujer a ofrecernos aguardiente verde, de yerbas : otra trae ron puro. Va y viene el gentío. De ayudante de Maceo lleva y trae, ágil y verboso, Castro Palomino. Maceo y Gómez hablan bajo, cerca' de mi: me llaman a poco, allí en el portal: que Maceo tiene otro pensamiento de gobierno : una junta de los generales con mando, por sus representantes, y una Secretaría General: - la patria, pués, y todos los oficios de ella, que crea y anima al ejército, como Secretaría del ejército. Nos vamos a un cuarto a hablar. No puedo desenredarle a Maceo la conversación: "¿pero usted se queda conmigo o se va con Gémez?". Y me habla, cortándome las palabras, como si fuese yo la continuación del gobierno leguleyo y su representante. Lo veo herido - "lo quiero - me dice, menos de lo que lo quería" - por su reducción a Flor en el encargo de la expedición, y gastos de sus dineros. Insisto en deponerme ante los representantes que se reúnan a elegir gobierno. No quiere que cada jefe de operaciones mande el suyo, nacido de su fuerza: él mandará las cuatro de Oriente: "dentro de 15 días estarán con usted - y serán gentes que no me las pueda enredar allá el Doctor Martí". - En la mesa, opulenta y premiosa, de gallina y lechón, vuélvese el asunto : me hiere y me repugna : comprendo que he de sacudir el cargo, con que se me intenta marcar, de defensor ciudadanesco de las trabas hostiles al movimiento militar. Mantengo, rudo : el Ejército, libre. - y el país, como país y con. toda su dignidad representado. Muestro mi descontento de semejante indiscreta y forzada cónversación, a mesa abierta. en la prisa de Maceo por partir. Que va a caer la noche sobre Cuba, y ha de andar seis horas. Allí cerca, están sus fuerzas : pero no nos lleva a verlas : las fuerzas reunidas de Oriente, Rabí, de Jiguaní, Busto de Cuba, las de José, que trajimos. A caballo, adiós rápido. "Por ahí se van ustedes" - y seguimos con la escolta mohína ; ya entrada 1a tarde, sin los asistentes que quedaron con José, sin rumbo cierto. a un galpón del camino, donde no desensillamos. Van por los asistentes: seguimos a otro rancho fangoso, fuera de los campamentos, abierto ataque. Por carne manda Gómez al campo de José: la traen los asistentes. Y así, como echados, y con ideas tristes, dormimos.