22.- Día de espera impaciente. Baño en el río, de cascadas y hoyas y grandes piedras, y golpes de caña a la orilla. Me lavan mi ropa azul, mi cha- marreta.
A mediodía vienen los hermanos de Luis, orgu- llos de la comida casera que nos traen: huevos fritos, puerco frito y una gran torta de pan de maíz. Co- memos bajo el chubasco; y luego, de un macheteo, izan una tienda, techadas con las capas de goma. Toda la tarde es de noticias inquietas : viene desertado de las escuadra de Guantánamo un sobrino de Luis que fue a hacerse de arma; y dice que bajan fuer- zas ; otro dice que de Baitiquiri, donde está de te- niente Luis Bertot traidor en Bayamo, han llegado a San Antonio, los exploradores, a registrar el monte. Las escuadras, de criollos pagados, con un ladrón feroz a la cabeza, hacen la pelea de España, la única pelea temible en estos contornos.
A Luis, que vino al anochecer, le llegé carta de su mujer; que los exploradores, y su propio hermano es uno de ellos van citados por Garrido, el teniente ladrón, a juntársele a la Caridad y ojear a todo Cajuerí ; que en Vega Grande y los Quemados y en muchos otros pasos nos tienen puestas 'emboscadas. Dormimos donde estábamns, divisando el camino. Hablamos hoy de Céspedcs y cuenta Gómez la casa de portal en que lo hallé en las Tunas. cuando fue, en mala ropa, con quince rifleros a decirle cómo subía, peligrosa, la guerra desde Oriente. Ayudantes pulcros, con polainas. Céspedes : kepis y tenacillas de cigarros. La guerra abandonada a los jefes, que pedían en vano dirección, contrastaba con la festividad del cortejo tunero. A poco, el gobierno tuvo que acogerse a Oriente. "No había nada, Martí" ni plan de campaña, ni rumbo tenaz y fijo. Que la sabina, olorosa como el cedro, da sabor y eficacia medicinal, al aguardiente. Que el té de yagruma, de las hojas grandes de la yagruma, es bueno para el asma. Juan llegó, el de las escuadras, él vió muerto a Flor, muerto con su bella cabeza fría y su labio roto y dos balazos en el pecho; el 10 lo mataron. Patricio Corona, errante once días de hambre, se presentó a los voluntarios. Maceo y dos más se juntaron con Moncada. Se vuelven a las casas los hijos y los sobrinos de Luis : Ramón, el hijo de Eufemio, con su suave tez achocolatada, como bronce carrníneo, y su fina y perfecto cabeza, y su agíl cuerpo púher, Magdaleno, de magnífico molde, pie firme, cana enjuta, pantorrilla volada, muslo largo, tórax pleno, brazos graciosos, "en el cuello delgado la la cabeza pura, de bozo y barbe crespa el machete al cinto y el yarey alón y picudo. Luis duerme con nosotros.
23.- A la madrugada, listos ; pero no llega Eufemio, que debía ver salir a los exploradores, ni llega respuesta de la fuerza. Luis va a ver, y vuelve con Eufemio. Se han ido los exploradores. Emprendemos marcha tras ellos. De nuestro campamento de dos días, en el Monte de la Vieja salimos monte abajo, luego. De una loma al claro donde se divisa, por el sur, el palmar de San Antonio, rodeado de jatiales y charrascos, en la hoya fértil de los cañandones, y a un lado y a otro montes, y entre ellos el mar. Ese monte, a la derecha, con un tajo como de sangre, por cerca de la copa, es doña Mariana, ése, al Sur, alto entre tantos, es el Pan de Azúcar. De 8 a 2 caminamos, por el jatial espinudo, con el pasto bueno y la flor roja y baja del guisado de tres puyas: tunas, bestias sueltas. Hablamos de las excursiones de Gómez cuando la otra guerra. Gómez elogia el valor de Miguel Pérez: "dió un traspiés, lo perdonaron y él fue leal siempre al gobierno" ; "en una yagua recogieron su cadáver ; lo hicieron casi picadillo" ; "eso hizo español a Santos Pérez". Y al otro Pérez, dice Luis, Policarpo le puso las parras de antiparras.
"Te voy a cortar las partes", le gritó en pelea a Policarpo. "Y yo a tí las tuyas". Y se las puso. ",pero, ¿por qué pelean contra los cubanos esos cubanos? Ya veo que no es por opinión, ni por cariño imposible a España". "Pelean esos puercos, pelean así por el peso que les pagan, un peso al día menos el rancho que les quitan. Son los vecinos malos de los caceríos, o los que tienen un delito que pagar a la justicia, o los vagabundos que no quieren trabajar, y unos cuantos indios de Baitiquirí y de Cajuerí. Del café hablamos, y de los granos que los sustituyen: el platanillo y la boruca. De pronto bajamos a un bosque alto y alegre, los árboles caídos sirven de puente a la primer poza, por sobre hojas mullidas y frescas pedreras, vamos a grata sombra, al lugar de descanso: el agua corre, las hojas de la yagruma blanquean el suelo, traen de la cañada a rastros, para el chubasco, pencas enormes, me acerco al rumor, y veo entre piedras y helechos, por remansos de piedras finas y alegres cascadas, correr el agua limpia. Llegan de noche los 17 hom- bres de Luis, y él, sólo, con sus 63 anos, una hora delante: todos a la guerra: y con Luis va su hijo.