16.- Cada cual con su ofrenda - buniato, sal- chichón. licor de rosa, caldo de plátano. Al mediodía, marcha loma arriba, río al muslo, bello y ligero bosque de pomarrosas ; naranjas, caimitos Por abras tupidas y mangales sin fruta llegamos a un rincón de palmas, y al fondo de dos montes bellísimos. - Allí es el campamento. La mujer' india... de ojos ardientes, rodeada de 7 hijos, en traje negro roto, con el pañuelo de toca atado a lo alto por las trenzas, pila café. La gente cuelga hamacas, se echa a la cana, junta candela, traen caña al trapiche para el guarapo del café. Ella mete la caña, descalza. Antes, en el primer paradero, en la "asa de la madre e hijona espantada, el General me dio a beber miel, para que probara' que luego de tomarla se calma la sed. Se hace ron de pomarrosa. Queda escrita la correspondencia de Nueva York, y toda la de Baracoa.
17.- La mañana en el campamento. Mataron res ayer y al salir el sol, ya están los grupos a los calderos. Domitila, ágil y buena con su pañuelo egipcio, salta al monte y trae un acopio de tomates, culantro y orégano. Uno me da un chopo de malanga. Otro, en taza caliente, guarapos y hojas. Muelen un mazo de cañas. Al fondo de la casa, la vertiente con su sitieríos cargados de cocos y plátanos, de algodón y tabaco silvestre: al fondo, por el río, el cuajo de potreros; y por los claros, naranjos, alrededor los montes, redondos, apacibles: y el infinito azul arriba con esas nubes blancas, y surcan perdidas... detrás la noche. La libertad en lo azul. Me entristece la impaciencia. Saldremos mañana. Me meto la Vida de Cicerón en el bolsillo en que, llevo 50 cápsulas. Escribo cartas. Prepara el General dulce de raspa de coco con miel. Se arregla la salida para mañana. Compramos miel al ranchero de los ojos azorados y la barbija. Primero, 4 reales por el galón, luego después del sermón, regala dos galones. Viene Saraguita. Juan Telesforo Rodríguez, ya no quiere llamarse Rodríguez, porque ese nombre llevaba de práctico de los españoles, y se va con nosotros. Ya tiene mujer. Al irse, se escurre. El pájaro, bizambo y desorejado, juega al machete ; pie formidable ; le sube el ojo como marfil donde da el sol en la mancha de ébano. Mañana salimos de la casa de José Pineda: Goya, la mujer. (Jojó arriba)
18.- A las 9 y media salimos. Despedida en la fila. G. lee las promociones. El Sargento Pto. Rico dice.- "Yo muero donde muera el G. Martí. Buen adiós a todos, a Ruenes y a Galano, el Capitán Cardoso, a Rubio, a Dannery, a José Martínez, a Ricardo Rodríguez. Por altas lomas pasamos seis veces al río Jojó. Subimos la recia loma de Pavano, con el panalito en lo alto y en la cumbre la vista de naranja de china. Por la cresta subimos... y otro fletaba al aire leve, veteado... A lo alto de mata a mata colga ba, como cortinaje, tupido, una enredadera fina ; de hoja menuda y lanceolada. Por las lomas, el café cimarrón. La pomarrosa bosque. En torno, la hoya. y más allá los montes azulados, y el penacho de nubes. En el camino a los calderos, de Angel Casiro, decidimos dormir, en la pendiente. A machete abrimos claro. De tronco a tronco tendemos las hamacas : Guerra y Paquito por tierra. La noche bella no deja dormir. Silva el grillo; el lagartijo quiquiquea, y su coro le responde ; aun se ve, entre la sombra, que el monte es de cupey y de paguá, la palma corta y espinada: vuelan despacio en torno las animitas; entre los nidos estridentes, oigo la música de la selva, compuesta y suave, como de finísimos violines ; la música ondea, se enlaza y desata, abre el ala y se posa, titila y se eleva, siempre sutil y mínima es la miríada del son fluido: ¿qué alas rozan las hojas? ¿qué violín diminuto, y oleadas de violines, sacan son, y alma, a las hojas? ¿qué danza de almas de hojas? Se nos olvidó la comida ; comimos salchichón y chocolate y una lonja de chopo asado. La ropa se secó a la fogata.