13.- Esperaremos a Masó en lugar menos abierto, cerca de Rosalio, en casa de su hermano. Voy aquie- tando: a Belkito, a Pacheco, y a la vez impidiendo que me muestren de vuelta los potreros de ayer, se- guimos Cauto arriba, y Bellito, pica espuelas para en- señarme el bello estribo, de copudo verdor, donde. como un ancho recodo al frente se encuentran los dos ríos : el Contramaestre entra allí al Cauto. Allí, en aquel estribo, que da por su fondo a los potreros de la Travesía, ha tenido Bellito campamento : buen . campamento: allí arboleda oscura, y una gran ceiba. Cruzamos el Contramaestre, y, a poco, nos apeamos en los ranchos abandonados de Pacheco. Aquí fue cuando esto era monte, el campamento de los Ríos, donde O'Keilly se dio primero con los insurrectos, antes de ir a Céspedes. Y hablamos de las tres Alta- gracias. Altagracia la cubana, donde estuvimos. Al- tagracia de Manduley. Y Altagracia la Bayamesa. De sombreros : "tanta tejedora que hay en Holguín". De Holguín, que es tierra seca, que se bebe la lluvia, con sus casas a cordel y sus patios grandes, hay mil vacas paridas en Holguin". Me buscan hojas de zar- za, o de tomate, para untarla de sebo, sobre los na- cidos. Artigas le saca flecos a la jáquima que me trae Bellito. Ya está en rancho barrido : hamacas, es- cribir, leer ; lluvia ; sueno inquieto.

14.- Sale una guerrilla para "La Venta", el caserío con la tienda de rebentoso, y el fuerte de 25 hombres. Mandan, horas después, al alcalde : el gallego José González, casado en el país, que dice que es alcalde a la fuerza, y espera en el rancho de Miguel Pérez, el pardo que está aquí de cuidador, barbero. Escribo, poco y mal, porque estoy pensando con zozobra y amargura. ¿Hasta qué punto será útil a mi país mi desistimiento? Y debo desistir, en cuanto llegase la hora propia, para tener libertad de aconsejar, y poder moral para resistir el peligro que de años atrás preveo, y en la soledad en que voy, impere acaso, por la desorganización e incomunicación que en mi aislamiento no puedo vencer, aunque a campo libre ; la revolución entraría, naturalmente, por su unidad de alma en las formas que asegurarían y acelerarían su triunfo. Rosalio va y viene, trayendo recados, leche, cubiertos, platos: ya es prefecto de Dos Ríos. Su andaluza prepara para un enfermo una purga de higuereta, de un catre la hace hamaca, le acomoda un traje: el enfermo es José Gómez, granadino, risueño, de franca dentadura: '"Y usted Gómez, ¿cómo se nos vino para acá? Cuénteme, desde que vino a Cuba". "Pués yo vine hace dos años, y me rebajaron, y me quedé trabajando en el Camagüey. Nos rebajaron así a todos, para cobrarse nuestro sueldo, y nosotros de lo que trabajábamos vivíamos. Yo no veía más que criollos, que me trataban muy bien : yo siempre vestí bien, y gané dinero, y tuve amigos: de mi paga en dos años. solo alcancé doce pesos. Y ahora me llamaron al cuartel, y no sufrí tanto como otros, porque me hicieron cabo; pero aquello era maltratar a los hombres, que yo no lo podía sufrir, y cuando un oficial me pegó dos cocotazos, me callé y me dije que no me pegaría más, y me tomé el fusil y las cápsulas, y aquí estoy". Y a caballo, en su jipijapa y saco pardo, con el rifle por el arzén de su potranca, y siempre sonriendo. Se agolpan al rancho, venideros de la Sabana, de Hato del Medio, los balseros que fueron a preguntar si podían arrear la madera: vuelven a Cauto del Embarcadero, pero no a arrearla : prohibidos, los trabajos que den provecho, directo o indirecto, al enemigo.

Ellos murmuran: querían saber: están preparados a salir; con el Comandante Contiño. Veo venir a caballo, a paso sereno bajo la lluvia, a un magnífico hombre, negro de color, con gran sombrero de ala vuelta, que se queda oyendo, atrás del grupo y con la cabeza por sobre él. Es Casiano Leyva, vecino de Rosalio, práctico por Guamo, entre los triunfadores el primero, con su hacha potente: y al descubrirse le veo el noble rostro, frente alta y fugitiva, combada al medio, ojos mansos y firmes, de gran cuenca; entre pómulos anchos, nariz pura; y hacia la barba aguda la pera canosa : es heróica la caja del pecho, subida en las piernas delgadas : una bala, en la pierna : él lleva permiso de dar carne al vecindario; para que no maten demasiada res. Habla suavemente ; y cuanto hace tiene inteligencia y majestad. El luego irá por Guamo. Escribe las instrucciones generales a los jefes y oficiales.