10.- De Altagracia vamos a la Travesía. Allí volví a ver de pronto, a la llegada, el Cauto, que ya venía crecido, con su curso ancho en lo hondo, y a los lados, en vasto declive, los barrancos. Y pensé de pronto, ante aquella hermosura, en las pasiones bajas y feroces del hombre. Al ir llegando, corrió Pablo una novilla, negra, de astas nacientes, y la echan contra un árbol, donde, a vueltas, le van cortando la soga. Los caballos, erguidos, resoplan : les brillan los ojos. Gómez toma del cinto de una escolta el machete, y abre un tajo, rojo, en el muslo de la novilla. "! Desjarreten esa novilla!" Uno, de un golpe, la desjarreta, y se arrodilla el animal, mugiendo: Pancho, al oír la orden de matar. le mete, mal, el machete, por el pecho, una vez y otra : uno, más certero, le entra hasta el corazón: y vacila y cae la res y de las bocas sale en chorro la sangre. Se la llevan arrastrando. Viene Francisco Pérez, de buen continente, enérgico y carirredondo, capitán natural de sus pocos caballos buenos"hombre sano y seguro. Viene el Capitán Pacheco, de cuerpo pequeño, de palabra tenaz y envuelta, con el decoro y la aptitud abajo: tomó un arria, sus mismos cubanos le maltrataron la casa y le rompieron el burén, "yo no he venido a aspirar, sino a servir a la patria", pero había sin cesar y como a medias, de los que hacen y de los que no hacen, y de que los que hacen menos suelen alcanzar más que el que hace", "¡pero él solo ha venido a servir a la patria!" "¡ Mis polainas son estas!", las pantorrillas desnudas: el pantalón a la rodilla, los borceguíes de baqueta ; el yarey, amarillo y púrpura. Viene Bellito, el Coronel Bellito de Jiguaní, que por enfermo había quedado acá. Lo adivino leal, de ojo claro de asalto, valiente en hacer y en decir. Gusta de hablar su lengua confusa, en que, en las palabras inventadas, se le ha de sorprender el pensamiento. "La revolución murió por aquella infamia de deponer a su caudillo". "Eso llenó de tristeza el corazón de la gente".

"Desde entonces empezó la revolución a volver atrás". "Ellos fueron los que nos dieron el ejemplo", - ellos, los de la Cámara", - cuando Gómez censura agrio las rebeliones de García, y su cohorte de consejeros: Belisario Peralta, el venezolano Barreto, Bravo y Senties, Fonseca, Limbano Sánchez, y luego Collado. Bello habla dándose paseo, como quien espía al enemigo, o lo divisa, o cae sobre él, o salta de él. "Eso es lo que la gente quiere: el buen carácter de mando". "No señor, a nosotros no se nos debe hablar así, porque no se lo aguanto a hombre nacido". "Yo he sufrido por mi patria cuanto haiga sufrido el mejor General". Se encara a Gómez que lo increpa porque los oficiales dejan pasar a Jiguaní las reses que llevan pase en nombre de Rabí. "Las que sean ; y además esa es la orden del Jefe, y nosotros tenemos que obedecer a nuestro Jefe". "Ya se que eso está mal, y no debe entrar res ; pero el menor tiene que obedecer al mayor". Y cuando Gómez dice: "Pués lo tienen a usted bueno con lo de Presidente. Martí no será Presidente mientras yo esté vivo", y en seguida, "porque yo no sé que le pasa a los Presidentes, que cuando llegan ya se echan a perder, excepto Juárez, y de eso un poco y Washington". Bello, animado, se levanta, y da dos o tres brincos, y el machete le baila a la cintura. "Eso será a la voluntad del pueblo" : y murmura : "Porque nosotros, - me dijo otra vez acodado a mi mesa con Pacheco, hemos venido a la revolución para ser hombres, y no para que nadie nos ofenda en la dignidad de hombres". En lluvias, jarros de café, y plática de Holguín y Jiguaní llega la noche. Por noticias de Masó esperamos. ¿Habrá ido a la concentración con Maceo? Miró a oscuras, roe en la púa de una paloma rabiche -. Mañana mudaremos de casa.