ESCENA II

Martino con el Indio, al frente del grupo del Pueblo.

Martino.

Valor, amigos, la victoria es nuestra.
Castilla tiembla, nuestra es la victoria.
Y mi casa es del pueblo. Es de vosotros.
Porque a la patria vuestro juicio importa.
Porque la patria su ventura espera
de vuestra decisión. Llegó la hora
de quebrantar la ley de la Colonia.
El cetro quebrantado, por los mares
irán nuestros productos a remotas
playas. ¡Nuestros destinos serán nuestros;
Nuestros hermanos, nuestros, que la cólera
del vengativo rey en las prisiones
su bravura y nobleza galardonan!
El talento es un crimen, y otro crimen
la misma voluntad. Su necia pompa,
más brilla con tus lágrimas amargas
que con la viva lumbre de sus joyas:
¡Cada piedra o moneda, cada verde
esmeralda luciente, cada roja
piedra, rubí o zafiro, un alma encierra
que, encadenada, en ella se devora!
¡Libertad a las almas de los pueblos!
¡Truéquense en oro las brillantes joyas!
¡Llamas y libertad! Un rey malvado
que a nuestros .pueblos sin piedad explota,
un rey que por la muerte de su patria
con el conquistador chocó las copas,
un rey traidor que su lugar tuviera
en el imperio de la triste Roma,
de luto llena y de vergüenza anubla
las conmovidas playas españolas.
Asturias, El Ferrol. Cádiz valiente,
el fuero humano con braveza apoyan...
Si esto hace el rey dentro la misma España
¿qué hará con los que aquí su fuerza mofan?
Echada está la suerte: no hay más punto
que infame vida, o perdurable gloria.
Nuestros hermanos en España luchan,

Indio.

¿Nuestros hermanos, gentes españolas?

Martino.

Por libertad y dignidad luchamos.
Nuestros hermanos son los que la invocan.
Odio merece el fraile franciscano
que por la esclavitud del indio aboga,
Odio Velázquez que en su tumba fría
cadáver yace, pero no reposa.
Mas este continente de Bolívar,
rompiendo el yugo que a nuestra alma agobia,
abre los brazos generosamente
al español, y su grandeza invoca;
al español que en la defensa nuestra
de España muere en las terribles horcas.
A ese español yo lo honraré en mi mesa,
y le daré a mi hermana por esposa.

Pueblo.

¡Viva! ¡Muy bien, muy bien!

Martino.

Y nuestra guerra
los siglos venga, y a los buenos honra.
Y yo, honro a España libre.

Don Pedro.

Te equivocas.
El engañado e ignorante pueblo
tu voz aplaude y tu clamor apoya;
pero las fuerzas de la patria vivas
desconocen tu voz y te abandonan.
Hoy estamos aquí a merced vuestra,
pero mañana, acaso... la victoria
sea para nosotros. Con nosotros
tal vez mañana estén las fuerzas todas.

Martino.

¿ Las fuerzas de la patria?

Noble.

La nobleza.

Padre Antonio.

Las iglesias, el claustro...

Pedro.

¿ Los que adornan
con huesos sus zaguanes, y tributos
como a esclavo nativo al pueblo cobran?

Padre Antonio.

La religión acatamiento ordena
al rey nuestro señor. La curia docta
a tal ingratitud traición llamara.

Martino.

¿ Traición? ? Traición decís? ¡Oh, no! En su órbit'
los rayos se estremecen fulminando
a quien así la humanidad deshonra.
El que una falsa religión predica;
el que una ciencia enseña mentirosa;
el nieto de un herrero que engalana
su pecho necio con la cruz que compra;
los que en la frente la medida llevan
exacta de los yugos; los que adornan
con lágrimas sus casas; los cobardes
a quien rodillas faltan y fe sobra;
no son las fuerzas de la patria vivas
que de su seno predilectas brotan:
esclavos son, que el complaciente dueño
acaricia magnánimo y adorna.
Esa que llevas, cenicienta capa,
tú, padre Antonio, imagen tenebrosa
es de la oscuridad en que nos tiene
la España que te paga, porque ahogas,
ayudándola bien, al pueblo mismo
en que viniste al mundo.
Esa corona
que lleva tu bastón, señor ilustre,
corona es de comedia, con que mofa
el dueño diligente al siervo niño
que besando el dogal que lo aprisiona,
en contemplar sumiso se entretiene
de su vergüenza la dorada forma.
Y ésa, grave doctor, que larga pende
de tu egregio bastón ilustre borla,
manejo es de los látigos terribles
con que la mansa espalda nos azotan,
Uno, dos, veinte látigos... ¡Afuera
látigos, mantos, borlas y coronas!

Padre Antonio.

¡Jesús!

Martino.

¿Jesús? El nombre del Sublime
blasfemia me parece en vuestras bocas:
el que esclavos mantiene, el sacerdote
que fingiendo doctrinas religiosas
desfigura a Jesús, el que menguado
un dueño busca en apartada zona,
el que a los pobres toda ley deniega,
el que a los ricos toda ley abona,
el que, en vez de morir en su defensa,
el sacrificio de una raza explota,
miente a Jesús, y al manso pueblo enseña
manchada y criminal su faz radiosa.

Padre Antonio.

¿Criminal el Señor?

Martino.

[Criminal fuera
si apoyara tu borla y tu corona!
si mi padre Jesús aquí viniese,
dulce la faz, en que el perdón enflora;
si al indio viera mísero y descalzo,
y al Santo Padre que salud rebosa;
si de los nobles en las arcas viera
trocada sin esfuerzo en rubias onzas
la carga ruda que a la espalda trajo,
india infeliz que la fatiga postra;
si en las manos del uno el oro viera,
y la llaga en las manos de la otra,
¿de qué partido tu Jesús sería?
¿De la llaga o del arca poderosa?
¡Responde! ¿No respondes? Jesús mismo
tu sentencia la ha dicho por mi boca.
Que hoy el catolicismo, padre Antonio,
del cristianismo es muerte y deshonra.
(Rumores intensos. Agitación profunda. Del grupo de patriotas
     y pueblo, surge el Indio, adelantándose a Martino. Dentro
     clamores en crescendo.)

Indio.

(En voz baja:) ¡Martino!

Martino.

¿Qué hay?

Indio.

Aventajarnos quiere
el gobierno la mano, entre las sombras.
Aquí de esbirros nuestra casa llena,
Soldados por las calles amontona.
De Bustamante son los policías.
La división allí su diente asoma.
Armada expedición el rey enyía:
si nos ataca la española tropa,
don Pedro, el padre Antonio y esos nobles
con su sangre y sus vidas nos respondan!

Martino.

No. Eso no. Jamás. No nos manchemos,
Y, así, de cara al sol y frente a frente,
demos gustosos nuestra sangre toda.
No hay miedo, pues, amigos; por calles
nuestros bravos hermanos se desbordan.
A contenerlos voy. Si el padre Antonio,
falso cristiano, amenazaros osa,
decidle que Jesús, Dios de los hombres,
los salva; ¡no los vende ni los compra!
(Vase Martino hacia el fondo, y en este momento irrumpen
     al salón patriotas y soldados en abierta lucha.)

 

©La Pagina del Mambí     www.exilio.com