Cuando en las Limpias Mañanas

    Cuando en las limpias mañanas
	Del áureo Agosto enderezo
	Mis tristes pasos a donde
	Trabajo mi pan modesto
	El paso alegre al oficio
	En que gano el pan modesto;
	No quiero ver los que surgen
	Ante mí, cauda de muertos
	Héroes, cuyo nombre sólo
	En mi patria hoy mueve a miedo -
	¡Mísero el pueblo que teme
	Honrar a sus héroes muertos
	Que si erraron, no hay errores
	Que la muerte no haga buenos!
	Ni escucho las de mi alma
	Quejas de gigante preso,
	Ni quiero saber si vivo,
	Ni quiero saber si muero;
	¡Que para llorar, ya hay ojos
	
    Hartos! ; de ruines y necios,
	Que piensan que con gemir
	Lágrimas, nacen remedios:
	El llanto ablanda la tierra,
	Suelo lloroso es mal suelo.-
	Sí sé que verán un campo
	De tumbas, si abren mi pecho:
	Pero sobre cada tumba
	Está un cóndor soñoliento -
	Y de la escoria más negra
	Nace el insecto más bello,
	Y el pájaro más hermoso
	Canta del árbol más negro.
	¡Celebremos, alma, el día
	En que roto el muro espeso
	Por muerte o vida, los cóndores
	Alcen febriles el vuelo!
	
    Conversarán con montañas
	¿Qué da el morir? Las más bellas
	Rosas, las da el cementerio
	Y de de flores
	Son los gusanos obreros
	Y el dolor de toda grandeza
	Y lucha griega el destierro.
	Hunde ¡oh mi mala fortuna,
	Hunde bien el diente recio!
	Que de que me muerdes sólo
	Cuando sabes que te venzo.
	¡Qué drama el de un hombre en lucha
	Contra lo invencible puesto!
	
    Los actores de la vida
	No están en ella: en silencio
	Agrupándose en la sombra
	Como montes de humo, atentos
	Miran el combate vivo
	De los humanos; y hay bellos
	Corceles árabes, áureos
	Y voladores, e inquietos,
	Que donde pisan, levantan
	Polvo de oro, y gloria, y miedo -
	De gran boca y vientre grueso,
	Hechos a pesebre grande
	De ancho grano y de buen heno;
	Y rocinantes enjutos
	De piel monda y ojos secos,
	De apetecer la hermosura
	De Pegaso y de Bucéfalo;
	Y tristes bestias, que cargan
	La pitanza del ejército,
	Y expiran nobles y hambrientos
	Al pie de sus hartos dueños.
	Es la lucha de los hombres
	Y quien escucha las voces
	De los montes de humo atentos
	Sabe que el deber humano
	Es el de trocar en bellos
	Corceles áureos, las bestias
	De carga, y rocines secos
	De apetecer, y los
	Sólo a su pesebre puestos.
	Y en tanto que veo estos modos
	De trocar la vida, y estos
	Muertos que me siguen fieles,
	En pago a que los venero,-
	Y estas angustias celosas
	del con q. las venzo -
	Y así pensando en el vasto
	Tumulto andaba mi cuerpo,
	Cual oveja que el rebaño
	Perdió, y en rebano ajeno
	Ni a los pastos conoce,
	Ni oye balar su cordero
	Ni gustará del césped prestado
	Que dan a sus labios hambrientos,
	Que ajeno pan no sacia
	Al que perdió su pan,
	Sólo
	El pan del rebano es bueno.
	
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