Polvo de Alas de Mariposa

	Dirán, puede ser que digan
	Que estos efluvios de amor
	Son de éste, o aquél, o esotro
	¡Vive Dios!
	Decidme, oh mariposa de colores,
	Deleites vagos, enramada de flores,
	Luz astral, ramos de oro, olor de selva:
	Decid: ¿,Sois de Frankfort, o sois de Huelva?

	Digo que cuando salto
	De un papel de comercio a un verso ardiente
	Que viene de lo alto
	Y me pasa rozando por la frente,
	No curo que imagine un alma fatua
	Que en ajeno taller forjo mi estatua.

	Triste, impaciente, voladero, lloroso,
	En lágrimas la faz, la pluma inquieta:
	¡El demonio del verso
	Que está a la puerta!

	De enfermos no me digas,
	Ni de moribundos:
	¡Sino de tanto bravo sin ejército,
	Sino de tanto muerto sin sepulcro!

	¡Oh! diles que callen;
	Diles que no rían;
	Que no gocen diles;
	¡Que está lejos de mí la amada mía!

	Quema el sol; muere el césped; arde el llanto
	Reluce el mar; ¡Dios mío!
	¿Cómo en mitad del férvido verano
	Siento yo tanto frío?

	Bueno es sufrir: cuando en el lado izquierdo
	Del seno roto arder se siente un cáncer,
	Sobre la llaga ardiente, un perfumado
	Lirio blanco y azul sus alas abre.

	Ya cruza los mares,
	Ya el buque la lleva
	Donde nunca los ojos llorosos
	Podrán ir a verla:
	¡Oh nubes y vientos!
	¡Oh gaviotas felices que vuelan
	Y en los mástiles altos posadas
	A la dama del buque contemplan!
	¡Oh gaviotas que en torno a sus plantas
	De pluma sin mancha
	Por darles alfombra
	Sus alas despueblan!

	El ancla está levada:
	¿Queréis, gente de mar, saber cuál deja
	Rota la tierra, al levantarse, el ancla?
	¡Bajad, oh marineros,
	Al fondo de mi pecho!

	El hierro, amigo mío,
	Se funde así; y el bondadoso herrero
	Me iba a decir, ante las anchas tazas
	Cómo se funde el hierro.

	Y yo que sufrí tanto
	Ayer, posé en el yunque
	Mi mano ya insegura, y dije al hombre
	¡Yo sé cómo se funde!

	¡No leas en libros ajenos,
	Amores de gentes extrañas!
	Lee mejor los poemas que escribo
	En tu frente gentil con mis miradas...
	Y ve las de mirra e incienso
	Torres de humo azuladas,
	Que verde luz desde hoy que te he visto
	De mí se esparce como de urna sagrada...

	Aunque pases, ¡pasa!
	Muerto, aún verán que de mi cuerpo surge
	El pálido perfume de tu alma.

	¿,Que piense? ¡No pienso!
	En ramilletes y en coronas surge
	De un alma enamorada el pensamiento.

	Venid, que os llene de clavel y violas
	¡Oh doncellas, los blancos delantales!
	De un cabo a otro del cielo está tendido
	Un toldo a cuya sombra huyen las penas.

	Que mis versos vuelan
	Como mariposas
	¡Ay! quédate, y verás la maravilla
	De una mariposa
	Que cubre con sus alas
	Toda la tierra.

	Logré sus miradas:
	Toqué ligeramente sus vestidos:
	Ni una arruga en ellos.
	¡Ni una arruga en su alma!

	Mis pensamientos
	Pensando en ella,
	Retozan, saltan,
	Matizan, juegan,
	Como corderos
	En yerba nueva.

	¡Oh! ¡oh, ven! tú pondrás en mi vida
	Una limpia blancura de alabastro
	Y esa doliente claridad perdida
	¡Que da en la noche silenciosa un astro!

	En chispas, como el fuego,
	Mis versos saltan:
	Así contra la roca
	Las aguas azules quebradas estallan.

	¡Pintar! No puedo pintar
	Este augusto desconsuelo:
	Es la soledad del cielo
	Y la tristeza del mar.

	¡Señor, la claridad que te pedía,
	Que con trémulas manos imploraba,
	Se entra a raudales por el alma mía!
	¡Señor, ya no me digas la manera
	Con que el mundo florece en primavera:
	No me digas, Señor, cómo se enciende
	El sol, que en el amor esto se aprende:
	Ni saber quiero ya, pues lo sé en ella,
	Como esparce su luz la clara estrella!

	Pastores risueños,
	Fragantes mañanas,
	Palomas dormidas
	Y allá en la cima de los montes regios
	Magníficas águilas:
	Venid, oh amigos, celebrad conmigo
	La visita del júbilo a mi alma.
	Tocad a su puerta
	Llamadla en voz baja:
	Si duerme, ¡que duerma!
	¡Pues viva o dormida, o aun muerta,
	Para siempre la llevo en el alma!
	Dejadle, oh palomas,
	Las gotas de claro rocío
	Que os brilla en las alas:
	Y vosotras, mis águilas fieras,
	¡Dormid a sus plantas!
	¡Si despierta, oh pastores, llevadle
	En cestos de flores palomas muy blancas!
	Por Dios, que esto es gozo,
	¡Oh, que cielo tan claro es el alma!
	¡Prendedle, pastores,
	Todo el lecho de blancas guirnaldas!

	Ayer, al darme al sueño, como en nube
	Venir te vi, y luego hermosa y grave
	Subir en paz, como el incienso sube
	Del blanco altar a la espaciosa nave.

	¿,Que de qué madera
	Mi féretro has de hacer? Pues yo lo hiciera
	De ella, de sus perlados
	Brazos, y de sus senos perfumados.

	¡Oh! ya puedo morir: ¡la he conocido!
	¡Brilla, este amor, desnudo de recelos,
	Como un ramo de estrellas suspendido
	En la región serena de los cielos!

	Dicen que Nubia es tierra de leones:
	¡No puede ser!
	La tierra de leones es un alma
	Sin amor de mujer.

	Murmurando versos
	paso por la tierra:
	Así pasa el aire
	Quejoso por las suaves madreselvas.

	Cuando viene el verso
	No se sabe bien:
	Pasas tú,- y el verso
	Pasa también.


	En los diarios que leo,
	En las nubes que cruzan,
	En el aire invisible, mis errantes
	Desconsolados ojos te dibujan.
	Y me cubro los ojos,
	Como alivio a mi angustia,-
	Y del fondo del alma te levantas,
	Llorosa, inconsolable, eterna, augusta.

	Cuanto pudo ser, ha sido:
	¿Qué me importa lo demás?
	Si el aroma es todo mío,
	¿Del vaso qué se me da?

	¡Vete! bien puedes irte. ¡Como deja
	Ancho surco en la mar la nave hermosa,
	Así tu imagen en mi extraña vida!
	¡Vete,- y mi pena cuajará la espuma!

	Tiene el cielo la vía láctea:
	Pues yo tengo más:
	Tengo el recuerdo de la tarde aquella
	En que te vi. mirándome, a punto de llorar.

	Lo que al labio saco
	Lo saco del pecho:
	Si sale en alemán, es que alemanes
	El amor y el dolor se están volviendo.

	De estos versillos
	Nadie se queje:
	A veces es un mar el que rebosa
	Y una alondra que pasa es otras veces.
	
Martí puso en una hoja índice de estos versos, que están incompletos, la siguiente nota:
 "Estos versos son polvo de alas de una gran mariposa".
 	
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