Fragmentos
La pena como un guardián
En mi espíritu reside -
Y colérica despide
A los que entrando en él van.
Este que voy enterrando
Es mi derecho a gozar:
No me lo despierte nadie,
Que es fuente de todo mal.
Al compás de los versos de Méleo
Se baila y se goza:
Al compás de los versos de Flámeo
Se sufre y se llora:
¡Rompa, Flámeo, la copa cinérea:
Hinche, Méleo, la copa sonora!
¡Venid, que os llene de clavel y violas,
Oh doncellas, los blancos delantales!
¡De un cabo a otro del cielo está tendido
Un toldo a cuya sombra huyen la penas!
Amo ¡Venid! *
Ven y apriétate a mí: mira cuál cruzan
Los amores, cual cerdos en bandadas:
Ven: tú me cuentas lo que yo sabía:
¡Tu amor viene dormido en un águila!
Y tres años después, en donde mismo
Saqué del alma estos extraños versos
Vi sin temblar a la que amé temblando
¿,Qué pasó entre nosotros'? Pasó el tiempo.
Todas las fieras se han dado cita
Sobre mi alma,-
Y como el hígado de Prometeo,
Mi alma no acaba.
Es que de dientes de fiera acaso
Mi alma se nutre: -
Y crece el hígado con las mordidas,
¡ Y crece el buitre!
De levantarme acabo:
Acostarme quisiera:
¡Dadme pronto la cama
Donde no se despierta!
Hay en el cielo, como en el mar, paisajes
De oro y azul: y súbito, se ven
Cual guerreros ceñudos, negras nubes,
A un rincón apinadas en tropel:
Y hay rayos en el cielo, como espadas
De un titán Iuchador que no se ve:
Y hay, como estos fugaces versos míos,
Relámpagos también.
De un padre que tuve
Tan solo recuerdo
Que de mi cuna al borde sollozaba
Cuando nací, como si hubiera muerto.
Magnífica doncella
Va, camino de abajo, cabalgando
En una mula ruin: que quién es ella:
Mi mente es la magnifica doncella.
Mañana, como un monte que derrumba
De noche y en sigilo su eminencia -,
Como un vaso de aroma, hueco y roto
Caeré sobre la tierra.
¿Mi cráneo? dices que saberte holgaras
Lo que anda dentro de él: pues llega y velo;
Hay un mar de agua azul, serena y clara,
Y desde que viniste tú, ¡hay un cielo!
Si a mis amores se asoma
Una paloma,
Cual suele al lago en calma el claro cielo,
De verlos tan puros
Se muere de celos.
Airados me preguntan
Benévolos amigos
Por qué en libros no vierto el alma ardiente:
- ¡Oh, sí! : ¡yo escribiré todos los libros
Que quepan en su frente!
Escribe:
Escribe eso que cuentas,
- Aún tengo las entrañas recién rotas:
¡No puedo todavía!
¿Qué niño recién puesto en blanca cuna,
Qué mariposa azul habrá que lleve
A ti este amor más claro que la luna
Sobre un prado cubierto por la nieve?
Y tú, pobre mujer que sacudiste
Las cuerdas duras de mi lira,- ¡gracias!
¡Palabras, ya sé, palabras
No me las puedes decir!
¡Pero, miráme, si puedes!
Basta para vivir.
Papel faltarme podrá:
Cielo donde escribir lo que me inspiras
¡Nunca me faltará!
Surjo. ¡La noche llega! a mí la rima
Retorna, y en la sombra que la encanta
Tu amor, como una torre, por encima
De la callada tierra se levanta.
¡Como una enredadera
Ha trepado este afecto por mi vida!
¡Di]ele que de mí se desasiera,
Y se entró por mi sangre adolorida
Como por el balcón la enredadera!
Como de entre las malezas león dormido
Resurge de mi mente el pensamiento:
Pero míralo bien - verás que lleva
Tinto de sangre lo mejor del pecho.
Toma este hierro,- y a la moza infame
Que oscureció mi espíritu soberbio.
Para vergüenza de mujeres frívolas
¡Márcale bien la frente con el hierro!
Es rubia. Como el carro del esbelto
Heclas de Olimpo, fúlgido y sonoro,
Voy desde que la quiero, como envuelto
En una nube de centellas de oro.
Yo tengo en mi oficina
Un calado sillón de sicomoro;
Y cuando pienso en ella
Me siento en mi sillón calado, y lloro.
Naturaleza mi desdicha sabe:
Llueve: el oscuro cielo encapotado
Turbio en los hondos lagos se refleja:
Viento recio los árboles encorva,-
Y como gimo yo, todo parece
Que como yo desesperado gime:
Y por el mar plomizo, como féretros,
Lacias las velas, grandes barcos cruzan.
Oigo el fuego silbando, y me parece
Que del negro carbón un alma surge
Que con alas tendidas a mí viene:
Que lo vi, yo lo vi: - diga si es bueno
O no, cualquier bedel docto en prosodia.
¡La tierra! - oigo decir: - ¡toda la tierra
Es mero pedestal del alma humana!
* Al pie de la hoja hay las siguientes notas de Martí: "La casta soledad madre del verso "Decir en verso (poner en verso) lo que no brota en verso, es prostituir el verso."
© www.exilio.com - La Pagina del Mambí