Orillas de Palmeras
Orilla de palmeras,
Hojosos platanares,
Arboles que hasta ayer no vieron fieras,
¡Abajo las cimeras!
¡De cólera y rubor se hinchan los mares!
Antes, como doncella,
Cándida, franca, bella,
La tierra rebosada -
Lleno el seno de frutas - se tendía
A los pies de la mar alboratada:
¡Hoy tinta de vergüenza
Y medrosa del día,
Llorando peina la manchada trenza,
Y en la alta noche que el espacio enluta,
Sin estrellas, ni corte, amor ni gloria,
Envuelta en la mortaja de su historia,
Por plazas va la infame prostituta!
Muertos los sacerdotes,
Sin flores el altar, los bardos mudos,
Y en la arena, borrados ya los motes
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De patria y libertad, con los colores
Enemigos orlados los escudos.-
Y el pecho de los bravos
Debajo de la tierra ardiendo en ira,
Y contentos de serlo los esclavos -
¡Primera vez que el Universo admira! -
El ancho templo umbroso,-
Rodando en tierra el consagrado cirio -
Con paso lento, pálido, medroso,
El último creyente,
De siniestro fulgor tinta la frente,
Como en fúnebre mármol luz de luna,-
Buscando congojoso,
Para morir al menos,
El ara inmaculada del martirio
Donde cayó la sangre de los buenos.-
¡Mercado! -
Y por temor de que brillar la vean
El sacro fuego dentro el pecho apaga
... La frente esconde.
Para el fin - ¡plegaria a América!
Sentadas en el circo.-
¡Ay! roto el molde, quebrantado el vaso
donde labró la humana vestidura
Tanto egregio varón ¿qué palma suave
Volverá a Milanés las cuerdas de oro,
Ni al Horacio y al Píndaro cubanos
Su olímpico laúd? Ya del Mecenas
De amable faz y de consejo docto
La vida se extinguió: del ciego ilustre
La voz prudente y vibradora suena
Como un eco que gime, en el desierto
Envilecido éforo: el que solía
Al sepulcro de Heredia arrancar palmas,
Ya en demanda de lauros no se agita,
La lira de la patria está colgada
A una espalda doliente,- y entornada
Del Cerro está la venerable ermita.
¡Favor! ¡favor! angélico maestro,
Tribuno ardiente, rapsoda fogoso
Arrebatada lira que detuvo
en la cumbre del Niágara tonante
La Universal admiración; - el ciego,
Tulio en fluidez, Demóstenes en brío -
Sombra del Cerro, restos esparcidos
Por el suelo infelice mexicano,-
Porque el mezquino limitado lecho
Era un sepulcro demasiado humano
A sus despojos de gigante estrecho: -
No de la tierra, que si allí la muerte
Tan altas almas resguardado hubiere,
Incendio y claridad la tierra fuera -
Del cielo descended, volved del cielo,
A este pueblo misérrimo, angustiado,
Sin bardos, sin apóstoles, sin guías:
¡Retorne el Lugareño a su ganado,
Al desierto Israel vuelva el Mesías!
¡Ay de la guerra sin la paz! El corvo
Alfanje imita la segur, que luego
De la granada milpa esparce el oro.
Las vidas que arrebata la venganza
en su flecha alza la lanza
Devueltas son cuando la guerra muere:
La paz afirma lo que el hierro alcanza:
La salvación universal lo quiere.-
Entre espartanos tantos, un Leónidas:
Un Leónidas en cada un espartano.
La carne más honrada amarillea -
¡Y esconde el joven la radiosa frente
Porque su brillo el déspota no vea! -
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