Domingo Triste

	Las campanas, el sol, el cielo claro
	Me llenan de tristeza, y en los ojos
	Llevo un dolor que el verso compasivo mira,
	Un rebelde dolor que el verso rompe
	¡ Y es ¡oh mar! la gaviota pasajera
	Que rumbo a Cuba va sobre tus olas!

	Vino a verme un amigo, y a mí mismo
	Me preguntó por mí; ya en mí no queda
	Más que un reflejo mío, como guarda
	La sal del mar la concha de la orilla.
	Cáscara soy de mí, que en tierra ajena
	Gira, a la voluntad del viento huraño,
	Vacía, sin fruta, desgarrada, rota.
	Miro a los hombres como montes; miro
	Como paisajes de otro mundo, el bravo
	Codear, el mugir, el teatro ardiente
	De la vida en mi torno: Ni un gusano
	Es ya más infeliz: ¡suyo es el aire,
	Y el lodo en que muere es suyo!
	Siento la coz de los caballos, siento
	Las ruedas de los carros; mis pedazos
	Palpo: ya no soy vivo: ¡ni lo era
	Cuando el barco fatal levó las anclas
	Que me arrancaron de la tierra mía!
	 
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