Hervor de Espíritu

	¡Cielo, mi amor! - en vano sobre el libro
	La vista fijo y la atención reclamo:
	Tu luz enciendo, con tus rayos vibro,
	¡ Y expulsado de ti, perdón te clamo!
	Si te merezco ¡oh padre! si te adoro
	gQué delito filial he cometido?
	¡Puesto que llanto sobrehumano lloro
	Delito alguno sobrehumano ha sido!
	En vano apago el férvido gemido;
	La voladora idea
	La frente en vano hacia la tierra inclina:
	La sien desenfrenada me golpea,-
	¡EI cerebro revuelto se ilumina
	Y el ojo enardecido centellea!
	Cierto corcel intrépido y fogoso
	De raudo giro irregular y eterno
	Rebelde, piafa, rápido circula,
	Detiénese, se lanza
	Del cráneo en torno en veloz carrera,
	¡Y de polvo divino
	Llena, y de nube, la revuelta esfera!
	La ciencia, el cerco, el mísero detalle,
	El número, la clase, la doctrina;
	¡ Y bullendo en el mar de mi cerebro
	La impaciencia y la cólera divina!
	Sentir que sobre el monte
	Sol fuera, luminar del horizonte,
	Y frente a una ventana,
	Doble prisión sobre la interna mía
	¡Plegar al libro el alma sobrehumana
	Y el alma ardiente a la cadena fría!
	Así, encerrada un águila
	En un místico cuerpo de paloma
	La garra ruda ciega movería
	Y en el círculo estrecho,
	Del golpe propio desgarrado el pecho
	Con el ala enclavada moriría.
	 
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