Vino de Chianti

	Hay un derecho
	Natural al amor: ¿reside acaso,
	Chianti, en tu áspera gota, en tu mordente
	Vino, que habla y engendra, o en la justa sabia
	Unión de la hermosura y el deseo?
	Cuanto es bello, ya es mío: no cortejo,
	Ni engaño vil, ni mentiroso adulo:
	De los menores es el amarillo
	Oro que entre las rocas serpentea,
	De los menores: para mí es el oro
	Del vello rubio y de la piel trigueña.
	Mi título al nacer puso en mi cuna,
	El sol que al cielo consagró mi frente.
	Yo sólo sé de amor. Tiemblo espantado
	Cuando, como culebras, las pasiones
	Del hombre envuelven tercas mi rodilla;
	Ciñen mis muslos, y echan a mis alas,-
	Lucha pueril, las lívidas cabezas: -
	Por ellas tiemblo, no por mí, a mis alas
	No llegarán jamás: antes las cubro
	Para que ni las vean: el bochorno
	Del hombre es mi bochorno: mis mejillas
	Sufren de la maldad del Universo:
	Loco es mi amor, y, como el sol, revienta
	En luz, pinta la nube, alegra la onda,
	Y con suave calor, como la amiga
	Mano que al tigre tempestuoso aquieta,
	Doma la sombra, y pálido difunde
	Su beldad estelar en las negruzcas
	Sirtes, tremendas abras, alevosos
	Despeñaderos, donde el lobo atisba,
	Arropado en la noche, al que la espanta
	Con el fulgor de su alba vestidura.
	 
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