Tálamo y Cuna

	Deja ¡oh mi esposo! la labor cansada
	Que tus hermosas fuerzas aniquila.
	Y ven bajo la bóveda tranquila
	De nuestro lecho azul, con tu adorada."
	Y alcé los ojos de mi libro, y vila
	De susto y de dolor enajenada.
	"Secos y rojos del trabajo al peso,
	Tus ojos mira",- pálida me dijo:
	"¡Duerme!" - y me puso en la mirada un beso.

	Hacia la cuna trémulo dirijo
	Mi vista ansiosa, y vuelvo al tosco impreso:
	¡No ha derecho a dormir quien tiene un hijo!
	 
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