A Serafín Sánchez

	Mi señor don Serafín:
	¿Conque muerto, y no sé qué
	Más, y que ya piensa usted
	Que "mi amor llegó a su fin"?

	Si lo piensa, mal pensó;
	Lo que pasa, lo que sí
	Es gran verdad, es que aquí
	No hay más que un muerto, y soy yo.

	De tanto ver padecer
	Sin ver cómo consolar,
	Y tanto amargo llorar
	Donde no lo dejo ver;

	De tanto esperar en vano
	Con el corazón deshecho
	Que le vuelva el alma al pecho
	AI triste pueblo cubano;

	De tanto mover la pluma
	Por obligación y oficio,
	Sin más fruto y beneficio
	Que un poco de pan y espuma;

	De tanto esforzar los bríos
	Que - siguiendo el noble ejemplo
	De un don Serafín, retiemplo
	Más, mientras más son los fríos;

	De tanto avivar la fe
	Que se muere, o que se esconde,
	De tanto cuidar adonde
	Nadie cuida, y nadie ve;

	De tanto alzar con mis manos
	Pobres, oscuras y solas,
	Sobre la hiel y las olas,
	Casa igual a mis cubanos;

	De tanto esperar - ¡es cierto
	Que lo espero cada un día! -
	Que acabe al fin la agonía
	En el reposo del muerto,

	Me entran como temporales
	De Silencio - precursor
	De aquel silencio mayor
	Donde todos son iguales.

	Sólo para mi deber
	De vivir como hombre honrado,
	Tiene el brazo, fatigado
	De escribir, sangre y poder.

	Y luego de hacer el pan
	Con el dolor cotidiano,
	Muerta la pluma en la mano,
	Me envuelvo en el huracán.

	Dura un mes, dura dos meses
	El silencio extraño, y luego
	Renace, con nuevo fuego
	El campo, y con nuevas mieses.

	Y en cada espiga del trigo
	De estas penosas cosechas
	Verá, quien mire a, derechas:
	"Don Serafín es mi amigo".

	Le cuentan juntos los granos -
	Juntos, en sabios letreros:
	¿Para qué somos sinceros?
	¿Para qué somos cubanos?

	¿Para quién, en estas pascuas?
	¿Para quién, en esta hiel,
	Pensando en Carlos Manuel,
	Compré un vapor en las pascuas?

	Rojo de puro coraje,
	Así me dice el vapor:
	Pero, mi amigo y señor,
	¿Cuándo emprendemos el viaje?

	Y yo pensando en la espuma
	Que lleva al Cayo querido,
	Por Carlos Manuel vencido,
	Vuelvo la vista a la pluma.

	Adiós. El vapor irá
	En la semana que viene:
	Ya lo tiene, ya lo tiene
	Un amigo que se va.

	Y de mí le he de decir
	Que en seguirlo, sereno,
	Sin miedo al rayo ni al trueno
	Elaboro el porvenir.
	
	Su
	José Martí
	Feb. 21, 1895
		 
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