Cocola: la tormenta En mi hervoroso espíritu se sienta; Y mi espíritu, lleno De fe inmortal, sopórtala sereno. Cuando mi fe, perdida En las sendas oscuras de la vida, Ingrata, me abandone, Siempre en tu hogar habrá quien me perdone. Mas no habré de perderla, Gallarda niña, enamorada perla: Cuando me halle el honor flojo y cansado, Veré a tu hogar, donde obligado dejo El alma amante, y en tan claro espejo ¡Fuerza hallaré para vivir honrado! ¡Oh niña, en cuerpo y alma Al bien ardiente, y a los ojos bella: Nunca hasta ver tu hogar, supe la calma Que se goza en el seno de una estrella!
José Martí
1895
Esta poesía se la dedicó Martí al salir para los campos de batalla a la señora Fernández del Castillo (Cocola).