A Ana María Barranco

	Hija de un pueblo lloroso, 
	Hija de un pueblo dormido, 
	Yo no te escribo: te pido 
	Que vuelvas el rostro hermoso 

	Adonde el ángel del llanto 
	Guarda las urnas del sueño. 
	No hay más que un estorbo, el dueño; 
	No hay más que un camino, el santo.
	 
José Martí
Nueva York, enero de 1891