A bordo estamos, Victoria; Mercedes se va a Caracas: ¡Merced es esa del cielo! ¡Quién como ella lo lograra! El que una vez vio del valle El río, el prado, las palmas, El cielo ha visto, y no sabe Vivir sin el cielo el alma; ¡Qué claror, el de aquel aire! ¡Qué beldad, la de esas damas! ¡En los hombres, qué nobleza! ¡Cuánta virtud, en las casas! Lejos de Caracas muere el que una vez vio a Caracas. Una luz empapa el cielo Fresca y pura, y se restauran Con aquel aire los cuerpos, Con aquel amor las almas. Victoria, qué bien merece Su nombre, Victoria amada Que donde mira ilumina Y ennoblece cuando pasa; Victoria, cuente mis penas A mi ciudad, y estas ansias De poner mis amarguras A la sombra de sus palmas. A bordo estamos, Victoria; Mercedes se va a Caracas: Ella se va con la dicha; Yo, Victoria, con las lágrimas.
José Martí
En Nueva York 4: a bordo del Valencia, 15 de octubre de 1884.
Victoria Smith y Mercedes Hamllton de Smith, damas venezolanas.