A Isabel Esperanza de Betancourt

En su álbum de autógrafos.

	Quieres mis versos tener,
	¿qué versos te ha de decir
	quien queda con verte ir
	sin lira ya que tañer?
	¿Versos? Pues con ser mujer
	y nacer de quien naciste
	flor de estrella, verso fuiste
	delicado, casto, airoso,
	más que el cantar querelloso
	de un hombre pálido y triste. 

	¡Oh, lago! que apenas riza
	de mayo el terral primero,
	¡y queda en ti prisionero
	del encanto que .lo hechiza! 

	No sabes cómo suaviza
	la vida recia, el hallar
	niña que sabe llorar
	las penas propias y ajenas;
	vale más consolar penas,
	niña, que saberlas dar. 

	No sabes qué deleitosa
	paz se esparce en nuestra vida
	cuando halla el alma vencida
	una niña pudorosa;
	cual mira la primer rosa
	el que vuelve de la guerra;
	cual si el misterio que encierra
	el cielo se abriese al bardo;
	¡cual si el aroma de un nardo
	llenase toda la tierra! 

	Y se me va ya el frescor
	de alba y el lirio pascual;
	y aquel hermoso rosal
	¡todo gala y todo flor! 

	Prendada de tu candor,
	mal su pena el alma doma;
	y cuando la vela asoma
	que ha de llevarte a otra tierra,
	¡ay! ¡me parece que cierra
	sus alas, una paloma!
	 

José Martí
Nueva York, 1883