Haschisch

	Arabia: - tierra altiva
	Sólo del sol y del harem cautiva.

	Cuando la infame Tierra abre su seno
	Al árabe, engendrado
	De ardiente arena y sol enamorado,
	Y el seno, de miserias viles lleno,
	Fango sangriento al árabe ha mostrado,
	Lo eterno anhela, el árabe suspira,
	Los ojos cierra a la verdad, y llora
	Dulce llanto de amor a la mentira,
	Y el alma ardiente de la tierra mora
	Duerme para vivir, pues - viva - la ira
	En su pecho más loca se levanta
	Que la idea de amor en sus mujeres
	Y el canto de pasión en su garganta.
	¡Amor de mujer árabe! - La ardiente
	Sed del mismo Don Juan se apagaría
	En un árabe amor, en una frente
	De que el negro cabello se desvía,
	¡Como que ansia de amor eterno siente,
	Y a saciarnos de amor nos desafía!

	¡Oh! viven en aquellas
	Magníficas doncellas,
	Las trovas no escuchadas,
	Las horas no sentidas,
	Y lágrimas de amor aún no lloradas,
	Y fuentes de hondo amor aún no sabidas;
	En ellas, las huríes,
	Por cada rayo de su sol un beso
	Con sabor de azahar y de alelíes; -
	¡Y en ellas, lo imposible
	De una hoguera de luz nunca extinguible!

	La vida es el amor - donde la tierra
	Por los solares besos fecundada,
	Pensiles ha por hijos, en que encierra
	La fragancia y la luz de una alborada; -
	La vida es el amor - donde de amores
	Del tibio sol y arábigas arenas,
	Hasta el desierto mismo nacen flores
	Con palmas leves de murmullo llenas; -

	Y allí donde si el sol desapareciera
	Del beso de una hurí renacería,
	Prendida dejo el alma pasajera
	Y la vida es amor: - ¡Oh! ¡quién pudiera
	De una mora el amor gozar un día!

	No es estatua de lánguida figura
	El alma de un poeta:
	Es un sol de dolor: alma sin cura
	De universal enfermedad secreta: -

	En sí tiene el hervor, en sí esta fiera
	Ansia que en beso incomparable invoca
	Que, dado en una vez, arda en su boca
	Mas allá de las horas en que muera: -

	¡Oh! ¡Pobre alma dormida
	Sin este beso eterno sacudida!

	Una árabe que besa,
	Es labio de mujer, donde nos cumple
	La eternidad al fin una promesa: -

	¡Oh! si mis labios pálidos rozara
	una arábiga boca, donde arde
	Cuando se imprime, el fuego del Sahara,
	Mientras no es ida, el fuego de la tarde: -

	Si esta mejilla sin color,- hundida
	Al espantoso beso
	Que con los huesos de su boca, impreso
	En cara y corazón deja la vida,-

	Si este espíritu luce enamorado
	Del armónico amor, en mí sintiera
	Ese beso de una árabe, engendrado
	Al fecundo calor de una quimera; -
	Si el alma de una mora, al hierro impío
	Del tiránico afán encadenada,
	Viniera a calentar el pecho mío,
	Y dejara en mi boca fatigada
	Un beso como el fuego del Estío
	Largo como el dolor de esta jornada,-

	Yo no sé qué dulcísima ternura
	Este árido cerebro llenaría:
	Yo no sé qué colores esta oscura
	Virgen de mi alma casta vestiría;
	Qué luz como esta luz - ¡oh, qué ventura
	De una mora el amor gozar un día!

	Chimenea encendida
	Al frío corporal vuelve la vida:
	¡También de un beso al fuego,
	El muerto de vivir, renace luego!

	Nadie sabe el secreto misterioso
	De un beso de mujer: yo lo he sabido
	En un arrobamiento luminoso
	Extra-tierra, extra-humano, extra-vivido.

	Cuando todo lo férvido dormita,
	Cuando todo lo imbécil gigantea,
	Cuando la languidez sólo se agita
	Y por nuestra alma mísera pasea,-
	Hay algo más hermoso que una noche
	De Enero de mi patria en las llanuras; -
	Más dulce que un dulcísimo reproche
	Lleno de confusión y de locuras,
	Con que un trémulo labio
	Culpa y perdona su amoroso agravio; -
	¡Hay algo como en sueños
	Nos pareció escuchar, algo que ha sido
	Verdad, aunque fue sueño, porque deja
	Partida la verdad, cierto el sonido.-
	Un rayo que refleja
	Muy suave claridad,- una dulzura
	Que todos nuestros átomos orea,
	Y una especie de aroma de ternura
	Que sobre nuestros labios titubea! -

	¡Un beso de mujer! - Pues, ¿cómo ha sido?
	Todo lo venturoso ha renacido,
	La redención espléndida amanece,
	Esénciase el cadáver, y en el punto
	Hermano siglo y siglo de un difunto,
	¡O me engaño - ¡oh ventura! - o me parece
	Que do el difunto fue, la yerba crece!

	¡Un beso de mujer! - Yo lo he sabido
	En un muy dulce instante extra-vivido.-
	El árabe, si llora,
	Al fantástico haschisch consuelo implora.
	El haschisch es la planta misteriosa,
	Fantástica poetisa de la tierra:
	Sabe las sombras de una noche hermosa
	Y canta y pinta cuanto en ella encierra.-

	El ido trovador toma su lira:
	El árabe indolente haschisch aspira.
	Y el árabe hace bien, porque esta planta
	Se aspira, aroma, narcotiza, y canta.

	Y el moro está dormido,
	Y el haschisch va cantando,
	Y el sueno va dejando,
	Armonías celestes en su oído.

	Muchos cielos ha el árabe, y en todos,
	En todos hay amor,- pues sin amores,
	¿Qué azul diafanidad tuviera un cielo?
	¿Qué espléndido color las tristes flores?

	Y el buen haschisch lo sabe,
	Y no entona jamás cántico grave.
	Fiesta hace en el cerebro,
	Despierta en él imágenes galanas;
	El pinta de un arroyo el blando quiebro,
	El conoce el cantar de las mañanas,
	Y esta arábiga planta trovadora
	No gime, no entristece, nunca llora;
	Sabe el misterio del azul del cielo,
	Sabe el murmullo del inquieto río,
	Sabe estrellas y luz, sabe consuelo,
	¡Sabe la eternidad, corazón mío!

	El árabe es un sabio:
	Cobra a la tierra el terrenal agravio.
	Y en tanto,- el encendido
	Vigor de este mi espíritu potente,
	Me quema en mí y esclavo y oprimido
	Tormenta rompe en la rebelde frente: -

	Y en tanto - de mi espíritu el deseo
	De aquello lo invisible se enamora.
	Y se abrasa en mí mismo, y ¡me devora
	Buitre a la vez que altivo Prometeo! -

	¡Amor de mujer árabe! despierta
	Esta mi cárcel miserable muerta:
	Tu frente por sobre mi frente loca:
	¡Oh beso de mujer, llama a mi puerta!
	¡Haschisch de mi dolor, ven a mi boca!
	 

José Martí
México, marzo.

Publicada en la Revista Universal, México, 18 de abril de 1875. Hay otras composiciones con igual titulo.