Sin Amores

	Amada, adiós. En horas de ventura
	Mi mano habló de amores con tu mano:
	Amarte quise ¡oh ánima sin cura
	Ni derecho al amor! Para tu hermano
	Aún sobra altivo entre mis venas fuego,
	Y para amarte, apenas
	La sangre bulle en mis dormidas venas.

	¡Oh, yo no sé! La tarde enajenada
	En que al mirarnos, de una vez nos vimos,
	Amado me sentí, tú fuiste amada,
	Y callamos, y todo lo dijimos.
	Después, ¿lo sabes tú? Vuelta del sueño,
	El alma en su descanso sorprendida,
	Alzóse en mí contra el gallardo dueño
	Por la temprana esclavitud herida;
	Y mísera, y llorando,
	Esta infeliz de amores se me muere,
	Y por lo mismo que la estás amando,
	Por lo mismo esta loca no te quiere.

	¡Oh! No me pidas que comprima el llanto
	De soledad que ante tus ojos vierto.
	Si solo estoy, de mi orfandad me espanto,
	Pero a mentir, ni para amarte, acierto.

	Y lloraste: yo sé cómo pusiste
	En el soñado altar tempranas flores.
	Y triste quedas, pero yo más triste
	De amores vivo y muero sin amores.

	Amarte quise. Peregrino ciego
	Yo sé el amor al cabo del camino,
	Mas ¡cómo en tanto devorando el fuego
	El alma va del pobre peregrino!

	Engaño, infamia. Si en tu amor pusiéra
	Un punto solo de una vil mentira,
	Vergüenza al punto de mentir rompiera
	La cuerda audaz de la cobarde lira.

	Si brusco soy, si de soberbia herido,
	Te hiero a ti, ni mi perdón te imploro,
	Vencí otra vez; yo quiero ser vencido,
	Y en busca aquí de quien me venza, lloro.

	¡Perdón, perdón! Yo puse en mis miradas
	El fuego extraño de la patria mía,
	Allá donde la vida en alboradas
	Perpetuas se abre al palpitar del día.

	- ¡Perdón! No supe que una vez surcado
	Un corazón por el amor de un hombre,
	Ido el amor, el seno ensangrentado
	Doliendo queda de un dolor sin nombre.

	¡Perdón, perdón! Porque en aquel instante
	En que quise soñar que te quería,
	Olvidé por tu mal que cada amante
	Pone en el corazón su gota fría.

	Y si es verdad que, de su bien cansado,
	No te ama ya mi corazón, perdona,
	En gracia al menos por haberte amado,
	Este adiós que a la nada me abandona.

	¡Oh, pobre ánima mía,
	Quemada al fuego de su propio día!
	 

México, 17 de abril de 1875.

El 14 marzo de 1875 fue publicada otra composición con igual título .