Elm. Madre! llorando vos? Esp. ¿De qué te asombras? A la lucha partió mi noble Abdala, Y al partir a la lucha un hijo amado ¿Qué heroína, qué madre no llorara? Elm. La madre del valor, la patriota! Oh! mojan vuestra faz recientes lágrimas, Y rebosa el dolor en vuestros ojos, Cobarde llanto vuestro seno baña! Madre nubia no es la que así llora Si vuela su hijo a socorrer la patria! A Abdala adoro: mi cariño ciego Es límite al amor de las hermanas, Y en sus robustas manos, madre mía, Le coloqué al partir la cimitarra, Le dije adiós, y le besé en la frente! Y vos lloráis, cuando luchando Abdala De noble gloria y de esplendor se cubre, Y el bélico laurel le orna de fama! iOh madre! ¿no escucháis ya cómo suenan Al rudo choque las templadas armas? ¿Las voces no escucháis? ¿El son sublime De la trompa no oís en la batalla? ¿Y no oís el fragor? ¡Con cuánto gozo Esta humillante veste no trocara Por el lustroso arnés de los guerreros, Por un noble corcel, por una lanza! Esp. ¿Y también como Abdala, por la guerra A tu hogar y tu madre abandonaras? ¿Y a morir en el campo audaz partieras? Elm. También, madre, también! que las desgracias De la patria infeliz lloran y sienten Las piedras que deshacen nuestras plantas! ¿Y vos lloráis aún? ¿Pues de la trompa El grato son no oís que mueve el alma? ¿No lo escucháis?, ¡oh madre! ¿A vos no llega El sublime fragor de la batalla? (Se oye tocar a la puerta.) Pero... ¿qué ruido es éste repentino, Madre, que escucho a nuestra puerta? Esp. (Lanzandose hacia la puerta) ¡Abdala! Elm. (Deteniéndola) Callad, oh madre! Acaso algún herido A nuestro hogar desesperado llama. A su socorro vamos, madre mia. (Se dirigen a la puerta.) ¿Quién toca a nuestra puerta? Una voz Abrid!