ESCENA VII



Espirta y Elmira

Elm.     Madre! llorando vos?

Esp.   ¿De qué te asombras?
	A la lucha partió mi noble Abdala,
	Y al partir a la lucha un hijo amado
	¿Qué heroína, qué madre no llorara?

Elm.      La madre del valor, la patriota!
	Oh! mojan vuestra faz recientes lágrimas,
	Y rebosa el dolor en vuestros ojos,
	Cobarde llanto vuestro seno baña!
	Madre nubia no es la que así llora
	Si vuela su hijo a socorrer la patria!
	A Abdala adoro: mi cariño ciego
	Es límite al amor de las hermanas,
	Y en sus robustas manos, madre mía,
	Le coloqué al partir la cimitarra,
	Le dije adiós, y le besé en la frente!
	Y vos lloráis, cuando luchando Abdala
	De noble gloria y de esplendor se cubre,
	Y el bélico laurel le orna de fama!
	iOh madre! ¿no escucháis ya cómo suenan
	Al rudo choque las templadas armas?
	¿Las voces no escucháis? ¿El son sublime
	De la trompa no oís en la batalla?
	¿Y no oís el fragor? ¡Con cuánto gozo
	Esta humillante veste no trocara
	Por el lustroso arnés de los guerreros,
	Por un noble corcel, por una lanza!

Esp. 	  ¿Y también como Abdala, por la guerra
	A tu hogar y tu madre abandonaras?
	¿Y a morir en el campo audaz partieras?

Elm. 	  También, madre, también! que las desgracias
	De la patria infeliz lloran y sienten
	Las piedras que deshacen nuestras plantas!
	¿Y vos lloráis aún? ¿Pues de la trompa
	El grato son no oís que mueve el alma?
	¿No lo escucháis?, ¡oh madre! ¿A vos no llega
	El sublime fragor de la batalla?
	(Se oye tocar a la puerta.)
	Pero... ¿qué ruido es éste repentino,
	Madre, que escucho a nuestra puerta?

Esp. 	  (Lanzandose hacia la puerta) ¡Abdala!

Elm. 	  (Deteniéndola)

	Callad, oh madre! Acaso algún herido
	A nuestro hogar desesperado llama.
	A su socorro vamos, madre mia.
	(Se dirigen a la puerta.)
	¿Quién toca a nuestra puerta?
Una voz 	Abrid!


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