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APÉNDICES

I

DISCURSO DE APERTURA DE LA CONVENCIÓN

Habana, 5 de Noviembre de 1900.

SEÑORES DELEGADOS A LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE DE CUBA:

Como Gobernador Militar de la Isla, en representación del Presidente de los Estados Unidos, declaro constituida esta Asamblea.

Será vuestro deber, en primer término, redactar y adoptar una Constitución para Cuba; y, una vez terminada ésta, formular cuáles deben ser, á vuestro juicio, las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos.

Esa Constitución debe ser capaz de asegurar un gobierno estable, ordenado y libre.

Cuando hayáis formulado las relaciones que, á vuestro juicio, deben existir entre Cuba y los Estados Unidos, el Gobierno de los Estados Unidos adoptará, sin duda alguna, las medidas que conduzcan, por su parte, á un acuerdo final y autorizado entre los pueblos de ambos países, á fin de promover el fomento de sus intereses comunes.

Todos los amigos de Cuba seguirán con ahínco vuestras deliberaciones, deseando ardientemente, que lleguéis á resolver con tino; y que, por la dignidad, compostura personal y cuerdo espíritu conservador que caractericen vuestros actos, se patentice la actitud del pueblo cubano para el gobierno representativo.

La distinción fundamental entre un Gobierno verdaderamente representativo y uno despótico consiste, en que, en el primero, cada representante del pueblo, cualquiera que sea su cargo, se encierra estrictamente dentro de los límites definidos de su mandato. Sin esta restricción, no hay Gobierno que sea libre y constitucional.

Conforme á la Orden, en cuya virtud habéis sido electos y os encontráis aquí reunidos, no tenéis deber de tomar parte en el Gobierno actual de la Isla y carecéis de autoridad para ello. Vuestros poderes están estrictamente limitados por los términos de esa Orden.

Leonard Wood.
Maj. Gral. Military and Governor.
Es copia El Jefe de Despacho,
Joaquín Alsina.

II

JURAMENTO

Habana, 5 de Noviembre de 1900.

El juramento dice así; "Nosotros, los Delegados electos por el pueblo cubano para la Convención Constituyente Nacional, juramos ó prometemos desempeñar fielmente los deberes de nuestro cargo."

"Renunciamos pública y solemnemente á toda fidelidad prestada ó pacto contraído directa ó indirectamente con cualquier Estado ó Nación, jurando la soberanía del pueblo libre é independiente de Cuba y acatando la Constitución que esta Convención adopte, así como el Gobierno que por ella se establezca."

Habana, Diciembre 17 de 1900.

Es copia. El Jefe de Despacho.
Joaquín Alsina.

III

A LA CONVENCIÓN CONSTITUYENTE

MOCIÓN

La apertura de la Convención se hizo con un mensaje ó discurso del Gobernador Militar de la Isla, en representación del Gobierno Interventor, de cuyo mensaje no se ha hecho mención por ningún acuerdo; y, como quiera que de sus términos tienen que surgir distintas proposiciones, los que suscriben proponen que inmediatamente que la Convención quede legalmente constituida, se de lectura á dicho mensaje para el objeto indicado.

Habana, Noviembre 11 de 1900.—Lacret Morlot.—Salvador Cisneros.—Juan G. Gómez. Habana, Diciembre 7 de 1900.

A LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE

El Delegado que suscribe ruega á la Convención que se sirva aprobar el siguiente proyecto de contestación á la alocución pronunciada por el Sr. Gobernador Militar de la Isla al inaugurarse las sesiones de esta Asamblea.

(Firmado:) Juan Gualberto Gómez.

Contestación propuesta por el Sr. Juan Gualberto Gómez y leída en la sesión de la Asamblea el día 28 de Noviembre de 1900-

Sr. Gobernador Militar de la Isla de Cuba.

SEÑOR:

La Asamblea Constituyente de Cuba se ha enterado con el interés debido, de la alocución que pronunciasteis cuando en representación del Presidente de los Estados Unidos y como Gobernador Militar de la Isla la habéis declarado constituida.

Según vuestras palabras el deber de la Asamblea será, en primer término, redactar y adoptar una Constitución para Cuba, y una vez que esta Constitución esté redactada y adoptada por la Asamblea, formular cuáles deben ser, á juicio de los Delegados, las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. La Asamblea acepta, con gusto, esta racional ordenación de sus trabajos, y, ajustándose á ella, se dedicará inmediatamente á redactar y adoptar la Constitución que, con toda sinceridad, entienda mejor para Cuba en las actuales circunstancias.

Esa Constitución, como acertadamente lo indicáis, debe ser capaz de asegurar un Gobierno estable, ordenado y libre, condiciones que sólo reúnen aquellos Gobiernos que descansan en el consentimiento de los gobernados.

La Asamblea se complace en tomar nota de vuestra declaración de que tan pronto como formulen los Delegados las relaciones, que á su juicio deban existir entre Cuba y los Estados Unidos, el Gobierno de los Estados Unidos adoptará, sin duda alguna, las medidas que conduzcan, por su parte, á un acuerdo final y autorizado entre los pueblos de ambos países, á fin de promover el fomento de sus intereses comunes. La Asamblea está persuadida de que llegado ese momento, cualquiera que sea el Gobierno de Cuba que su Constitución establezca, ese Gobierno adoptará también todas las medidas que conduzcan por su parte, á un acuerdo final y autorizado con el de los Estados Unidos, no sólo para promover el fomento de sus intereses comunes, sino para consolidar á la vez cuanto sea humanamente posible, los lazos de amistad entre los dos pueblos.

Tiene plena conciencia la Asamblea Constituyente de que todos los amigos de Cuba siguen con interés sus deliberaciones, deseando ardientemente que llegue á resolver con tino, los asuntos encomendados á su estudio y decisión. Deseos tan nobilísimos no han de ser seguramente defraudados por la Asamblea, que por la dignidad, compostura personal y cuerdo espíritu de conservación que han de caracterizar sus actos, añadirá nuevos elementos, á los que ya patentizan la aptitud del pueblo cubano para el gobierno representativo. En ese extremo, como en los anteriores, la Asamblea Constituyente se congratula que coincidan sus propósitos con vuestras recomendaciones.

Del propio modo la Asamblea piensa como vos, que una de las distinciones fundamentales entre un gobierno verdaderamente representativo y uno despótico, consiste en que el primero, cada representante del pueblo, cualquiera que sea su cargo, se encierra estrictamente dentro de los límites definidos de su mandato. Como lo decís muy bien, sin esa restricción que no es más que la práctica del principio de la observancia de las leyes por todos, singularmente por los que desempeñen un cargo público, no hay Gobierno que sea libre y constitucional.

De tal suerte se encuentra penetrada de ello la Asamblea Constituyente, que aún antes de escuchar vuestra importante alocución, todos los Delegados entendían que conforme á la Orden en cuya virtud fueron electos, y se encuentran reunidos, no sólo no tenían el deber de tomar parte en el Gobierno actual de la Isla, sino que carecían de autoridad para ello; y todos, además, admitían que sus poderes están estrictamente limitados por los términos de la Orden 301 del Gobierno Militar, que sigue siendo la reguladora de su mandato, salvo en lo que se refiere á las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, que ya no han de ser parte de la Constitución, sino que se han de formular después, y fuera de ella, como á su juicio lo entiendan los Delegados, convenientes á ambos países.

Al consignar como lo acaba de hacer su aquiescencia á las autorizadas manifestaciones contenidas en vuestra alocución, la Asamblea esperimenta necesidad de acompañarla con la expresión de sus sentimientos de gratitud y de cariño al pueblo de los Estados Unidos, y de respeto á su ilustre Presidente por vos representado como Gobernador Militar de la Isla; alentándola la risueña esperanza de que cumpliendo todos honradamente nuestros deberes, llevaremos á cabo en breve tiempo y en la mayor harmonía la obra de constituir aquí un pueblo independiente, hermano atento y solícito, del que en día memorable, intervino en su favor para ayudarlo á alcanzar los beneficios de la libertad y los derechos de la soberanía. Noviembre 28 de 1900.

Juan Gualterio Gómez.

Para autorizar la lectura,
Rafael Portuondo. Lacret Morlot.

Es copia. El Jefe de Despacho,
Joaquín Alsina.

Y MOCIÓN

Los Delegados que suscriben piden á la Convención, se sirva celebrar sesión extraordinaria, para tratar de la revocación del acuerdo tomado, á propuesta de los señores Delegados Enrique Villuendas, Gonzalo de Quesada y Manuel Sanguily, en la sesión del día 26 del pasado, referente á la alocución del Gobernador Militar.

Salón de la Convención, Diciembre 4 de 1900.—-Juan G. Gómez. —Rafael M. Portuondo.—Lacret Morlot.—Salvador Cisneros.—José N. Ferrer.

Es copia. El Jeje de Despacho,
Joaquín Alsina.

RESULTADO FINAL

 

En el folleto primero de los que vengo publicando, expuse la entrevista que tuve con el Presidente McKinley. Entonces dije:
       —"¡ Ojalá me equivoque en mis apreciaciones, y que no sea la única ventaja de esta entrevista la del deber cumplido. Por mi parte he hecho cuanto me ha sido posible en beneficio de la noble causa de nuestra Independencia, para que después, cualquiera determinación que se tome, esté justificada."

Tres fueron los objetos que me llevaron á Washington, ó sea: la cuestión del actual Obispo católico de la Habana, monseñor Donato Sbarretti; la de la Asociación de Marinos, y la de la Ley Electoral y Decreto sobre la designación de la actual Convención Nacional.

Sobre la cuestión del citado señor Sbarretti, cuyo nombramiento he creído siempre que ha sido recomendado por el Gobierno de Washington, y el cual constituye una imposición odiosa para nuestro pueblo, se me contestó: que estando separada la Iglesia del Estado, no podía aquel Gobierno mezclarse en dicha cuestión. Se le objetó que nosotros no pedíamos la intervención directa del Estado en ese asunto, sino que por su conducto se trasmitiese al Papa nuestra legítima petición, por ser aquél el único medio legal, puesto que aún Cuba carecía de Gobierno propio, asumiendo las facultades de éste el Poder Interventor; y como réplica se obtuvo la misma contestación.

Acerca de los otros dos particulares se me contestó: que el Secretario de la Guerra entendería en ellos, y tanto éste como el Presidente convinieron, á la postre, en ocuparse de ambos asuntos y participarme por escrito su resultado en el más breve plazo posible, por considerar urgente su despacho.

Apesar de las buenas maneras y del trato afable de que fuimos objeto, tanto mis compañeros de Comisión como yo, no tengo confianza de que se nos haga justicia. Creo, por el contrario, que dos de aquellos asuntos se resolverán con el estribillo de que "dentro de tres ó cuatro meses los resolveremos á nuestro gusto, puesto que ya seremos independientes."

En la cuestión religiosa resulta un mito la aseveración de que el Estado no se mezcla en ella, cuando precisamente se ha hecho todo lo contrario. El mismo Poder Interventor proclamó la separación de ambas entidades, y como consecuencia de ello se reconoció el matrimonio civil como único válido y legal. Monseñor Sbarretti solicitó después que se hiciese igual reconocimiento en favor de los religiosos. El actual Gobernador Militar sometió esta solicitud á consulta de los Ayuntamientos de la Isla, y, después de un informe contrario, el propio Gobernador no tuvo escrúpulos en decretar la validez de los citados matrimonios religiosos. ¿ No quiere esto decir que el Estado interviene también en asuntos relacionados con la Iglesia?

Aún más: el propio Sbarretti ha planteado la cuestión sobre los bienes eclesiásticos, y el aludido Gobernador Militar no ha tenido inconveniente en nombrar un Tribunal especial compuesto de Magistrados del Supremo para que decida esta cuestión, que ir dudablemente será en favor de monseñor Sbarretti. Este asunto se viene ventilando desde hace bastante tiempo. No ha surgido como consecuencia del cese de la soberanía española, y, como es natural, su resolución compete única y exclusivamente al pueblo de Cuba, cuando se halle organizado en Nación independiente, y por medio de los Tribunales ordinarios de justicia.

Dicen algunos que la intervención americana puede inmiscuirse en este particular, porque á ello le compele el Tratado de París. Yo afirmo lo contrario. Las propiedades que los americanos ofrecieron garantir,—sin necesidad alguna, puesto que la Revolución y los Cubanos son más que suficientes para respetar y conservar lo ajeno, porque nunca han tenido el propósito de hacer de Cuba un Estado de usurpadores y detentadores,—son las mismas que dejaba España en poder de sus amos y usufructuarios en los precisos momentos en que cesaba su intervención en Cuba como soberana de la misma. Mejor dicho: los efectos de aquel Tratado se extienden á lo sucesivo, pero nunca á una cuestión privativa, que desde hace medio siglo viene tratándose, como la tan decantada de los bienes religiosos. Por ese mismo Tratado debiera el Poder Interventor respetar la posesión que sobre los mismos tiene el Estado de Cuba, hasta que éste por sí resuelva definitivamente. De otra manera sería un despojo, condenado por el espíritu y la letra de aquel Protocolo, ya que á él se quiere llevar este asunto.

Demuestran los hechos anteriores que una cosa se dice y otra se hace; y, á la vez, dejan muy atrás mi pronóstico, que ha de llevar el convencimiento á mis amigos Lacret y Mustelier, de que no debieron haber confiado en la amabilidad y buena acogida de que fuimos objeto en la Casa Blanca.

En Agosto fuimos á Washington, y han transcurrido cinco meses sin que ninguno de aquellos asuntos se haya resuelto de una manera satisfactoria á nuestras legítimas pretensiones.

Las elecciones se han verificado de modo tal, que si algo hubiese resuelto en nuestro favor el Gobierno de Washington de nada serviría, porque el beneficio tendría que haber llegado tarde, resultando lo de aquel adagio vulgar: "Muerto el asno, la cebada al rabo."

Pero ni aún eso; porque no se ha resuelto nada ni atendido á la palabra empeñada de un Presidente, que sólo ha servido para que se mandasen á estudio, según se dice, como si fueran asuntos de hechos y no de derechos, que en estudio se han quedado.

La intervención americana se jacta de haber venido á enseñar á los Cubanos el buen orden y método de Gobierno y Administración, y, desgraciadamente, los hechos han venido á demostrar todo lo contrario.

Para justificar esto permítaseme hacer varias observaciones.

La Isla de Cuba es un país eminentemente agrícola. Sus fuentes de riquezas están en la tierra, dependiendo de sus producciones la existencia de sus grandes y pequeñas industrias. Pues bien: hace dos años que los americanos gobiernan nuestra Isla, y en todo este tiempo ¿qué han hecho en beneficio del desarrollo de nuestra agricultura? ¿Qué auxilio le han prestado al pobre campesino, para que, después de una guerra desoladora, pudieran remover la tierra y comenzar de nuevo á construir lo que determina la mayor riqueza entre nosotros?

Cuando la dominación española este ramo principal de nuestra vida se hallaba tan desamparado, que fué uno de los motivos de nuestro malestar y que obligaron al movimiento revolucionario en contra de la antigua metrópoli; pero lo cierto es que hasta el presente no hemos obtenido mejora de ninguna clase, de donde resulta que lo mismo eran los anteriores como los nuevos directores de escena.

El año pasado, cuando debido á grandes sacrificios y á iniciativas particulares, la cosecha del tabaco abría nuevos horizontes de esperanza y prosperidad para el infeliz cultivador, se impusieron de tal manera el agio y el monopolio, que aquél, ó tenía que tragarse la producción, ó venderla á precio vil, llegando el caso extremo de que cujes de capas, que cuando más barato se vendieron no bajaron de 3 pesos, y los de tripa que siempre costaron, cuando menos, á peso, ofrecieron por ellos 90 y 25 centavos, respectivamente.

Por otra parte, los derechos tan crecidos de exportación constituyen otro cargo de gran responsabilidad para nuestros administradores.

Y reuniendo todos estos hechos, ¿podremos decir que nuestros interventores han cumplido con arreglo á sus ofrecimientos y á los mandatos de la conciencia, con el principio de humanidad que tanto proclamaron al inmiscuirse en nuestros asuntos privativos?

Yo no pretendo que la protección á nuestra agricultura se haga con el dinero oficial del Gobierno de Washington, porque para ello no es necesario, puesto que, con lo que producen nuestras Aduanas, hay lo suficiente para esta atención, en las circunstancias actuales en que nos encontramos, en medio de un desequilibrio general y en pretensiones de llegar á un período de completa y absoluta normalidad.

En los folletos publicados se encontrará la exposición presentada al Presidente de la República Americana, haciéndole ver los defectos de que adolecía la orden de 25 de Julio de 1900, concerniente á las elecciones para la Convención Constituyente, que debía reunirse el 5 de Noviembre, un día después de las verificadas para la designación del Presidente de los Estados Unidos.

En el titulado Apelación al Pueblo Americano, se expresaron los abusos cometidos por el Interventor y el comportamiento de los encargados de representarlo en esta Isla.

El Presidente de la República Americana acogió con agrado y benevolencia, recibiendo cortés y cumplidamente á la Comisión encargada de presentarle la Exposición del primer folleto, ofreciéndola despachar en unión de los otros dos particulares, de índole distinta, que se le presentaron conjuntamente. Mis compañeros de comisión salieron altamente complacidos de la Casa Blanca, creyendo en el éxito de las palabras del primer representante de la Gran República; no así me sucedió á mí, que, sin duda por la experiencia que dan los años, y no obstante habernos dicho que á más tardar, dentro de tres meses, sería Cuba libre é independiente: "que su único deseo, agregaba el Presidente, era hacerla y verla feliz" Inútil será decir que nada creí yo de sus falaces palabras.

Salí, pues, muy disgustado, y el tiempo, que todo lo vence, se ha encargado de enseñarnos la verdad, corroborando mis apreciaciones de haber transcurrido los tres meses citados ventajosamente y todavía Cuba sigue uncida al yugo de la Intervención que cada vez se hace más fuerte.

Han transcurrido cuatro meses y el primer Magistrado de la Gran Nación Americana todavía no ha tenido la delicadeza, la bondad de contestar siquiera con un "No ha lugar," á cualquiera de las tres proposiciones que, con atenta delicadeza, se comprometiera él y su Secretario de la Guerra á resolver. En cambio, no le ha faltado tiempo á éste para realizar su viaje de recreo á la parte Sur de nuestra Isla, y dedicarse á la pesca, según afirmación general.

Tan complacido ha quedado el Secretario de la Guerra, Mr. Root, con el Gobernador Militar de la Isla, Mr. Wood, que continuaron su viaje de circunnavegación de la Isla de Cuba, se entiende con igual ó mejor suerte que por la costa Sur.

La intervención ha sido y es pródiga en la administración de nuestros caudales, aplicándolos á cuestiones, que mirándolas bien, carecen de toda importancia.

En efecto; la cuestión de sanidad ha sido para ella un asunto de tal magnitud, que dado el aparatoso conjunto de todos los medios que ha puesto en práctica para su atención, que cualquiera que no esté compenetrado de todo, podría haber asegurado, que siempre hemos vivido dentro de la mayor inmundicia, y que, por consiguiente, los cubanos han sido indiferentes en ese ramo importante de la vida. Yo declaro, que es cierto, que cuando el régimen español, la higiene oficial se hallaba bastante abandonada, pero no hasta el extremo de que en las circunstancias actuales se derroche nuestro dinero de la manera que se viene haciendo, cuando, si se tiene en cuenta una estadística publicada en un periódico de esta capital, resulta que en 1890 ha habido menos mortandad que en la época presente.

Uno de los sistemas que tienen nuestros administradores para higienizar, consiste en destinar una ó varias cuadrillas, que yendo de casa en casa, proceden á baldear y recoger algunos tarecos viejos. Esto se hace una vez cada dos ó tres meses; y ahora yo pregunto: ¿Es posible que de esta manera se haga una higienización real y positiva?

Con motivo de la inoculación de la fiebre amarilla, por conducto del mosquito, nuestros administradores, proceden, actualmente, á extirpar esos insectos, con procedimientos bastante costosos por cierto. Yo no critico la medida, pero sí me parece irregular que nuestro dinero se invierta en un asunto que en nada nos beneficia, pues hasta el presente no hemos padecido de fiebre amarilla, y por lo tanto no debemos de temer á la inoculación de una enfermedad que para ella somos verdaderamente inmunes.

Bueno sería que para las atenciones de todo esto, se empleasen los caudales propios de los interventores, por ser á ellos exclusivamente, á quienes beneficia esta medida.

Tanto escrúpulo, y tanto cuidado para evitar la propagación de enfermedades infecciosas, por una parte, y por la otra no han tenido inconveniente de colocar el vertedero de basuras y materias fecales en un extremo importante de la población. En efecto; hacia la parte Sur, existe una extensa barriada, compuesta de más de 20.000 habitantes, y en ese punto, ó sea en el muelle de Tallapiedra, donde hay un tráfico constante de madera y carbón, y casi al frente de una gran fábrica de jarcia, donde trabajan centenares de obreros, hombres y mujeres, han construido los interventores, un horno para quemar las basuras, que no tiene cabida ni para la quinta parte de las que se recogen en la población, pero el resto, así como las materias fecales, se van arrojando en grandes lanchones, que por el día y por la noche, atracan á dicho muelle. Sabido es que el viento más fuerte que tenemos en determinadas épocas del año, es precisamente el Sur, de donde resulta que las corrientes miasmáticas de aquél gran foco de inmundicias se desarrollan por toda la ciudad; y yo pregunto: ¿Puede tolerarse todo esto si se quiere aplicar entre nosotros, con mayor severidad, los principios de la higiene? Que contesten por mí nuestros actuales administradores.

Para terminar con esta parte que se refiere á la higiene, voy á referirme á un particular que parece tener escasa importancia, y es todo lo contrario.

La limpieza de pozos negros (letrinas) se hacía en esta capital por individuos particulares, utilizando para ello una carreta con tres grandes pipotes.

No se permitía hacer esta limpieza sino después de las 11 de la noche y cuando más se cobraba al propietario ó inquilino que solicitaba este servicio, la cantidad de cinco pesos por cada carreta, y demás esta decir que se tapaban los depósitos de tal manera que no se percibía su mal olor.

Pues bien; nuestros interventores prohibieron el empleo de los citados pipotes para aquella limpieza y obligaron á que se comprasen, por supuesto en los Estados Unidos, una especie de carros de hierro todo, que escasamente tienen la capacidad de uno de los antiguos pipotes. Sólo un individuo particular pudo adquirir esos carros, pero por su parte no dejó la oficina de sanidad, de adquirir otros también para ella.

Con este nuevo sistema, tenemos que á cada propietario se le cobra á razón de cinco pesos por cada carro que utilice, ó sea tres veces más de lo que antes podía costarle, y sobre todo esto, el hecho real y escandaloso que desde las nueve de la noche comienzan á circular por todas las calles, invadiendo las casas con el nauseabundo olor que despiden, por no tener condiciones para impedir la salida de este fluido infernal. ¿Y es esto tener consideración, para el pueblo, administrar bien y cumplir, como he dicho antes, con todas las reglas de la higiene?

Tendiendo la vista por el ramo de obras públicas, nos encontramos, sin profundizar mucho, con lo siguiente:

Que por poner pavimentación de asfalto alrededor de la casa particular de un individuo, tantos pesos.

Por dar lechada al antiguo Hospital Militar, para trasladar la Cárcel á él, veinte y siete mil 7 pico de pesos; y por este estilo una serie de obras, que en un año han ascendido á la cifra extraordinaria de tres millones de pesos.

Si en el sistema antiguo, nos irritaba ver que con los fondos públicos se atendían á ciertas comodidades de señores particulares, no menos indignación nos podrá causar ahora al ver que el procedimiento se ha repetido, pues si ese señor, sin aguardar á que la pavimentación de la ciudad, se haga en sentido general, tanto para el rico como para el pobre, tuvo el deseo de ser uno de los primeros de ver su casa rodeada de adoquines de asfalto, bueno sería que lo hubiese pagado de su bolsillo particular, y no de los fondos públicos, que lógicamente deben tener otra aplicación.

En lo que hace al Hospital Militar, nos encontramos que, por la idea que hubo de trasladar á él los presos de la Cárcel, se comenzaron á realizar algunas obras que quedaron paralizadas por haberse desistido de aquella idea, después de haberse invertido en su arreglo, según dicen los interventores, los mencionados veinte y siete mil pesos y quedando aquél gran edificio en el mismo estado de antes, es decir, completamente vacío, que bien pudiera repartirse en habitaciones para que lo habitara nuestra clase menesterosa, que en la más de las veces no cuenta con recursos suficientes para pagar el precio tan crecido á que actualmente ascienden los alquileres de las viviendas.

En lo que hace á la cuestión de jardines, es sumamente especial el propósito de nuestros gobernantes. No cesan de introducir innovaciones que á la postre resultan excesivamente costosas.

En el parque de la India, (v. g.) no hace mucho que abonaron el terreno, haciendo grandes canteros, que sembraron de hiervas (hacer nota sobre hiervas-hierbas) menudas. Hoy nos encontramos que todo eso se destruye para renovarlo en distinta forma. ¿ Y no es esto gastar pródigamente nuestro dinero sin beneficio positivo para el país?

Y no se diga que sin esto no se aprovecharían en ganar un jornal los braceros consagrados á estas tareas, porque yo replicaría, que siempre se utilizarían sus trabajos y no le faltaría un jornal mucho mayor quizás, si en vez de aquellas innovaciones caprichosas se decidieran nuestros interventores en construir grandes carreteras que pusieran en comunicación á todos los pueblos del interior con la capital, ó á la realización de otras obras de mayor importancia y mejor beneficio.

No hace mucho que se dispuso el derribo de todas las casuchas de madera en aquella parte de la ciudad que se conoce con el nombre de antiguas murallas. Esos solares, según tengo entendido, pertenecen al Estado; y en vez de cederse á particulares, á fin de que se construyan grandes edificios que le den mayor realce á la población, por estar enclavados en un lugar céntrico, lo que se ha hecho es sembrarlo de hiervas menudas y dejar en pié los grandes fragmentos de las antiguas murallas. Se dice que todo quedará así para conservarlo como recuerdo histórico. Yo no lo dudo, pero creo que para este fin con un solar bastaba, pero no destinar una gran extensión, cual es desde la calle de Dragones á la de Obrapía.

La Intervención no hace más que proyectar mejoras para que los americanos tengan ocupación y de consiguiente, medro; y un tejer y un destejer, en todo lo cual se botan á la calle grandes sumas de dinero que pudieran invertirse en obras de utilidad pública.

El Presidente McKinley nos repitió más de una vez que no nos apuráramos por la determinación de los asuntos de que fuimos portadores, porque dentro de tres meses Cuba sería libre é independiente, y entonces podríamos despachar todos nuestros asuntos á nuestra entera satisfacción, agregando que su deseo era hacer á Cuba lo más feliz que posible fuera.

Todo esto lo he considerado siempre como una conveniencia para asegurar su reelección.

Trató de almibarar nuestros labios, disponiendo la reunión de la Convención, pero haciéndolo de modo tal, que los trabajos de ésta comenzasen cuando ya estuviese reelegido, y poder arreglar la política de acuerdo con sus intereses y los de la Nación Americana.

¿Acaso pueden los americanos creer que nosotros que lo hemos sacrificado todo por nuestra absoluta independencia, no somos capaces de realizar todo lo necesario para el bien, prosperidad y beneficio de Cuba? ¿Los cubanos han elegido sus mejores hombres para hacer una Constitución para los deseos é intereses de los Estados Unidos ó para asegurar los de los cubanos con la absoluta independencia de Cuba? Se han equivocado y el tiempo así lo ha probado. No piensen, ni sueñen con el protectorado ó la anexión. Los cubanos aún tienen VERGÜENZA, único recurso que nuestro inolvidable general Ignacio Agramonte pedía para concluir con nuestros enemigos, lanzándolos fuera del territorio.

Cuba, aún cuando le pese á alguno, tendrá su soberanía y su independencia absoluta, cumpliéndose el juramento de independencia ó muerte, ó de lo contrario se hundirá en el Golfo mexicano, no quedando una piedra sobre otra, desde el Cabo de San Antonio á la Punta de Maisí.

Siento tener que hacer estas manifestaciones, pero así lo veo todo y nunca he sabido engañarme á mí mismo, y mucho menos á mis conciudadanos. Nunca ha pasado por mi mente la idea que me haga suponer que los americanos se desprenderán de Cuba. Ellos harán todo lo posible por no soltar la prebenda, buscando cualquier pretexto para quedar bien con las demás Naciones, cumpliendo con el derecho internacional, que bien puede sintetizarse con lo que dice aquél adagio vulgar de que "el pez grande se traga al chiquito." Poco les importará quebrantar su compromiso, á pesar de la joint Resolution y de todas las demás proclamaciones que en favor de ésta han lanzado á los cuatro vientos de la publicidad.

Desde Agosto de 1900 el Presidente McKinley, le dijo á tres cubanos, que nuestra independencia, á más tardar, sería un hecho dentro de tres meses. Estamos en Enero y todavía nada se vislumbra, ni siquiera un tenue rayo de esperanza. Por el contrario, cada día que pasa se ve más oscuro nuestro horizonte y se aleja el instante de que los soldados americanos abandonen esta Isla y nos veamos solos, completamente solos, para disfrutar de la realidad que determinó el sacrificio de tanta sangre derramada y de tantas víctimas inmoladas.

Lamento en el alma tener que exponer públicamente el pronóstico de lo que, á la postre, vendrá á resultar, porque, como amigos quiero á los americanos y deseo para Cuba sus instituciones y gobiernos, pero sin intervención, ni ingerencia de ninguna especie en el desarrollo de nuestra vida nacional.

Al terminar las presentes líneas, un amigo, me dice lo siguiente:

"Desde que cesó en Cuba la soberanía española, comienzo de la intervención, han sido creadas muchas oficinas innecesarias en los ramos de Correos y Aduanas con el exclusivo objeto de dar ocupación á algunos americanos con triple sueldo que el que se asigna á los empleados cubanos; americanos que desconocen nuestro idioma y la legislación del país. Si algún cubano inteligente y práctico en aquéllos ramos, solicita destino, tratan por todos los medios de no acceder á su pretensión, con mucha más razón si aquél abriga en su corazón sentimientos patrios, pues este particular contribuiría de un modo poderoso á que fueran descubiertos los desfalcos y filtraciones que realizan los americanos."

Tomen nota de los optimistas de siempre. Con todo esto doy por terminado el particular relativo á los tres asuntos que me llevaron á Washington y por sepultado en el olvido y la indiferencia el folleto número 1 que he publicado.

Deseo de todo corazón que mis pronósticos salgan fallidos, pues desde luego conseguiría que el ensueño de toda mi vida y por el que he hecho tantos sacrificios, la independencia absoluta de Cuba, sea un hecho.

*
*   *

El 5 de Noviembre de 1900, según orden del Gobierno Interventor, se abrió la Asamblea de Representantes con un discurso ó mensaje, que leyó el Gobernador Militar de la Isla, en representación del Presidente de los Estados Unidos, á los señores Delegados á la Asamblea Nacional, declarándola constituida, cuyo documento se encuentra al principio de este folleto, marcado con el número I. A consecuencia de esto, presenté á la Convención Constituyente una moción que apoyaron y suscribieron los señores Lacret Morlot y Juan G. Gómez y que aparece como apéndice, marcada con el número III; y por la que se pide que en vista de que la apertura de la Convención se hizo con un mensaje ó discurso del Gobernador Militar de la Isla, sin que de dicho mensaje ó discurso se haya hecho mención por ningún acuerdo; y como quiera que de sus términos surgirían distintas proposiciones, se pedía por aquella moción que desde el momento en que la Convención quedara legalmente constituida, se diera lectura á dicho mensaje para el objeto indicado.

En la sesión celebrada por la Asamblea el 28 de Noviembre de 1900 se dio lectura á una moción suscrita por el Sr. Quesada y á la terminación de la lectura de aquella moción el Sr. Cisneros pidió la palabra. La presidencia le interrogó si era sobre la de Quesada, á lo que contestó el Sr. Cisneros que era para tratar de otra por él presentada.

Concedida la palabra al Sr. Cisneros, manifestó: "Que estaba sobre la mesa, pendiente, la proposición que con él suscribieron los señores Lacret y Juan G. Gómez; que sería muy conveniente fijar día para discutirla y proponía así mismo que no fueran suspendidas las sesiones sino después de tratarse del citado particular, porque se veía obligado á ausentarse el sábado de esta capital."

La presidencia contestó que según manifestaciones hechas por el Sr. Gómez el día anterior, en su nombre y en el de los demás firmantes, no era la moción la que iba á ser objeto de discusión, sino un proyecto de contestación al discurso del general Wood, cuya presentación se anunció para hoy, sin haberse presentado. Acto continuo el Sr. Juan G. Gómez entrega la moción de que se hace referencia.

El Sr. Cisneros vuelve á pedir la palabra, se le concede y manifiesta: "Que no entendió se hubiera retirado la moción que con él suscribieron los señores Lacret y Juan G. Gómez, porque no lo hubiera permitido; que estaba y estaría siempre porque se discutiera, pues aquélla no había sido retirada.

El Presidente afirmó que entendía había sido retirada, pero que si el Sr. Cisneros insistía en que se pusiera á discusión, se pondría.

Manifestó el Sr. Cisneros que de su proposición habían de derivarse otras como la presentada por el Sr. Juan G. Gómez sobre el mismo particular.

El Sr. Núñez, terció en el debate, manifestando "que siendo la moción del Sr. Cisneros diametralmente opuesta á la del Sr. Quesada, proponía que fuera desechada.

El Sr. Presidente tuvo por conveniente poner el asunto á discusión, terciando en el debate los señores Quesada y Llorente. El Sr. Quesada pretendió que su moción se discutiera, y el Sr. Presidente dio preferencia á la del Sr. Cisneros.

El Sr. Núñez pidió la palabra y propuso que no. había lugar á deliberar. El Sr. Sanguily dijo: "Que había presentado una moción que no se oponía en absoluto á la presentada por el Sr. Cisneros y en la cual propuso no tuviera contestación el discurso del general Wood, por lo que se procedió á votar la del Sr. Núñez.

El Sr. Giberga pidió que constara su voto particular; se verificó la votación y resultó empate.

El Sr. Quesada pidió se pusiera á votación su moción pues ésta había sido presentada antes que la de los señores Juan G. Gómez, Portuondo y Lacret, á lo que se opuso el Sr. Lloren-te porque aquélla trataba de la suspensión de las sesiones por ocho días. El Sr. Cisneros se opuso á la proposición Quesada porque opinaba que las secciones 110 podían trabajar sin que antes se les diera bases, é interrogando á la Asamblea si se habían dado algunas bases á las secciones para que comenzaran sus trabajos, respondió el propio Cisneros que no se les había dado absolutamente ninguna por cuya causa creía iban á trabajar en barbecho, sin saber á donde dirigirían sus pasos; y opinaba que la Asamblea debía darle á las comisiones aquellas bases primordiales en que fundaba su proposición y de la que emanarían varias proposiciones que todavía no había lugar á presentar, entendiendo que habiendo varios asuntos importantes, pendientes de resolución, no podía tratarse del receso propuesto por el Sr. Quesada y que la Asamblea necesitaba reunirse con el fin de que aquéllas comisiones pudieran trabajar con fundamento real y verdadero.

Hizo uso de la palabra el Sr. Zayas por no haber aceptado el Sr. Sanguily el turno que aquél le cedía y apoyó el receso que propuso el Sr. Quesada.

El Sr. Cisneros manifestó que él no se oponía al receso, sino tan sólo por no creerlo provechoso hasta tanto que á las comisiones no se le dieran las bases necesarias.

Presentada por el Sr. Llorente una moción oponiéndose al receso, el Sr. Zayas la combatió y fué retirada por su autor.

El Sr. Cisneros pidió la palabra y presentó otra enmienda manifestando que él no se oponía al receso de la Cámara, sino tan sólo que ello se verificara desde el día siguiente, porque había algunos asuntos que resolver, y entre ellos, una moción que tenía presentada y que esperaba se resolviera en la sesión próxima y que el receso podría acordarse des pues el día de pasado aquél, por cuya razón las comisiones podrían estudiar las bases que se le dieran con oportunidad.

Habiendo pretendido el Sr. Presidente poner á votación la enmienda del Sr. Quesada, el Sr. Cisneros preguntó por la que él había presentado y el Sr. Presidente interrogó á cuál se refería y dijo que no admitía enmiendas sino escritas y firmadas.

Leída la moción del Sr. Quesada fué puesta á votación, pidiendo el Sr. Rius Rivera que ésta fuese nominal.

Anunciada por la Presidencia una enmienda, el Secretario la lee y la combate á renglón seguido por entender que aquélla era contraria á la del Sr. Quesada y pide se ponga á votación la de este último Señor.

Pidió la palabra el Sr. Cisneros y propuso que se retardara uno ó dos días más el receso, al cual no se oponía, sino con el fin de que antes se terminaran los trabajos pendientes y se discutiera la proposición que tenía sobre la mesa.

El Sr. Sanguily turna en el debate; el Sr. Cisneros aclara su proposición, se puso ésta á votación y fué desechada.

También se puso á votación la del Sr. Quesada y fué aprobada, anunciándose para la próxima sesión la votación de la moción Cisneros, Gómez y Lacret y de otra que se dio lectura.

Los demás particulares de esta sesión pueden verse en el Diario de Sesiones del 28 de Noviembre de 1900, por lo cual no hago comentarios y sí dejo que lo haga cada lector á su gusto.

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La proposición suscrita por Lacret, Gómez y Cisneros, en 11 de Noviembre, sobre lectura del mensaje, no fué con el propósito de que se estimase como aquellos á que se acostumbra en los países modernos y que se les llama discurso de la corona, ni tampoco lo traje á la palestra para que á conciencia fuera contestado, sino como bien claro lo indica el espíritu de la letra, que dice: "Y, como quiera que de sus términos tienen que surgir distintas proposiciones, los que suscriben proponen que inmediatamente que la Convención quede legalmente constituida, se de lectura á dicho mensaje para el objeto indicado."

En ninguna parte de la proposición se indica sea contestado, por cuya razón huelga todo comentario que sobre el particular se ha hecho.

No se sabe por qué motivo el ciudadano Juan G. Gómez, uno de los firmantes de la moción Cisneros-Lacret, sin duda entendiendo mal dicha proposición, presentó una moción á la Asamblea Constituyente, como contestación al mensaje ó discurso del Gobernador Militar, porque, como muy bien claro se puede ver en la proposición Cisneros, no se dice nada con respecto á contestar á dicho discurso, y en tal virtud, el Sr. Cisneros no autorizó con su firma la ja citada contestación la que va marcada con el número 4 y ocasionó que el Sr. Cisneros formulase lo moción siguiente:

A LA CONVENCIÓN

Los que suscriben, hacen presente á esta Asamblea que la proposición presentada en 11 del presente mes, por los señores Lacret Morlot, Juan G. Gómez y Salvador Cisneros Betancourt, de ningún modo se ha referido á contestar el mensaje ó discurso del Gobierno Interventor ó sea del Gobernador Militar de la Isla, porque desde luego comprende que no es el discurso de la corona, ni puede serlo como se quiere dar á entender, sino simplemente un discurso ó manifestación del Gobernador Militar, y bien claro se dice que: " de sus términos " tienen que surgir distintas proposiciones, los que suscriben 4'proponen que inmediatamente que la Convención quede legalmente constituida, se de lectura á dicho mensaje para el objeto Indicado. Así, nada tiene que ver el acuerdo último de la Asamblea referente á la proposición hecha de contestación al mensaje ó discurso del Gobernador General y se pide que se de cumplimiento á lo acordado antes de la presentación de dicha moción á que se refiere anteriormente, que fué "dejarla sobre la mesa y ocuparse de ella en la próxima sesión, para que se presentasen las distintas proposiciones á que se hace referencia".

Lo que pedimos se lleve á efecto.

Salón de Sesiones, 28 de Noviembre de 1900.

Salvador Cisneros Betancourt.

Esta proposición á consecuencia de haberse dejado en suspenso la determinación de la moción Cisneros-Lacret-Gómez, y haberse recesado la Asamblea como está de manifiesto en la sesión del miércoles 28 de Noviembre no se le dio curso; apareciendo con fecha de 4 de Diciembre una moción pidiendo celebrar sesión extraordinaria para tratar de la revocación del acuerdo tomado á propuesta de los Delegados, señores Villuendas, Quesada y Sanguily, en la sesión del 26 del pasado, referente á la alocución del Gobernador Militar y firmada por Juan G. Gómez, Rafael M. Portuondo, Lacret Morlot, Salvador Cisneros y José M. Ferrer, la que está inclusa y marcada con el número 5 que también quedó sin efecto por el citado receso.

Comprendiendo el que habla, la importancia de la proposición Cisneros-Lacret-Gómez, tuvo por conveniente presentar á la Convención Constituyente, la proposición siguiente:

A LA CONVENCIÓN CONSTITUYENTE

En la moción presentada por mí y que suscribieron los señores Lacret y Gómez, relativa al mensaje ó discurso pronunciado por el general Wood, como representante del Gobierno Interventor, en la apertura de esta Convención, no fué por parte mía, con el propósito de buscar oportunidad de contestar dicho mensaje, cual se hace en los países monárquicos cuando el Poder Soberano da cuenta de sus gestiones y el moderador anuncia su futura línea de conducta política, obligados ambos por la identidad que deben observar en sus miras y tendencias, cosa que no resulta con el Poder Interventor Americano, con el cual no nos podrá ligar otra cosa que un profundo agradecimiento, cuando cumpliendo honradamente con su promesa le conceda á nuestra patria su absoluta independencia.

Entiendo que la Convención debe obrar con entera independencia, con absoluta libertad de acción, para formular nuestro Código fundamental, sin necesidad de oír á nadie, ni ocurrir á otro criterio que el de sus propios miembros, abonando este hecho la Joint Resolution de Abril de 1898, la evacuación de la Isla por los españoles, cesando la soberanía de éstos, y la publicación del decreto de 25 de Julio último, declarando el mismo Gobierno Interventor, ante el mundo entero, que Cuba era un pueblo libre é independiente y que los cubanos estaban en aptitud de gobernarse á sí mismos.

La obligación impuesta de que nuestra Constitución, después de confeccionada, tenga que someterse al Congreso Americano, y la condición, por otra parte, de que luego la misma Convención formule las relaciones que deben existir entre el pueblo americano y el nuestro, sin haber para ello un punto de partida, ó una base conocida, relaciones que debieran reservarse para nuestras Cámaras Nacionales, al concertar la serie de tratados que debemos tener con la familia internacional, son hechos que pueden entorpecer el inmediato establecimiento de de nuestra República, por las dudas, que han de determinar confusiones é interpretaciones fuera de lo lógico y natural.

Por todo lo expuesto el Delegado que suscribe tiene el honor de pedir la celebración de una, sesión publica y extraordinaria y que en ella se someta á deliberación de los Sres. Delegados, los particulares á que se refieren los siguientes postulados:

PRIMERO: Las relaciones que han de existir entre el pueblo de los Estados Unidos y el de Cuba ¿deben tratarse y especificarse en la Constitución de este, ó será objeto de un articulado completamente desligado de dicha constitución?

SEGUNDO: Las bases y detalles de aquellas relaciones ¿deben partir de iniciativa propia de la Convención ó de indicaciones del propio Gobierno Americano?

TERCERO: Como base de las indicadas relaciones ¿habrá que reconocer alguna deuda contraída por los Estados Unidos para con nosotros, ó viceversa, y en caso afirmativo de esto último, que deudas debemos reconocer?

CUARTO: Terminada nuestra Constitución ¿debe enviarse á la aprobación del Congreso de los Estados Unidos ó otra parte cualquiera, para que sea válida y surta todos sus efectos?; y

QUINTO: Dada la necesidad que haya de enviarse nuestra Constitución al Congreso Americano ¿debe remitirse directamente ó por conducto del Gobernador Militar de la Isla de Cuba?

Habana, Diciembre 14 de 1900.

 

 

El que habla, considera al primero que no; porque no es asunto que debe tratarse en la Constitución Y como Cuba aún no tiene personalidad, á todo lo que se comprometiese con los Estados Unidos sería nulo y de ningún valor.

Las relaciones que deban existir entre los Estados Unidos Y Cuba, deben ser objeto de tratarse con el Gobierno cubano así que se establezca; y es parecer del que habla, que sea en la más amplia forma, concediéndole al de los Estados Unidos, cuanto más pueda concedérsele á nación alguna.

Al segundo; se cree que éstas deben partir por la iniciativa del mismo Gobierno americano, que es el que seguramente sabrá lo que le convenga.

Al tercero; difícil de contestar, pero que por lo expuesto ó manifestado por el Gobierno de la Unión y por lo que se desprende de las leyes, naturales, supuesto que no ha habido convenio ó transacción, los cubanos no han intervenido en modo alguno en adquirir esas deudas, ni sabido cuándo, en dónde la inversión, y para qué se han contraído; se cree que Cuba no debe reconocer deuda alguna á Nación, particular, ni á los Estados Unidos.

A la 4a. que como Nación libre é Independiente por lo va expuesto y el juramento hecho por los Delegados, no tiene que impetrar venia á Nación alguna, pues de hacerlo dejaría de ser soberana é independiente y convendrían de que dependía de otro gobierno al que prestaban sumisión. La Constitución se hace para los Cubanos, nada tienen que hacer los Americanos ni Nación alguna con la Constitución. Los Cubanos son los árbitros y ellos y no otros son los que deben aprobar ó desaprobar.

Al 5. Que no comprendiendo la necesidad que había de enviarse nuestra Constitución al Congreso Americano, no debe dársele entrada á tan descabellada y absurda medida. Cuba y solo Cuba, debe entender en las Leyes fundamentales de su gobierno.

El pensar siquiera que la Asamblea deba mandar ni aun por cortesía la Constitución á parte alguna, es denigrante para la Corporación. Ahora bien; si el Congreso ó Gobierno Americano, por curiosidad, desean imponerse de nuestra Constitución, muy bien pueden pedirla por el conducto que crean más conveniente y la Convención debe darles cuantas copias, simples, soliciten, porque con esto en nada se daña la dignidad y prestigio de la Convención, ni los intereses, soberanía é independencia de la República de Cuba.

A esta proposición, no se le ha dado aun el curso correspondiente y se espera que tan luego como la asamblea, vuelva á reanudar sus trabajos se le dará lugar preferente, no dudando el proponente que dará óptimos frutos á favor de los cubanos y de la República de Cuba; la felicidad y la Independencia absoluta de ella.

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Debemos dar al cesar lo que es del cesar. Se publica por la prensa que el General Wood hace presión sobre los Del- gados para que la confección de la Constitución salga al gusto de él, favoreciendo los intereses americanos, pero en honor de la verdad puedo asegurar que la conducta observada por el General Wood ha sido correcta, pues no ha intervenido en absoluto para nada que tenga conexión con la Convención, á no ser que con algún íntimo amigo en privado lo haya hecho, y tres ó cuatro veces que ha conferenciado con algunos miembros de la asamblea en consultas mutuas y particulares.

La asamblea ha trabajado libremente sin imposición de ninguna clase y si la constitución no sale todo lo liberal amplio y favorable á Cuba, causa es de los mismos cubanos Delegados y no del Gobierno Interventor. Últimamente el General Wood ha conferenciado con el Presidente de la asamblea^ General Méndez Capote, y aunque yo no estoy del todo de acuerdo con dicha conferencia me alegraría que fuese cierta y que fuese verdad tanta belleza.

A pesar de todo lo bueno de las conferencias y noticias que vienen de los Estados Unidos sigo siendo pesimista, creyendo como hasta aquí que ellos no abandonarán á Cuba, ni mucho menos que nos den la soberanía é Independencia absoluta de Cuba, para que nosotros formemos un Gobierno por los cubanos para Cuba y los cubanos, estableciendo una República democrática.

Me propongo hacer conocer en el quinto folleto el resultado final de esta cuestión; como también todo lo que con respecto á las sesiones públicas y secretas se hubiese acordado y al mismo tiempo los demás acuerdos de importancia que se tengan después de reanudados ]os trabajos de la constituyente hasta la aprobación de la Constitución.

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A última hora, habrá 15 ó 20 días que el general Wood conferenció con algunos Delegados respecto á las relaciones que deben existir entre los Estados Unidos y Cuba, que debe concluirse la Constitución antes del día 20 del presente y que podían mandar dicha Constitución con un Delegado comisionado, á Washington, y por último, que dichas relaciones debían ir conjuntamente con la Constitución, porque ésta era secundaria y no había inconveniente en que fuera aprobada, pero no así las relaciones, que eran de suma importancia para el Gobierno americano.

En esta virtud, se nombró la Comisión que debía entender en las relaciones ya citadas, estando la mayor parte de los Delegados contestes en que no siendo incumbencia de la Convención inmiscuirse en asuntos que competía al Ejecutivo y Senado; cuando estuviese legalmente constituido el Gobierno de Cuba y tenga nacionalidad y personalidad, que entonces será la oportunidad de ocuparse de este asunto, y que no dudaban sería resuelto lo más favorable posible para ambas Repúblicas.

El viernes al medio día citó el general Wood á los Delegados encargados de entender en la Comisión de relaciones con los Estados Unidos para que lo acompañasen á Batabanó y allí conferenciar sobre el asunto de las relaciones. Según se dice, en cuanto llegaron á ese punto se embarcaron en un Esquife donde habrán podido hablar libremente sin ser interrumpidos, ni que nadie pudiera enterarse de asunto tan importante, y agrego yo: tan vergonzoso.

El público comenta el asunto, suponiendo que supuesto el general Wood y Mr. Root habían hecho tan buena pesca por Batabanó é Isla de Pinos, habiendo quedado el General tan regustado, quiso que los Delegados participasen de ese placer y ver si conseguía, sino mejor, igual pesca á la anterior.

Ayer hubo sesión secreta ó privada á la que hice mis objeciones y en la que se trató, en secreto, se entiende, de la conferencia tenida á bordo del Esquife, cerca de Batabanó, sobre las relaciones.

Mi opinión fué, sencillamente, que estas proposiciones, que no son oficiales, no deben aceptarse y ni siquiera tomarse en consideración, y hay más: la Asamblea Constituyente se extralimitaría. y le quitaría al Ejecutivo y Senado una de sus más brillantes atribuciones y derechos, pues á ella compete el hacer los tratados con las naciones extranjeras, y empezaríamos nosotros faltando a lo que hemos estatuido en nuestro Código fundamental, el que estamos en el deber de cumplir en primer término, así, que es de todo punto imposible entendernos en esa materia.

Es completamente inconstitucional, por lo que soy de parecer que dichos datos ó apuntes se le devuelvan al general Wood, sin siquiera darnos por entendido ni tampoco que hay lugar á deliberar por improcedentes. Además, que cuando se hayan publicado se verán lo fuera de lugar, lo inaceptable y lo contrario al decoro de los Representantes del Pueblo por estar en toda oposición á los intereses de Cuba y á su soberanía é independencia absoluta.

A LA ASAMBLEA DE DELEGADOS

El Delegado que suscribe pide á la Asamblea que toda vez que hace días está concluida la Constitución, se proceda en el acto, ó lo más pronto posible, á una sesión pública extraordinaria para firmarla; pues como cuestión de orden, debe hacerse con preferencia y antelación á cualquier otro asunto, porque además de otras razones que pueden aducirse, muy bien pudiera resultar el fin funesto de morirse uno de los Delegados y no tener el gusto de que todos los que la han confeccionado tengan la honra de firmarla y quizás ocasionar con ello trastornos.

P. y L. Habana, 18 de Febrero de 1901.

Salvador Cisneros Betancourt.


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